
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“Mis padres me criaron en la creencia de que merezco lo mismo que un hombre blanco, alto y rubio”. Así explicaba Mindy Kaling, mujer, bajita y de origen indio, el “secreto de su éxito” en una charla el pasado enero en el Festival de Sundance junto a otras cómicas y creadoras de series de televisión. La pregunta se interesaba por el éxito actual de las mujeres en la pequeña pantalla y Kaling, actriz principal y creadora de la serie The Mindy Project, comenzó su respuesta diciendo que a ella no le atraía nada ser considerada la que lleva las de perder (en inglés, “the underdog”), y que siempre había asumido que si quería, podía. A los 25 años, en 2005, comenzó a trabajar como guionista en la versión americana de The Office, y más tarde se unió al reparto. Tras asumir que, aunque la serie iba a ser trampolín para muchos, no parecía que lo fuese a ser para ella, decidió forjarse su propio destino, escribir el libro Why is everyone hanging out without me (and other concerns)? y el piloto de su Mindy Project.
Lena Dunham tenía también 24 años cuando escribió, dirigió y protagonizó en 2010 Tiny Furniture, la película independiente que, estrenada en el festival SXSW de Austin, la dio a conocer al mundo. Un año más tarde, el canal por cable más prestigioso de Estados Unidos, HBO, le encargaba Girls, una serie sobre un grupo de veinteañeras que intentan encontrarse a sí mismas y su lugar en el mundo en la Nueva York de hoy en día. Chicas como las de Sexo en Nueva York, pero sin la vida glamurosa y el dinero para pagar los apartamentos en Manhattan.
Dunham y Kaling son las abanderadas de una nueva generación de cómicas de televisión que están haciendo que el público se acostumbre a una presencia constante de personajes femeninos de calidad delante de las cámaras escritos por guionistas que saben lo que hacen detrás de ellas. No es coincidencia que las dos series premiadas en los últimos Globos de Oro en la categoría de mejor comedia, Transparent (serie y actor protagonista) y Jane the Virgin (actriz protagonista), tengan a dos mujeres detrás de su gestación, Jill Soloway en el primer caso (un proyecto personal basado en su propia historia) y Jennie Snyder en el segundo (que partía de la telenovela venezolana Juana la virgen).
Obviamente, sin gente como Tina Fey (Rockefeller Plaza), Amy Poehler (Parks and Recreation), Marta Kauffman (Friends) o Amy Sherman-Palladino (Las chicas Gilmore), entre otras, no estaríamos hablando de una nueva generación de guionistas televisivas de comedia. Pero enfrentando el panorama actual del cine norteamericano con la televisión, está claro que la antiguamente llamada caja tonta está dando últimamente pasos de gigante y es mucho más capaz de atraer a los talentos femeninos detrás y delante de las cámaras de lo que lo logran los personajes cinematográficos, en su mayoría al servicio de unas historias realmente protagonizadas por ellos.
Crear, escribir, en ocasiones dirigir y siempre protagonizar el material propio lleva a la audiencia a asumir que lo que se ve es lo que hay. Precisamente Dunham atacaba la creencia de que ella es su personaje en el segundo episodio de su nueva temporada. Con metarreferencias a las críticas que, como ser humano, recibe por las elecciones que toma Hannah, su protagonista, hacía hincapié en las suposiciones que crean los espectadores, asumiendo que el escritor escribe sobre sí mismo, aunque no sea así. Kaling, por su parte, ha tenido que asegurar más de una vez que su Mindy Lahiri, el personaje, no es ella. Haciendo referencia a su papel como modelo de conducta ante otros (pionera a la hora de estar a cargo de una serie, por su condición de mujer indio-americana), en una entrevista a la NPR declaró que su sueño era, “como escritora y como alguien que se dedica al entretenimiento” que a la gente le quedase claro un consejo: “Crece y sé Mindy Kaling, no crezcas para ser Mindy Lahiri”.
Hannah y Mindy son personajes complejos, con serias dificultades para socializar en determinados momentos, y con grandes impedimentos para crecer como personas. Son cabezotas, egocéntricas y muy humanas. La existencia de ambas normaliza una tendencia que se estaba dando con los personajes masculinos pero que los femeninos aún no habían alcanzado, ni en comedia ni en drama: el desprecio por la necesidad de “gustar”. Si bien un Walter White, un Don Draper o incluso un Barney Stinson, personajes de dudosa moralidad, eran aceptados por el público, que les apoyaba y seguía en sus viajes, que reía con ellos y les jaleaba, era necesario que las chicas dejasen de ser siempre encantadoras y gestionasen la comedia desde la realidad.
Al intentar extrapolar los cambios que se producen en el panorama televisivo americano a nuestro país, la dificultad es excesiva. No porque no haya guionistas femeninas (que las hay, aunque en menor cantidad, concretamente un 24% del total) o porque no haya personajes televisivos femeninos con profundidad y capacidad de reírse de ellos mismos. El modelo televisivo es simplemente tan diferente y tan complejo, que es difícil hablar de una serie sólo como el proyecto personal de una persona, delante y detrás de las cámaras, cuando son las productoras o las cadenas las máximas responsables.
Ha habido mujeres al frente de comedias (Aída es el máximo exponente en los últimos años, aunque series como Hostal Royal Manzanares ya se nutrían de la imagen que sus actrices, en este caso Lina Morgan, tenían fuera de la ficción televisiva), hay mujeres cómicas (una vez más, menos que ellos y en base a unos estándares diferentes) y hay guionistas cuyo punto de vista influye en los personajes femeninos que se tratan. Pero estamos a años luz de centralizar el proyecto audiovisual en los escritores y, por lo tanto, de darle rienda suelta al poder cómico que muchos creadores, delante y detrás de la pantalla, ejercen al otro lado del charco.
Lo refrescante de Mindy Project y Girls es ver cómo ellas, que no son precisamente las más simpáticas del lugar, meten la pata y se ríen de ello, igual que es refrescante que, pese a todos sus defectos, ambos personajes nos atraigan y nos seduzcan. Nora Ephron, madre de todas las guionistas de comedia romántica actuales, declaró una vez que estaba interesada en escribir sobre mujeres reales, igual de locas y complicadas que los hombres. La televisión estadounidense, a falta de que el cine se ponga las pilas, lo está consiguiendo.
“Mis padres me criaron en la creencia de que merezco lo mismo que un hombre blanco, alto y rubio”. Así explicaba Mindy Kaling, mujer, bajita y de origen indio, el “secreto de su éxito” en una charla el pasado enero en el Festival de Sundance junto a otras cómicas y creadoras de series de televisión. La...
Autor >
Claudia Lorenzo
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