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Najat Driouech Ben Moussa es una joven marroquí, residente en España desde los 9 años y experta en integración de inmigrantes musulmanes en sociedades occidentales, quien en 2009 decidió vestir velo islámico. Madre de dos hijos, es licenciada en Filología Árabe, diplomada en trabajo social y tiene un postgrado en inmigración, identidad y religión. Actualmente trabaja como técnica de inserción laboral en el Ayuntamiento de El Masnou.
Usted empezó a vestir el velo recientemente. Por qué?
En 2009, porque mi abuela falleció. Tenía una relación muy especial con ella y justo estaba embarazada de Ilias, mi hijo menor. Entré en una lucha interna. Mis padres jamás fueron autoritarios, siempre nos inculcaron el respeto,sobre todo hacia nosotras mismas. Había estudiado Filología Árabe y profundicé más en mi religión. Leí Mujer y musulmana del tirón en una tarde. Mi escala de valores cambió y decidí ser un poco más religiosa.
Ahora mismo no lo lleva puesto.
Cuando estoy en el trabajo, no lo llevo. Es complicado. Psicológicamente has de ser fuerte como un roble. No quiero llevarlo puesto y pasar lo que han pasado muchas mujeres. Si me lo pongo mientras trabajo y se me acerca alguien con unos prejuicios ya establecidos, no me dará la opción de acercarme. Hace poco aparecí en TV3 con el velo. Recibí muchas llamadas de conocidos sorprendidos porque lo llevaba puesto. Al principio, intenté ser pedagógica. A la cuarta llamada, contesté: ¿cuál es el problema? Se asocia el velo a religión y retroceso, hay mucha ignorancia. Y esto duele. Incluso nos toman por sumisas... ¡que se lo digan a mi marido! [ríe].
¿Qué pensó él cuando tomó la decisión?
Me preguntó si estaba preparada. Yo no era consciente de lo que iba a afrontar. Me crié en unos valores democráticos en los que se nos decía que todos somos iguales, que se respeta la diversidad. Él me advirtió: "Igual hay gente que no querrá continuar siendo tu amiga". Y tenía razón. Mucha gente cambió el trato y la percepción hacia mí. Tengo amigas que lo han pasado fatal. Zaida, que es enfermera, sólo puede trabajar en residencias de ancianos. Con el velo, solo podía hacer guardias nocturnas en el hospital. Incluso le negaron las prácticas de posgrado por llevarlo.
El Colectivo Contra la Islamofobia en Francia asegura que casi el 80% de las denuncias que recibe proceden de ciudadanas, en su mayoría discriminadas por llevar velo. ¿Qué ha propiciado este rechazo?
Es culpa de todos, incluidos los musulmanes. La sociedad no ha hecho pedagogía. Hay centros educativos con el 75 % de niños y niñas extranjeros, con docentes sin formación en diversidad cultural. El profesor afronta una situación demográfica distinta de hace veinte años, y no tiene herramientas a su disposición. Hay maestros que, sin maldad, hacen un comentario ofensivo por pura ignorancia. Un profesor le dijo a una alumna: "ya puedes quitarte eso (el velo), nadie te ve". Esa niña está en un proceso de construcción de su identidad. Hoy aparece con el velo, y mañana tal vez con una falda larga.
¿Considera que las medidas aprobadas en determinadas ciudades para prohibir el hiyab (pañuelo que cubre el cabello, pero deja el rostro al descubierto) o el nicab (velo que oculta la cara) alimentan el prejuicio islamófobo?
Las prohibiciones no son buenas. No me entusiasma las mujeres que viste el nicab, pero allá ellas. Yo no soy nadie para prohibir, como si quieren ir con una máscara de Spiderman. Queremos prohibir el nicab, pero a la vez fomentamos el turismo de los petrodólares.
Caminando por Diagonal Mar, en Barcelona, es frecuente ver a mujeres cubiertas de negro de pies a cabeza.
Claro, cuando los cruceros paran aquí y se les lleva a las tiendas de lujo, lo del nicab no importa. Cuando viene un emir de una familia rica y reservamos toda la planta del mejor hotel de Barcelona y los camareros reciben propinas de cien euros, todo está bien.
Tras los atentados de París, las muestras violentas de islamofobia se dispararon en Europa. El líder del movimiento de extrema derecha alemán Patriotas Europeos contra la Islamización de Occidente (PEGIDA en su acrónimo germano) dijo que “los islamistas han mostrado hoy en Francia que no saben comportarse en democracia y que sólo contemplan la violencia y la muerte".
El Islam no tolera la muerte. Y menos la de una persona inocente. La islamofobia no ha aumentado, muchos ya tenían sus prejuicios. El episodio de París ha elevado el tono de un rencor que siempre ha existido. También ha servido para que los islamistas radicales ganen terreno. Había musulmanes que no lo tenía claro y, tras la reacción de la sociedad y los políticos, se han unido a su causa. Cuando se derramó la sangre en París todos corrieron a manifestarse, pero nadie salió a la calle tras los atentados en Kenya.
Hay formaciones políticas que no cargan solo contra los extremistas, sino contra la población musulmana en su conjunto. Consideran que su presencia y expansión supondrá una suplantación de la cultura y valores occidentales.
Mientras no existan leyes que penalicen estos ataques verbales xenófobos contra un colectivo, seguirá habiendo gente así. Gente como Xavier García Albiol [Alcalde de Badalona, Cataluña, por el Partido Popular (PP)], quien afirma que él no tiene porqué obligar a un alumno español a compartir aula con un extranjero. Hay que crear un frente común para sensibilizar. Lo repito: los profesores deberían explicar todas las realidades existentes. Tenemos policías que van a combatir el yihadismo y no saben diferenciar una rumana con falda de una árabe.
La furia de los yihadistas se desató, nuevamente, por la caricaturización del profeta Mahoma. ¿Aprueba el humor satírico sobre cuestiones religiosas?
Pienso que se debe respetar a todo el mundo, y a veces no todo vale. Creo en la libertad de expresión y la defiendo. Pero a veces no hay límites. Para algunos puede ser un problema, porque pueden sentirse agredidos. También pasa con la Iglesia. Se trata de religiones que siguen miles de personas, con una diversidad sociológica, ideológica y social muy amplia.
Analistas internacionales advierten que Catalunya alberga la mayor concentración de islamistas radicales en Europa, es cuna del salafismo yihadista y base operativa de células terroristas. Porqué atrae tanto esta tierra a los fundamentalistas?
Estamos al lado de Francia, la puerta de Europa. Estas células se financian con mucho dinero, no tenemos ni idea del alcance del tema. Barcelona es una capital internacional, con un gran aeropuerto, que supone una inmejorable puerta de entrada para aquellos que no quieren ser identificados. Pero expliquemos bien las cosas. Hay grupos salafistas aquí hace mucho, de los más radicales. Y se sabía. Parece que no se acuerdan ya de que tras los atentados de Atocha se detuvo gente en Santa Coloma de Gramanet y en Lleida.
A menudo se remarca la discriminación que sufre la mujer en algunos países musulmanes, como Irán o Arabia Saudí. ¿Es compatible la libertad de acción y expresión de la mujer en las sociedades musulmanas?
Totalmente. Hay algo que la gente desconoce. Hay muchas mujeres muy importantes en la historia musulmana. Y no nos engañemos. Hay países dictatoriales, como los que mencionaste, que tienen regímenes políticos dictatoriales excusados en una religión, limitando el derecho de las mujeres.
Es frecuente la aparición del tópico de que Islam y democracia son incompatibles. Tras las primaveras árabes, que demandaban poner fin a eternas tiranías en países como Túnez, Libia, Egipto o Siria, el caos actual contribuye a alimentar esa idea.
Deberíamos preguntarnos quién son los interesados en que se produjeran las revueltas. Mucho hablar de Libia, pero hoy los libios están abandonados en el caos total tras la muerte de Gadafi. Quien tiene el poder de los pozos de petróleo y gas es Occidente. Lo mismo ocurre en Irak. En los enclaves dominados por el mal llamado Estado Islámico, primero saquean bancos y, después, llegan a acuerdos con gobiernos como Arabia Saudí para repartirse el control del gas y el petróleo.
Actualmente, ya hay segundas y terceras generaciones de inmigrantes musulmanes en Europa. ¿Cree que sigue existiendo la percepción de que viven en guetos separados de la sociedad?
En Francia, por ejemplo, los guetos se crearon políticamente. Edificios de protección oficial en el extrarradio y montones de ayudas oficiales. El error que cometieron fue aislarlos. Ahora son mayores, con DNI francés, pero cuando salen de su microcosmos, la sociedad no los acepta como franceses. Los líderes radicales de Irak o Siria se frotan las manos con estos chavales, fácilmente manipulables por que tienen la necesidad de creer en algo.
¿Echa en falta mayor presencia de mensajes conciliadores desde las facciones más moderadas de las comunidades musulmanas occidentales para rebajar el prejuicio?
Yo soy muy crítica. Echo de menos una alianza de los países musulmanes para rechazar frontalmente el fundamentalismo. ¿Por qué no lo hacen? Alguna explicación habrá. Algún país importante habrá dicho que mejor estén calladitos, así nadie los invade.
Hablemos de fe. ¿Qué papel supone la mezquita en la rutina diaria de un musulmán en nuestra sociedad?
Para los más creyentes, ejerce un papel importante. Es el lugar de reunión de la comunidad, se proponen mejoras y se votan. Se hace obra social por el bien del colectivo. Se continua la tradición, que los niños conozcan su cultura y religión.
Mayoritariamente, se trata de locales semiclandestinos alejados de los núcleos urbanos.
Yo lo que no entiendo, por ejemplo, es por qué el gobierno catalán no permite la normalización de las mezquitas. Para la administración es mejor, así podría verlas y controlarlas. ¿Por qué este interés en llevarlas a los polígonos industriales, donde se alejan de la realidad social? Igual que hay iglesias, pueden haber mezquitas. No es un matadero de pollos, es una entidad cultural y religiosa.
Najat Driouech Ben Moussa es una joven marroquí, residente en España desde los 9 años y experta en integración de inmigrantes musulmanes en sociedades occidentales, quien en 2009 decidió vestir velo islámico. Madre de dos hijos, es...
Autor >
Ofer Laszewicki
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