Ciudadanía a golpe de viñeta
María Matos Madrid , 29/01/2015
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MARÍA MATOS
Las redes sociales, la autoedición y la apuesta de algunas editoriales han permitido el nacimiento de una corriente de ilustradores que reivindican sus ideas y dan voz y color a las demandas de los ciudadanos. En esta galería se muestran algunos ejemplos de viñetismo comprometido.
Miguel Brieva, que ha ilustrado para El Jueves, El País, Rolling Stone y Cinemanía, achaca el creciente interés por el formato cómic, “el primo pequeño de la literatura”, a una “analfabetización” paralela: “A los que nos hemos criado más en lo audiovisual que en lo literario, nos resulta mucho más llevadero leer una historia en formato cómic”.
Wombastic. El auge de la novela gráfica y de la viñeta se ha percibido sobre todo en las redes sociales, los blogs y otras plataformas digitales de libre acceso, donde este arte ya no sólo es cultivado por profesionales. Un reciente ejemplo de esta actividad es la plataforma Wombastic, creada por la Asociación de Autoras de Cómic (AAC). Cuando Alberto Ruiz-Gallardón propuso la reforma de la Ley del Aborto, las componentes de este grupo decidieron que tenían que poner su granito de arena y ofrecieron gratuitamente obra gráfica para descarga y uso, explica Susanna Martín, ilustradora y miembro de la AAC. Y abrieron la propuesta a la participación de cualquier ciudadano, profesional, aficionado, mujer u hombre que necesitase expresar lo que sentía ante “esta privación de libertades”. La respuesta les sobrepasó y los primeros meses de 2014, durante los que se celebraron manifestaciones constantes, recibían una media de 20 correos diarios con aportaciones. La repercusión fue tal que su iniciativa atrajo la atención de medios internacionales como The Guardian. Martín sostiene que la obra gráfica en España no es lo suficientemente transgresora debido a las presiones ideológicas y económicas que obligan a optar por la autoedición para poder protestar. “Hay cierta reivindicación, aunque más bien lo que hay es una regeneración del humor gráfico”.
Orgullo y Satisfacción.- La revista digital Orgullo y Satisfacción fue creada por antiguos dibujantes de El Jueves en julio de 2014. Desde septiembre publican ediciones mensuales en formato digital. La dirección se la reparten entre Guillermo, Albert Monteys, Manel Fontdevila, Manuel Bartual y Bernardo Vergara. Orgullo y Satisfacción nació tras la retirada de una portada de El Jueves sobre el rey Juan Carlos en el momento de su abdicación. Fue un día “larguísimo”, comenta Bartual, en el que se tomaron decisiones “entre lo visceral y lo sensato”. En menos de una semana publicaron el primer número, ya que consideraron que, si iban a hacer algo, debía estar publicado antes de la proclamación de Felipe VI, “para darle la bienvenida”. La gran acogida de los lectores, con 35.000 ejemplares vendidos y actualmente 4.000 suscriptores, les llevó a continuar con el proyecto. Tienen claro que no quieren tener que “responder ante una autoridad superior”, ya sea un editor o un conjunto de empresas que les suministren ingresos a través de publicidad. “Nuestra idea es que si la revista existe sea porque hay un público que la demanda y la mantenga en pie”, apunta Bartual. El problema de esta decisión es que sospechan que en España pocos consumidores están dispuestos a pagar por los contenidos digitales, y temen haber llegado “demasiado pronto”.
El Estafador.- Otro de los problemas a los que se enfrenta el humor político que hacen revistas como Orgullo y Satisfacción, El Jueves o Mongolia es la proliferación de este tipo de ilustraciones en Internet de forma gratuita. Javier Royo coordina El Estafador, un “blog colaborativo” que reúne viñetas reivindicativas de distintos ilustradores bajo licencia Creative Commons. El proyecto surge al juntarse varios dibujantes que acababan de ser despedidos de distintos medios de comunicación y deseaban continuar ilustrando la actualidad. Royo señala que no es una iniciativa rentable, a pesar de que tiene 20.000 lectores semanales, pero “es el precio de la libertad”. En su opinión, las suscripciones a publicaciones son “incompatibles con las redes sociales”, ya que no se puede “dejar en privado unas viñetas muy virales”.
Para David Peña Puño, que fue ilustrador de El Mundo, el problema no estriba sólo en que los usuarios y lectores no estén dispuestos a pagar por los contenidos, sino en que las voces críticas actuales siguen siendo las mismas de hace unos años: “Echo en falta a alguien de 25 años que lo haga”. Considera que muchos ilustradores actuales, que publican sus contenidos en Internet, no tratan temas sociales o políticos por miedo a equivocarse: “Hay mucho repunte de ilustración decorativa, nombres y obras conocidas que son sólo una cosa bella, pero no buscan transmitir nada”. Sin embargo, según Puño, este problema no sólo afecta a la ilustración en particular, sino a las artes en general, donde no se da guerra como en otras épocas.
Cuadernos de Sol.-Sin un objetivo reivindicativo, sino simplemente con el deseo de mostrar lo que estaba sucediendo, Enrique Flores reflejó la acampada de la Puerta del Sol surgida tras el 15-M en cientos de ilustraciones que, posteriormente, han sido recogidas en un libro, Cuadernos de Sol, prologado por Elvira Lindo. Este ilustrador de El País, donde lleva trabajando más de 10 años, va acompañado siempre de un cuaderno, que emplea como diario, y lo llena de dibujos de la primera a la última página en orden cronológico: “Una ayuda para la memoria”. Durante la ocupación de la plaza madrileña llegó a acumular 300 dibujos, que hoy en día son ya más de 3.000. “Entendí que tenía que compartirlo porque tenía significado para otra gente”, explica. “Sólo quería devolver lo que había hecho en la plaza”. Cuadernos de Sol no fue un éxito de ventas, pero muchas personas compraron ejemplares. Se lanzó con un precio muy ajustado, reduciendo el margen del editor y del autor, pero Flores en ningún momento se planteó ganar dinero con este libro: “Sólo quería devolver lo que había hecho en la plaza”.
Protesta con humor. Sin embargo, pese a lo que el trabajo de Susanna Martin y Enrique Flores muestra, ambos sostienen que no existe una ilustración propiamente reivindicativa ni un arte político. El propio Flores considera que “las artes no han sabido mantener el paso y todo lo que está pasando en la calle les ha pillado a contrapie”. Para Martín, la obra gráfica en España no es lo “suficientemente transgresora”, debido a las presiones ideológicas y económicas que obligan a optar por la autoedición para poder protestar. “Hay cosas reivindicativas, aunque más bien lo que hay es una regeneración del humor gráfico”.
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Las redes sociales, la autoedición y la apuesta de algunas editoriales han permitido el nacimiento de una corriente de ilustradores que reivindican sus ideas y dan voz y color a las demandas de los ciudadanos. En esta galería se muestran algunos ejemplos de viñetismo comprometido.
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