República Popular de Cádiz
Carnaval: la poca vergüenza como una de las bellas artes
Luis Lázaro Cádiz , 14/04/2015
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Cuando el recién llegado se adentra en las calles donde reina el carnaval y ve a toda esa gente vestida con tipos (disfraces) estrafalarios, la cara pintada con coloretes, y escucha el soniquete de los pasacalles chirigoteros, lo primero que piensa es que en Cádiz todo el mundo se ha vuelto loco. Basta escuchar un par de cuplés para ponerse en situación y entenderlo todo. Bendita locura y benditas agujetas en el estómago de tanto reír. Cuando te quieres dar cuenta, tú también te estás moviendo al compás del tres por cuatro, un ritmo hipnótico que te cala hasta las trancas y, sin saber por qué clase de encantamiento, te dibuja una sonrisa en la cara que ya no se te borra hasta que sales de La Tacita. Es la vida misma, el triunfo de la genialidad, la poca vergüenza elevada a la categoría de arte mayor. Un viento de poniente que refresca las conciencias y un levante que se lleva volando las penas de los corazones maltrechos.
La atmósfera que se respira en la ciudad te cambia por completo la dimensión de las cosas, entonces entiendes que de Puertatierra pa` fuera tó es Alemania y que más vale enloquecer en Cádiz que ser el tipo más cuerdo de Hamburgo. Juan Carlos Aragón, en su comparsa Los Ángeles Caídos, lo definió así:
"Y como la locura
Nuestra miseria cura
Cuando la padecemos,
Si no la tenemos
Pues nos la inventamos”.
“Cuando se entra en Cádiz por la bahía, se entra en el paraíso de la alegría”
Con este popular juguetillo solía rematar el maestro Chano Lobato su cante por alegrías. Pocas frases pueden expresar mejor lo que se esconde tras las Puertas de Tierra, y no porque los gaditanos estén locos de contentos con su situación económica ni con su insoportable índice de paro, sino porque solo ellos saben retorcerle el brazo a la adversidad para reírse de ella. Y lo hacen con tanto arte que a quien no esté acostumbrado a “las cosas de Cádi” se le puede volver la cabeza del revés.
La presentación por tanguillos de Los Titis de Cái, Chirigota del Selu en 1994, es un buen ejemplo:
Que vengo yo diciendo por el camino.
Ante todo, buenas tardes, o buenas noches
Que decía, que vengo yo diciendo por el camino
que hay que ver la cantidad de gente que hay por tos laos.
Yo creo que la crisis nos ha ayudado, fíjate:
Antes tol mundo trabajando, las calles vacías,
¡Ahora con el paro to´ es alegría!
Que hay que ser positivo, vivir bien la vía
y tomarse las cosas con filosofía.
Que al fin y al cabo más que son dos días…
A la vista está que las letras chirigoteras reflejan, con su correspondiente dosis de cachondeo, un estado de insumisión permanente que se rebela contra la cruda realidad. Como bien dice el propio autor, José Luis García Cossío, El Selu, el humor hay que tomárselo muy en serio.
El Carnaval de Cádiz no es solo una fiesta más en el calendario, ni siquiera es solo carnaval. Quienes se acerquen a él por primera vez descubrirán que, lejos de la imagen lacia y edulcorada que transmiten las diferentes cadenas de televisión, estamos ante un espectáculo superlativo, un parque temático del ingenio, el humor y el talento. No es exagerado decir que, durante la semana de carnaval, Cádiz es el teatro más grande del mundo.
Si tenemos en cuenta la población de la ciudad, 125.000 habitantes, el porcentaje de artistas por metro cuadrado es abrumador. Solo al Concurso de Agrupaciones Carnavalescas, COAC, que se celebra todos los años en el Gran Teatro Falla, entre coros, comparsas, chirigotas y cuartetos suman este año 125 grupos. A esta cifra hay que añadir otras tantas agrupaciones callejeras, también denominadas "ilegales" porque no se presentan al concurso ni se someten a normas que encorseten sus repertorios. El resultado es un censo de actores, poetas, cantantes y guitarristas difícil de igualar por ninguna otra ciudad del mundo.
Tradición
Contra viento y marea
Las primeras referencias sobre el Carnaval de Cádiz se remontan a finales del siglo XV, coincidiendo con la llegada a la ciudad de los primeros comerciantes genoveses. Con el transcurso del tiempo el carnaval se fue consolidando hasta convertirse en un elemento cultural con carácter propio. A partir del XVII son abundantes las crónicas que reconocen la impotencia del poder civil ante la celebración popular, y desde el XVIII empiezan a ser frecuentes las órdenes que intentan desterrar de la ciudad una celebración tan transgresora, pero el desacato a las mismas por parte del pueblo hizo inútiles todos los esfuerzos de las autoridades.
Los héroes del Carnaval
Cádiz venera tanto a sus autores del carnaval como a sus cantaores de flamenco, les dedica calles, estatuas y placas, mantiene vivos sus repertorios y no permite que estos se pierdan en la memoria. Nombres como Antonio Rodríguez Martínez, El Tío de La Tiza, Paco alba, Enrique Villegas, El Carota, El Masa y El Peña, Fletilla y tantos otros son auténticos héroes populares. Asimismo, parte de la ingente cantidad de composiciones que ha dado el carnaval ha traspasado las fronteras de la fiesta para incorporarse por derecho en otros géneros. Probablemente una de las composiciones más conocidas sea Los duros Antiguos, escrita por Antonio Rodríguez Martínez, El Tío de La Tiza, estrenada en 1905 por el mítico coro Los Anticuarios, todo un himno que aún hoy, más de un siglo después, se sigue interpretando tanto por flamencos como por músicos de jazz. Merece la pena escuchar la antológica versión que hizo de este tanguillo el maestro Chano Lobato.
Otro ejemplo de la conexión entre el carnaval y el flamenco lo encontramos en Pericón de Cádiz con este otro tanguillo de 1908, también del Tío de la Tiza.
La fiesta
Desde 2010 los carnavales de Cádiz son uno de los diez Tesoros del Patrimonio Cultural Inmaterial de España.
Oficialmente el carnaval dura 11 días, este año de 2015, desde el 12 al 22 de febrero, aunque si le sumamos el Concurso de Agrupaciones y las fiestas gastronómicas previas como La Pestiñada, La Erizada y La Ostionada, la juerga dura más de un mes. A esto hay que añadir el Carnaval Chiquito, o de los “jartibles”, que se celebra el domingo siguiente a la conclusión oficial, para aquellos que se hayan quedado con ganas.
Diccionario básico
Coros:
Pueden llegar a tener hasta 45 componentes.
Instrumentación: bandurrias, guitarras y el laúdes
Su repertorio consta de tangos, cuplés, y popurrí.
Comparsas:
Entre 12 y 15 componentes.
Su repertorio, aunque se estructura exactamente igual que en la chirigota, suele tratar temas más serios que ésta en la presentación y los pasodobles, aunque en los cuplés también buscan el golpe de humor. La instrumentación consta de guitarras, bombo, caja y pitos. La afinación y la organización de las voces es otra característica de la comparsa, octavillas, tenor y contralto.
Chirigotas:
La chirigota es la reina del carnaval. Su característica más sobresaliente es el humor y la mordacidad con que trata los temas de actualidad.
Está formada por 12 miembros, aunque esta regla no siempre se cumple entre las callejeras.
Instrumentación: guitarras, bombo, caja y pitos. Su repertorio comienza con la presentación, seguida de varios pasodobles; a continuación se cantan varias tandas de cuplés engarzados por un estribillo, y, finalmente, un popurrí.
Cuartetos:
Paradójicamente, suelen estar formados por entre 3 y 5 componentes. Es raro encontrar en Cádiz cuartetos de 4 miembros. Las cosas de Cádiz.
Instrumentación: pitos, claves y guitarras. Su repertorio consta de presentación, parodia y varios cuplés. La parodia es su plato fuerte.
Romanceros
Interpretado por una o dos personas, suelen llevar un cartel con dibujos alegóricos al tema que se trata en el repertorio, el romance (denominado en Cádiz “romancero”) en octosílabos, típico de la literatura clásica española. La letra suele constar de unas 60 cuartetas. La duración del romancero oscila entre los 10 y 15 minutos.
El tipo: en Cádiz se denomina así al disfraz que utiliza cada agrupación para realizar su actuación.
Cuando el recién llegado se adentra en las calles donde reina el carnaval y ve a toda esa gente vestida con tipos (disfraces) estrafalarios, la cara pintada con coloretes, y escucha el soniquete de los pasacalles chirigoteros, lo primero que piensa es que en Cádiz todo el mundo se ha vuelto loco. Basta escuchar...
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Luis Lázaro
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