La vida en negro
Barcelona, ciutat morta
Pedro Costa Musté 1/02/2015
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Tal vez aquel sábado por la noche del 4 de febrero de 2006 el escándalo pudo ser mayor que en otras ocasiones y tal vez por ello, ante las quejas de los vecinos, dos coches patrulla de la Guardia Urbana se personaron frente al nº 55 del carrer Sant Pere més Baix de Barcelona con la idea de interrumpir la rave. Había unos 1.200 jóvenes en el interior del Palacio okupado celebrando una fiesta, como venían haciendo todos los fines de semana desde hacía por lo menos cinco años. En la calle veinte o treinta jóvenes esperaban a que les abrieran aunque ya les habían dicho que no lo iban a hacer.
Los urbanos trataron de entrar en el edificio y allí empezó el altercado: lucha cuerpo a cuerpo con los que estaban en la calle mientras desde el interior del edificio les arrojaban basura, trastos viejos, macetas y todo tipo de “proyectiles”. Juan Sala, un urbano de 39 años, resultó herido en la cabeza y posteriormente quedó tetrapléjico. Joan Clos, el alcalde socialista de Barcelona, dijo que había sido alcanzado por una maceta. Eran poco más de las 7 de la madrugada.
Absolutamente ajenos a este enfrentamiento, Patricia Heras y Alfred Pestana estaban tomando la “penúltima”. Patricia, 31 años, madrileña, estudiante de Filología, lucía un curioso corte de pelo: las sienes divididas en cuadraditos al modo de Cindy Lauper. Ambos se subieron a la bici de Alfred, que era el que la manejaba, mientras detrás Patricia se liaba un cigarrito y no paraba de hablar y reír.
Hasta que ploff!!, de cabeza al suelo. Una ambulancia los trasladó al Hospital de Mar. Y así describió Patricia en su blog Poeta Muerta (absolutamente recomendable) lo que ocurrió a continuación:
“Mientras curan a Alf, que tiene unas heridas muy escandalosas en la cabeza, me voy al baño y, cuando salgo, me doy de bruces con tres o cuatro urbanos y tres chicos detenidos y esposados de cara a la pared. Me siento a esperar a que acaben con la cura de Alfy , los miro a todos con cierta curiosidad, los detenidos son jóvenes, tienen pinta de punkies y están bastante desaliñados, sucios y ensangrentados”.
Pasados unos minutos, podían ser ya las 8,30, Patricia se levanta para ir a preguntar por Alfred cuando uno de los urbanos, con un grito, le dice que se quede quieta y le ordena vaciar el contenido de su bolso y sus bolsillos: tabaco de liar, dos mecheros, unos guantes, varios flyers, mis llaves de casa, el móvil... “Oigo que un urbano le comenta a otro: es ella, la de los cuadros en la cabeza”. Un madero rubio, con pinta de nazi, le dice que ponga el menú principal para ver los mensajes. “¿Por qué todo esto? “. “Estás detenida”. “¿De qué me acusan?”. “De homicidio”.
“Me llevan custodiada y esposada a otra box donde no se me permite sentarme ni mirar en otra dirección que no sea la pared de enfrente a la altura de mi cara, estoy muy asustada y no paro de decirles a todos que se trata de un error, nos hemos caído con la bici y lo pueden comprobar a través de la información que les doy pero nadie me hace caso y encima me hacen callar a gritos
La operación ha terminado. Ya tienen a cinco detenidos, los tres chicos que viera Patricia, ella y Alfred. Los tres chicos son sudamericanos y no estaban en la fiesta sino en la calle. Según la versión oficial, la agresión al urbano en coma se produjo desde el suelo, con una pedrada. El socialista Joan Clos, nueve años después, niega que él hablara nunca de una maceta.
Patricia, como sus compañeros, fueron víctimas de malos tratos y torturas, tanto físicas como psicológicas. Finalmente fue acusada de “haber lanzado una valla de metal contra un agente de la Ley”. Nadie quiso creer la historia de la bicicleta pero ella también se negó siempre a aceptar que hubiera participado en los enfrentamientos del 4-F.
Cosa que actuó en su contra, sobre todo en la cárcel, ante la Junta encargada de otorgar beneficios y reducciones de pena, ya que el no reconocer su “delito” era una muestra de que no había voluntad de reinserción, ni arrepentimiento y era una conducta propia de una psicópata.
Contratando abogados se le fueron los escasos ahorros que tenía y tuvo que esperar dos años a que se celebrara el juicio. Finalmente, en enero de 2008, fue condenada a tres años de prisión. Y la sentencia de la Audiencia Provincial de Barcelona fue ratificada por el Tribunal Supremo al año siguiente y, en septiembre de 2009, Patricia Heras ingresó en prisión.
Dos años estuvo presa y a principios de 2011 obtuvo el tercer grado, lo que significaba que tenía que presentarse a las 8 de la tarde, de domingo a jueves, para dormir en su celda. El 27 de abril de 2011 decidió no volver y se suicidó.
Este caso, al que nunca se concedió gran relieve, se ha puesto de actualidad gracias a un documental titulado Ciutat Morta, cuya emisión por el Canal 33 de Catalunya ha causado verdadera sensación. La Audiencia de este canal casi nunca supera el 2% y en esta ocasión se situó en el 20%.
(El documental puede visionarse en YouTube y recomiendo especialmente la lectura del blog de Patricia Heras, Poeta Muerta).
Poeta Muerta. Blog de Patricia Heras.
http://poetadifunta.blogspot.com.es/
Poeta Muerta. Patricia Heras. Ediciones Capirote.
Barcelona, ciutat morta. Dirección: Xavier Artigas /
Xapo Ortega.
https://ciutatmorta.wordpress.com/
Tal vez aquel sábado por la noche del 4 de febrero de 2006 el escándalo pudo ser mayor que en otras ocasiones y tal vez por ello, ante las quejas de los vecinos, dos coches patrulla de la Guardia Urbana se personaron frente al nº 55 del carrer Sant Pere més Baix de Barcelona con la idea de interrumpir...
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Pedro Costa Musté
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