La prostituta y el capitán
David Granda 12/03/2015
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Evangelia Kranioti es una mujer hermosa. Esto no es un lugar común.
Para una mujer que se enrola en un carguero mercante de 160.000 toneladas con la idea de rodar un documental, pasa meses en alta mar y viaja al Polo Norte con una tripulación de marineros del este que lo tienen todo preparado para permanecer borrachos varios días seguidos cuando el navío ya esté enfilado, la belleza es un factor a tener en cuenta.
Quizá el cliché sería llamarla valiente, una cualidad que a un hombre se le presupone.
Evangelia Kranioti (Atenas, 1979) es una directora de cine que navegó en grandes navíos entre 2006 y 2014, visitó 21 países y se adentró en la vida de los prostíbulos de ciudades portuarias para rodar Exótica, Erótica, Etc., un documental que se estrenó con éxito en la última edición de la Berlinale y que la Filmoteca madrileña exhibirá el 26 de marzo.
El filme es un retrato descarnado de las rutinas en estos polígonos industriales flotantes y de las mujeres que esperan su llegada en bares y burdeles. Penélopes con un Ulises diario. No hay concesiones ni exhibicionismos, y sin embargo el relato resulta intensamente poético gracias a la voz de sus dos protagonistas. Sandy, la vieja y entrañable prostituta chilena. Giorgos, el sabio capitán griego.
"Soy una pobre mujer de la noche encallada en la orilla del mar, vieja y oxidada", dice Sandy en la cinta con la vista puesta en el puerto desde su apartamento en Valparaíso.
"Me gustaría regresar a China, ver Nueva Zelanda de nuevo... ¿Pero puedes tener el día y la noche al mismo tiempo? ¿Puede uno ser marinero si permanece mucho tiempo en puerto? Te convertirías en lo que no eres en el mar, un inmigrante", reflexiona Giorgos, cuya voz en la película suena amortiguada por el teléfono: su presencia es una sombra que acompaña a las imágenes, una voz en off que te mece con sus ideas pero que nunca se muestra.
Kranioti rodó más de 450 horas de película. Preparó un corte en bruto y el primer espectador fue el director de cine Costa-Gavras. Le gustó lo que vio y puso a la realizadora en contacto con el montador de sus películas, Yorgos Lamprinos. El director de también fue el primero en ver la segunda y la tercera versión.
Como en su filme, Kranioti no se permite muchas concesiones sentada en un café de Madrid: "He rodado un documental de ficciones personales. En el momento en el que alguien te cuenta su pasado, ya navegas en la ficción. De niña me fascinaban las historias de los marineros griegos. Salían de puerto y llegaban a Brasil, un mundo exótico e inexplorado hasta entonces, un mundo nuevo. Todo eso acabó, pero el viaje sigue estando ahí, el deseo, la nostalgia, las despedidas, las relaciones entre hombres y mujeres que se saben extranjeros. Quería conocerlo de primera mano".
Exótica, Erótica, Etc. es la ópera prima de Kranioti, artista formada en la escuela de arte audiovisual de alto nivel Le Fresnoy, en Tourcoing, Francia. Su diario de derrota comenzó en los países del Mediterráneo, Grecia, Italia, Francia, Turquía. Siguió en el mar Negro. Cruzó el Atlántico entre Galicia y Nueva Orleans. Panamá, Colombia, Uruguay, Brasil, donde hizo varias escalas y se enroló en tres navíos mercantes diferentes. Llegó a Chile y Argentina y atravesó el estrecho de Magallanes y el de Bering. Luego continuó en el mar Báltico hasta el Polo Norte y Japón. Hilar sus fechas y puertos supone una tarea homérica.
–¿Cómo logró embarcarse en un mundo tan masculino como el de los grandes buques mercantes?
–Algunos armadores se negaron. Sin embargo, los que aceptaron lo hicieron con una mirada abierta, querían que los marineros se acostumbraran a la presencia de una mujer a bordo con el objetivo de que pudieran trabajar tripulantes femeninos en sus navieras. Y ha funcionado.
–La noche en los prostíbulos de las ciudades portuarias brasileñas también le era ajena.
–Me facilitó mucho las cosas que en Río de Janeiro y en Salvador de Bahía hay una colonia griega muy importante. Fue mi llave de entrada. Y que las prostitutas no trabajan coaccionadas por un proxeneta. Es un mundo más alegre, relajado, dentro de su miseria. Me veían como un elemento extraño, una que quería filmarlas y conocerlas. Y también era extraño para mí. Tuve que aprender sus códigos. Las peleas entre prostitutas, por ejemplo. Son violentas pero muy silenciosas, mudas. Nos vamos a pegar, admiten, pero que no se entere la policía.
Son prostitutas que se enamoran. "Los marineros son como terroristas –cavila una de ellas en el documental–. Llegan al puerto con una bomba llamada amor y la lanzan. ¿Sabes lo que ocurre? La bomba explota cuando ellos se van y nunca regresan, destrozando el corazón de las chicas del vecindario. Qué extraño es amar a alguien que te paga".
Sandy es una prostituta de 68 años castigada por la mala vida, con diabetes, numerosos tumores en su cuerpo y una cicatriz de 15 centímetros entre lo que una vez fueron sus poderes, el pubis y los senos. "Cuando veo ahora a esos niños marineros que llegan al puerto para comprar un minuto de felicidad, pienso que la historia se repite", cuenta.
La película nació en 2006 como un trabajo fotográfico pero a Kranioti enseguida se le quedaron mudas las imágenes, necesitaba un lenguaje más dinámico. Se financió con becas y entre 2011 y 2014 vivió en Brasil y en el mar.
Exótica, Erótica, Etc es una cinta de 73 minutos sin planteamiento, nudo ni desenlace pero con una soberbia coherencia narrativa. En el relato de la vida a bordo en alta mar hay secuencias de trabajo y de tiempo líquido, flexible, el que disponen los marineros para sus parrilladas, misas y farras con Abba de fondo.
"Cuenta la leyenda que hay que surcar 40 olas para romper un maleficio. Imagina hasta qué punto es inmune a los maleficios un marinero, que ha surcado miles de olas", relata el capitán Giorgos como un subrayado lírico de las imágenes. Sobre todo los marineros ucranianos. En una secuencia, uno de ellos se mete en la piscina de recreo del buque y empieza a nadar, sin soltar un instante su botella de cerveza. Los filipinos, que son legión en el mar, llevan a los navíos su afición transoceánica al karaoke.
¿Se conocieron Sandy y el capitán Giorgos? Eso es una ficción que solo les pertenece a ellos. Evangelia Kranioti prefiere no resolverla.
David Granda (@HansGranda) es periodista.
Evangelia Kranioti es una mujer hermosa. Esto no es un lugar común.
Para una mujer que se enrola en un carguero mercante de 160.000 toneladas con la idea de rodar un documental, pasa meses en alta mar y viaja al Polo Norte con una...
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