Tablas como barricadas
Salas como el madrileño Teatro del Barrio, el Antic Teatre de Barcelona, Rede Nasa de Santiago o Atalaya-TNT de Sevilla ofrecen talento y agitación
Alfonso Álvarez-Dardet Madrid , 5/02/2015
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Hace cerca de un siglo, durante la Gran Depresión en Estados Unidos, que comenzó con el crack del 29, se popularizó en Nueva York una forma de hacer teatro llamada living newspaper. Originaria de Rusia, durante la revolución bolchevique de 1917, consistía en improvisaciones teatrales al hilo de la actualidad política. A partir de diferentes acontecimientos, los actores representaban distintas escenas en las que la lectura de las noticias se alternaba con su dramatización. Hoy se llama teatro documental.
En el Teatro del Barrio de Madrid lo saben bien. Esta cooperativa cultural promovida por el actor Alberto San Juan apenas ha cumplido un año pero tiene clara su línea de programación. Lo suyo, señala San Juan, es “teatro con voluntad de contribuir -siempre con humildad, sin posesión de verdad alguna- al conocimiento de nuestra realidad colectiva: ¿qué está pasando? ¿por qué pasa? ¿desde cuándo pasa? Desde el convencimiento de que la realidad sólo se puede transformar en la medida en que se conozca. Para entender la crisis actual necesitamos comprender la Transición, para comprender la Transición, necesitamos comprender la dictadura, la Guerra Civil, la Segunda República...”.
Estos días estrenan Las guerras correctas, sobre la guerra sucia y los GAL. La obra la firma Gabriel Ochoa y es “la historia dramatizada de la entrevista entre Iñaki Gabilondo y Felipe González en el plató de TVE con un tema central: el GAL y el señor X. La historia sobre aquellos treinta minutos del 9 de enero de 1995 en los que el plató echó chispas. La historia de la relación entre Iñaki Gabilondo y Felipe González antes y después de esa entrevista”, escribe Ochoa.
En la misma línea, el Teatro del Barrio prepara para esta temporada obras sobre el exrey Juan Carlos I y sobre Ignacio González, presidente de la Comunidad de Madrid. Es teatro como herramienta de agitación política: “¿Por qué no la política? ¿Cómo no la política? ¿No es la política la organización de nuestras relaciones colectivas, de la convivencia de todos? ¿No está hecha unos zorros la convivencia?”, se pregunta San Juan.
Mirador
La idea de que todo bajo el cielo es política la comparte el actor Juan Diego Botto, que se encarga de la programación de la sala Mirador: “Para mí, todo arte es político”. Y hasta las paredes lo corroboran. En uno de los muros del patio que da acceso a la sala se lee: “Cuando el Parlamento es un teatro, los teatros deben ser Parlamentos”. Una sentencia que deja clara la línea que rige su programación.
Para Botto, como para Alberto San Juan y otros gestores de salas alternativas, hay que ser consciente de la situación que vive España y aportar algo a la política se convierte casi en un imperativo moral: “Si tú te despreocupas, alguien se ocupará por ti”, advierte Botto.
En la sala Mirador, igual que en Teatro del Barrio, no solo se programan funciones dramáticas. También se organizan charlas, debates, se imparten talleres. Una de las obras que cerró la temporada 2014, Granos de uva en el paladar, relata varias historias de la Guerra Civil española. Tras la última función se organizó un coloquio con el exjuez de la Audiencia Nacional Baltasar Garzón, quien lleva apadrinando la función desde su estreno hace cuatro años en Buenos Aires (Argentina).
“El teatro por naturaleza es crítico con el poder”, asegura Botto. A su manera, pretende servir de contrapoder al gobierno de turno, sea el que sea, aunque reconoce que siente más simpatía por las políticas de izquierdas.
Voces
El teatro, ese lugar en el que unos actores representan un texto, está mutando. Un ejemplo es el ciclo Voces de Madrid, que el Teatro Español ha programado durante el último mes de diciembre y que pretende tener continuidad. “Hablando con Juan Carlos Pérez de la Fuente, actual director de los teatros públicos madrileños, surgió la idea de darle la palabra a los espectadores para que ellos pudieran contar sus cosas”, explica Ignacio García May, propulsor de la iniciativa. La idea inicial era dar voz a un grupo de mujeres centenarias para que contaran su historia. Finalmente añadieron a la lista a periodistas, a músicos, a inmigrantes, incluso a sepultureros.
Convertir las salas en espacios de debate y formación. El citado Teatro del Barrio tiene una serie de charlas programadas todos los martes con expertos del ámbito universitario. Se llama la Universidad del Barrio y pretende abrir el escenario a los vecinos. Como en la sala Mirador, El Montacargas, la Atalaya-TNT de Sevilla, la sala Antic Teatre de Barcelona o la Nasa de Santiago de Compostela.
Rede Nasa
Sala Nasa, y su expansión digital Rede Nasa, es una de las iniciativas escénicas de índole social y política más veteranas de España. Se creó en 1992, en una nave abandonada y rehabilitada que acogía teatro, conciertos y danza. El espacio físico fue regentado hasta su cierre, en 2011, por la compañía Chévere, que en 2014 fue galardonada con el Premio Nacional de Teatro. “Acogimos eventos, espectáculos y conciertos organizados por colectivos y asociaciones de todo tipo, muchos de ellos de carácter social y político (pero nunca partidos políticos)”, asegura Xesús Ron, uno de los miembros fundadores.
Funciones como Testosterona (2009) sobre identidades sexuales; Citizen (2010-2011) sobre la globalización a partir del análisis de la marca Zara; o Eurozone (2013) sobre la crisis de soberanía de la Unión Europea así lo atestiguan. De su producción destaca Ultranoite, un cabaret que lleva circulando por los escenarios más de 22 años. “Está montado sobre hechos y sucesos de actualidad con un carácter político, gamberro e inconformista”, explica Ron. El living newspaper de la Gran Depresión convertido en cabaret.
La sala tuvo que cerrar hace tres años. Quien encabezó la cruzada para cerrar la sala, según Xesús Ron, se llama Gerardo Conde Roa, alcalde de Santiago de Compostela de 2011 a 2012 por el Partido Popular. Su salida del Consistorio se precipitó al ser imputado por un presunto delito contra la Hacienda Pública. “Empezaron a decir que en la ciudad de Santiago había guerrilla urbana y violencia callejera y nos denunciaron por pertenencia a banda armada. Nos llevaron a la Audiencia Nacional”, explica Ron. La situación se hizo insostenible y la dificultad para llegar a las subvenciones fue determinante para el cierre de la sala. No obstante, Nasa continúa existiendo en internet como una red de teatro en gallego.
Atalaya
En Sevilla se encuentra uno de los espacios teatrales que más han contribuido a la integración de sectores minoritarios y marginales de la sociedad andaluza: la sala Atalaya-TNT. Atalaya es la compañía de teatro y TNT (Territorio de Nuevos Tiempos) es el espacio donde, además de enseñar artes escénicas, programan una media de 100 funciones al año. La primera tiene 30 años de historia y el segundo, seis. Si las producciones de la sala Teatro del Barrio se pueden clasificar como documentales, las que se hacen en la TNT se definen como de acción.
Uno de sus proyectos de más calado y del que se hicieron eco todos los medios de comunicación fue su adaptación de La casa de Bernarda Alba, de Federico García Lorca, en 2009. Fue interpretada por actrices no profesionales gitanas del barrio de El Vacie, uno de los asentamientos chabolistas más antiguos de Europa. “Gracias a las representaciones hemos recabado fondos para organizar talleres para las mujeres del poblado y para los niños”, explica Ricardo Iniesta, director de la compañía.
Una de las peculiaridades de estas salas es el alto compromiso con el barrio en el que se encuentran. “Para nosotros es muy importante”, asegura Botto al referirse al barrio en que se ubica la sala Mirador, el madrileño barrio de Lavapiés, y añade: “Pensamos que podemos cumplir una labor social, tenemos muchos descuentos y diversos talleres, incluso para niños. La sala está rodeada de 13 comunidades de vecinos”.
Antic
Antic Teatre es uno de los pocos espacios de Barcelona comprometidos con el teatro político. “Es un centro de recursos de las artes multidisciplinares para la investigación y el desarrollo de nuevos lenguajes escénicos”, define su directora, Semolinika Tomic. Una de las características de la sala es su independencia. Aunque una parte del presupuesto viene de subvenciones, es una parte muy pequeña y prácticamente se sustenta con la programación y los ingresos del bar.
La relación que mantienen con el barrio es otra de sus claves. “Tenemos un sólido vínculo con la Asociación de Vecinos del Casc Antic, muy activa en relación con las luchas sociales del vecindario, un barrio que está siendo muy castigado por la masificación turística”, explica Tomic. Además, han creado un proyecto artístico para vecinos mayores de 65 años: “El objetivo es dar visibilidad y herramientas de expresión (a través de la danza y el movimiento) a este colectivo tan importante e invisible: la tercera edad”.
Por su escenario han pasado multitud de compañías para contar historias que remuevan las conciencias de los ciudadanos. Su objetivo, al igual que el del resto de las salas citadas, es mirar con un nuevo enfoque la realidad.
Obras como Hostiando a M, de Agnés Mateus, que trata la violencia contemporánea, o Trópico 9. Tierra Quemada, del artista Txalo Toloza-Fernández, que aborda la necesidad de encontrar nuevas oportunidades, han pasado por su escenario. También han organizado un programa de teatro social con personas sin techo.
En definitiva, las tablas se convierten en barricadas en unas salas que, como dice Alberto San Juan, son “la suma de las innumerables iniciativas ciudadanas en pro de la emancipación desde todos los ámbitos de actividad".
Hace cerca de un siglo, durante la Gran Depresión en Estados Unidos, que comenzó con el crack del 29, se popularizó en Nueva York una forma de hacer teatro llamada living newspaper. Originaria de Rusia, durante la revolución bolchevique de 1917, consistía en improvisaciones...
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Alfonso Álvarez-Dardet
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