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El infiltrado en Bruselas Bruselas , 26/02/2015
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Salvo sorpresa por parte de alguno de los cuatro parlamentos nacionales – señaladamente el Bundestag - que tienen que dar su consentimiento al acuerdo del Eurogrupo del martes 24 de febrero de aceptar la propuesta de reformas presentada por el nuevo gobierno griego, Grecia no quebrará y seguirá en el euro. De momento por cuatro meses, hasta finales de junio, cuando se planteará la siguiente fase del rescate, la tercera. Antes, en abril, el gobierno de Syriza deberá detallar las medidas propuestas e informar al Eurogrupo de cómo están avanzando en su aplicación.
Los “analistos” económicos son unánimes. El arrogante y populista Tsipras y su heterodoxo ministro de finanzas, Varoufakis, que osaron entrar en las reuniones del Consejo en Bruselas sin corbata, vinieron por lana y se van trasquilados, habiendo tenido que pasar por el aro, como debe ser. No querían más “Troika” pero Grecia seguirá teniendo que lidiar con la Comisión Europea, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Central Europeo, por separado pero qué más da porque ya se encargarán “las instituciones” de coordinarse entre sí. También rechazaron el último plazo del rescate pidiendo en su lugar un crédito puente sin condiciones por seis meses, pero ante la posibilidad de quebrar a mediados de marzo y, sobre todo, en vista de la estampida de capitales que venían sufriendo los bancos griegos en las últimas semanas, se han visto obligados a agachar la cabeza y aceptar solicitarlo. Mejor les habría ido – se oye por los poderosos pasillos de Bruselas – si hubieran venido por las buenas, respetando las normas del juego, sin atentar contra lo establecido y sin insultar.
Ciertamente la semana pasada fue muy tensa, con Alemania y el BCE presionando fuerte y el gobierno griego resistiendo, ambos jugando a un "cede tú primero" suicida. A medida que pasaban los días, Tsipras y Varoufakis fueron matizando sus posiciones, renunciando al pretendido crédito puente y aceptando la extensión formal del rescate. Pero el Eurogrupo también aceptó extender el último plazo del rescate por cuatro meses a cambio de – y aquí viene lo "revolucionario" - una serie de compromisos de reformas propuestas por Grecia, que no por la Troika o "las instituciones" como hasta ahora. Y el martes aceptó la propuesta griega, que aboga por la reducción del déficit no sólo por la vía de recortar gastos sino también por el incremento de ingresos públicos, señaladamente lucha contra el fraude fiscal.
Por lo tanto, Tsipras no faltó a la verdad cuando le dijo a su ciudadanía que Grecia había ganado la primera batalla aunque todavía no la guerra. Y Varoufakis no se fue de vacío tras su lucha solitaria contra el ínclito Ministro de Finanzas holandés, Jeroen Dijsselbloem, y el resto del Eurogrupo, en parte por el aval recibido en el momento más duro de la negociación por parte de Jean-Claude Juncker, Presidente del Eurogrupo cuando se negoció el rescate y hoy Presidente de la Comisión Europea, que admitió que la Troika había insultado la dignidad de Grecia en el pasado.
La diferencia entre la extensión del rescate y el “crédito puente” no era baladí. El rescate se concedió a cambio de que Grecia aceptara poner en práctica reformas concretas impuestas por la Troika. La lógica era impecable: Estáis al borde de la quiebra porque sois corruptos, ineficientes e irresponsables. Estamos dispuestos a ayudaros pero sólo si hacéis lo que os decimos, que es lo que más os interesa, por cierto, porque nosotros que somos íntegros, eficientes y responsables sabemos mejor lo que más le conviene a Grecia.
Tras varios años de hundimiento económico progresivo (¡una pérdida del 25 del PIB!) y aumento dramático del desempleo, la pobreza y la desesperación (unos mil suicidios al año), es más que dudoso que la Troika realmente supiera lo que mejor le conviene a Grecia, especialmente lo que le conviene a la ciudadanía griega. Las recetas foráneas no sólo no son mejores que las locales sino que han empeorado también la situación macroeconómica de Grecia al punto de que, pese a todos los sacrificios, cada vez le resultará más difícil poder pagar la deuda, que no deja de crecer en términos absolutos y en porcentaje de un menguante PIB.
Por eso Syriza rechazó el último tramo del rescate y pidió un crédito puente, sin condiciones, para poder empezar a aplicar su propio programa de reformas y presentarse a negociar en junio con las ideas bien trabajadas y una mejora en los resultados. De hecho, si el Gobierno griego previo - liderado por la derechista Nueva Democracia, la misma que falseó las cuentas públicas para entrar en el euro con ayuda de Goldman Sachs - no hubiera jugado de forma desleal, Syriza no habría tenido que negociar nada bajo presión porque habría tenido cuatro meses para hacerlo. Pero no, Samaras prefirió acortar el plazo para meter presión al electorado: si votáis a Syriza el caos llegará en pocas semanas.
Se equivocó. Syriza plantó cara a lo establecido, jugó con fuego y ganó, o al menos empató a domicilio porque ahora tiene con qué afrontar los vencimientos de deuda hasta junio y ha conseguido el margen suficiente para poner en práctica su "rescate humanitario" de la ciudadanía.
Nuestro Ministro de Economía, Luis de Guindos, no quiso verlo así en sus declaraciones tras la reunión en la que el Eurogrupo aceptó la propuesta griega. Al contrario, subrayó que en abril el gobierno griego tendrá que detallar qué es lo que ha hecho y lo que pretende hacer, como condición indispensable para que el rescate pueda prolongarse más allá de junio.
Es lógico. Francia e Italia, entre otros, han jugado a dos bandas durante la negociación, por un lado tratando de defender los miles de millones que le han prestado a Grecia y por otro, mostrando flexibilidad para beneficiarse también de la misma en sus futuras discusiones con los "talibanes" de la austeridad que abundan por Bruselas y Frankfurt.
España no, tanto Rajoy en el Consejo Europeo informal del pasado 12 de febrero como Guindos, por una vez aliado de su rival Dijsselbloem, al que aspira a suceder al frente del Eurogrupo, se han alineado entre los más duros, no tanto por los 26.000 milllones - 34.000 si incluimos nuestra cuota del FMI - que España le ha prestado a Grecia sino por el pavor a que Podemos pueda – valga la redundancia – sacar tajada de la rebelión de sus amigos griegos.
Francia e Italia jugaban a ganar por partida triple: preservar su dinerito, flexibilizar la austeridad y evitar una nueva crisis del euro, porque si bien una salida ordenada de Grecia del euro podría tener sentido, un corralito y un default forzados por la quiebra tendrían efectos colaterales impredecibles pero negativos para todos y especialmente para las otras economías problemáticas, como la nuestra.
El gobierno del PP debería haberse sumado al frente sensato pero prefirió anteponer sus intereses electorales y la jugada no le salió bien, porque Grecia resistió y sacó tajada. De ahí que Guindos enfatice que la pelota sigue en juego y que en abril los griegos habrán de vérselas con él.
Es probable que las reformas que se propone aplicar Syriza sean menos mágicas de lo previsto, encuentren obstáculos y tarden en dar resultados. Pero también que en abril, el Eurogrupo se vea obligado a aceptar la evidencia de que Syriza está haciendo más contra la corrupción y el nepotismo sistémico en Grecia que ningún gobierno anterior. Y será muy difícil que Guindos consiga bloquear la renovación del rescate más allá de junio, en condiciones pactadas, no impuestas, que permitan a Tsipras y Varoufakis presentarse como salvadores triunfantes.
Si es así, será Guindos quien se vuelva con el rabo entre las piernas y las orejas gachas, probablemente condenado a no presidir un Eurogrupo menos rigorista. ¡Y qué decir de Rajoy! ¡Cómo le explicará a la opinión pública que cabía plantear batalla contra el austericidio! ¿Confesará que la reforma laboral y los recortes masivos en educación y sanidad son producto de su convicción ideológica antes que de la necesidad de obedecer el diktat de Bruselas?
Pablo Iglesias debe estar frotándose las manos.
Salvo sorpresa por parte de alguno de los cuatro parlamentos nacionales – señaladamente el Bundestag - que tienen que dar su consentimiento al acuerdo del Eurogrupo del martes 24 de febrero de aceptar la propuesta de reformas presentada por el nuevo gobierno griego, Grecia no quebrará y seguirá en el...
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