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El 24 de enero, en la página 22 de El País, se leía este titular a 4 columnas: "Cinco agentes de la policía científica, acusados de falsificar pruebas en Madrid". Una información de Jesús Duva.
Una información que, realmente, no añadía nada al título: ni un nombre, ni iniciales siquiera… Y, para postre, el juez titular del 25 había puesto en libertad a los misteriosos detenidos a pesar de que la gravedad de la acusación, según Duva, había hecho que entraran en acción la Comisaría General de Policía Científica (con jurisdicción en toda España), la Brigada de Policía Judicial de Madrid y la Unidad de Asuntos Internos.
El que diseñó la forma de llevar a cabo las "falsificaciones" por fuerza tenía que conocer la obra maestra de Orson Welles Sed de mal y la forma tramposa en que falsifica pruebas el farsante policía Quinlan.
A los de Carabanchel (porque éste es el barrio en que sucedieron los hechos) les perdió la perfección, el tratar de hacer demasiado bien las cosas. Cuando se detenía a alguien que había asaltado una casa (que es el delito más común en la zona y en el que se centraron los policías fulleros), tras tomarle las huellas, hacían copia de éstas en una especie de papel celo y las imprimían en muebles y objetos de pisos que habían sido asaltados con anterioridad. De esta forma la Comisaría de Carabanchel tenía el honor de ser la que más casos resolvía.
Pero fue la "perfección" de estas huellas (ni un defecto, siempre completas y nítidas cuando lo normal es que la mayoría estén borrosas o sean parciales) la que alertó a la Brigada Provincial de Policía Científica y así se descubrió el pastel.
A los pocos días El Mundo se ocupó del tema. Alsedo y Durán titularon "Investigador caso Faisán, cerebro de la trama de corrupción en Carabanchel", con lo cual vinieron a politizar el asunto de alguna forma. El cabecilla sería un tal Javier V.
Lo que sí es cierto es que, con faisán o sin faisán, el funcionamiento de dicha Comisaría era un tanto sui géneris. Así, por ejemplo, contaban el caso de una mujer que acudió a estas dependencias para recuperar el coche que le habían robado y tuvo que esperar un rato porque se lo habían prestado a un confidente para que fuera a comprar droga.
José Villarejo es un Comisario sin Comisaría. Está adscrito a la Dirección Adjunta Operativa y desde que ingresó en la Policía, en 1993, ha realizado siempre funciones de agente encubierto.
Fue uno de los responsables del Informe Veritas, en los años 90, en el que se realizó durante meses un seguimiento y una investigación al juez Garzón que produjeron "descubrimientos" tales como que Garzón "tiene relaciones con miembros de una organización de narcotraficantes" y que "ha participado en orgías con mujeres". Lo que tenía como objetivo amedrentar y desacreditar al magistrado.
Ahora Villarejo ha denunciado a su colega Marcelino Martín Blas, de Asuntos Internos, por alterar sumarios con pruebas falsas en al menos tres casos: el caso Gao Ping, de la mafia china, que fue puesto en libertad por un "error" (caso Emperador), el de otro mafioso indio y un rocambolesco intento de mezclar a Villarejo con el "pequeño Nicolás".
Efectivamente, Martín Blas incluyó en el Sumario una fotografía tomada en un parque en la que cerca de Nicolás se ve a un anciano que Asuntos Internos afirmó que era Villarejo aunque posteriormente se vieron obligados a reconocer que no lo era.
Villarejo atribuye esta presión sobre él a una coacción para que se jubile y deje de investigar gestiones de máximo secreto que Asuntos Internos de Martín Blas está llevando a cabo para la dirección del PP encaminadas a saber de qué pruebas dispone Bárcenas.
Y, hablando del "pequeño Nicolás", recordar que el Coordinador de Seguridad del Ayuntamiento de Madrid, Emilio García Grande, recibió de sus manos 5.000 € "por facilitarle información reservada y vehículos oficiales para pasear, entre otros, al alcalde de Miami". En esta operación hay también imputados un guardia civil y dos policías municipales que igualmente cobraron de manos del "pequeño Nicolás".
Joaquim Bustos es un cabo de la Policía Local de Rubí (Barcelona), hermano del exalcalde socialista de Sabadell, Manuel Bustos, que se vio obligado a dimitir al verse implicado en un caso de corrupción. Ahora Joaquim ha sido detenido nada menos que por colaborar con una banda de kosovares, ladrones de empresas (Rubí es una de las ciudades más industriales del Vallés), a los que él señalaba los objetivos.
En Murcia fue detenido el pasado 21 de diciembre el policía Juan José Llamas, uno de los más destacados luchadores antidroga del país, condecorado en 2009 con la Medalla Roja al Mérito Policial por sus investigaciones. Llamas tenía el negocio montado por su cuenta: se quedaba con pequeñas cantidades de los alijos aprehendidos y los hacía distribuir por una red que tenía montada de camellos y confidentes. El año pasado, solamente en Murcia, fueron confiscados 2.500 kilos de cocaína. A Llamas le bastaba con unos pocos para asegurarse un sobresueldo.
El 24 de enero, en la página 22 de El País, se leía este titular a 4 columnas: "Cinco agentes de la policía científica, acusados de falsificar pruebas en Madrid".
Autor >
Pedro Costa Musté
Trabaja en periodismo de investigación en la década de los 70: El Caso, Cambio 16, Posible e Interviú. A partir de 1982 se dedica a la Dirección y Producción de películas: El caso Almería, Amantes, Las 13 Rosas…
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