Tribuna
Adiós a Cospedal, la reina en la torre de marfil
Cristina García Pérez 28/05/2015
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Una jornada electoral en Castilla-La Mancha es un Domingo de Ramos plebiscitario. Primero viene la procesión de señoras manchegas, más madrugadoras que cualquier otro habitante, engalanadas para la ocasión. No faltan aquellas que salen de casa solo en año bisiesto, las que sostienen su sobre con desconfianza pegado al pecho, las que preguntan qué partido defiende la religión para entregarles su papeleta. Las acompañan los señores de la tercera edad, algo más silenciosos, en su peregrinación a las urnas.
"Si el error fue cambiar lo que ya funcionaba", comentan en la puerta del colegio electoral. 30 años de gobierno socialista hace que muchos miren con nostalgia legislaturas pasadas. Algunos también se acuerdan de sus nietos, que el paro se ha cebado con ellos, que este voto va en su nombre.
Luego viene la saeta de los pasos de las familias con hijos. No se olvidan de los precios del comedor escolar, ni del 30% de tijeretazo a los fondos de educación desde que comenzó a gobernar María Dolores de Cospedal. El miedo a los nuevos partidos se cuela en las conversaciones: hay candidatos muy jóvenes, no tienen experiencia gobernando, más valdrá lo malo conocido que lo bueno por conocer.
Algo más tarde, la comitiva joven hace acto de presencia. Se les ve indignados y felices, desafectados y esperanzados. También están presentes en todas las conversaciones los que faltan: los cerca de 40.000 jóvenes manchegos que se marcharon al extranjero con la crisis, también aquellos que no votarán este año. La desidia hacia el ámbito político se ha traducido en un 3,19% menos de participación respecto a los comicios de 2011.
María Dolores de Cospedal, la reina en la torre de marfil, no ha bajado de la estancia más alta de su fortín para escuchar a los castellano-manchegos
Con esta estampa polarizada, de foto en blanco y negro con filtros de instagram, el único factor (casi) común del pasado domingo fue la fatiga por los recortes acometidos en la comunidad los últimos cuatro años. Cospedal perdió su laboratorio neoliberal en Castilla La Mancha, pasando de un 49,26% en 2011 a un 37,51% en esta ocasión.
Un resultado agridulce se mire desde el punto de vista que se mire: el Partido Popular dice que venció pero queda a un escaño de la mayoría absoluta lo que lo posiciona de forma casi segura en la oposición o en una mayoría simple incomoda, el PSOE se regocija pensando que con el beneplácito de Podemos gobernará de nuevo pese a que por el camino ha dejado 100.000 votantes y los nuevos partidos hablan de renovación aunque el bipartidismo siga acaparando un 74% de los votos. Pero todos los focos la miran a ella.
María Dolores de Cospedal, la reina en la torre de marfil según su biografía, no ha bajado de la estancia más alta de su fortín para escuchar a los castellano-manchegos. Altiva y distante ha ejecutado sus medidas casi en diferido, que por La Mancha ha pasado bien poco.
Si su majestad hubiese tenido la capacidad de leer el futuro, habría podido predecir que los cambios legislativos que llevó a cabo, que redujeron el número de escaños de 49 a 33 en la región, se convertirían en su falta de apoyo para revalidar el puesto. Con el antiguo modelo el PP habría conseguido 21 escaños, PSOE 20, Podemos 4 y Ciudadanos otros 4. Con el nuevo modelo el PP cosecha 16 escaños, PSOE 14 y Podemos 3 (con el resultado provisional).
La popular estaba demasiado centrada en su proyecto político como para pensar que nuevos modelos y partidos pudiesen interponerse en su camino. Sufrió en sus carnes el síndrome de la torre de marfil, ese que hace que los estudiosos se desconecten de la realidad ensimismados en propia creación.
Mientras tanto, Emiliano García-Page (PSOE) se ha apresurado a vender la piel del oso. Dio por hecho un pacto con Podemos sin haberse reunido con su Secretario General, José García Molina. Cualquier otro pacto parece inverosímil.
Con este panorama, Cospedal se ve obligada a retornar al feudo de Génova 13, aunque algunas voces ya piden la cabeza de la líder del Partido Popular en su cargo como Secretaria General. Quizás la reina en la torre de marfil es un símbolo claro de la época del recorte y el despotismo, y ahora tocan tiempos de cambio en el partido.
Una jornada electoral en Castilla-La Mancha es un Domingo de Ramos plebiscitario. Primero viene la procesión de señoras manchegas, más madrugadoras que cualquier otro habitante, engalanadas para la ocasión. No faltan aquellas que salen de casa solo en año bisiesto, las que sostienen su sobre con desconfianza...
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Cristina García Pérez
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