Audioscopio
Los exploradores del piano
Los nuevos discos de Rachel Grimes y Nils Frahm confirman a ambos pianistas como renovadores del instrumento y exploradores de sus incógnitas
Marta Castro Berthelin 3/06/2015
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Seis años después de su primer disco en solitario, Rachel Grimes acaba de publicar The clearing. La pianista de Louisville, Kentucky, destacó en los 90 por pertenecer a los irrepetibles Rachel’s.
El grupo fue fundado a principios de esa década por Jason Noble, bajista y guitarrista de Rodan y Shipping news, a quien se unieron el violista Christian Frederikson y Rachel Grimes. El nombre de Rachel’s no vino inspirado por nuestra protagonista sino que, al parecer, la verdadera musa era el coche de Noble. Juntos publicaron seis discos maravillosos que mezclaban el post-hardcore, la música de cámara, el minimalismo y un omnipresente gusto por el arte en todos los sentidos. Así lo demuestra su segundo disco, Music for Egon Schiele (1996), que fue concebido para acompañar a una producción de teatro y danza inspirada en la vida del pintor austriaco. El mismo año publicaron The sea and the bells, otro disco conceptual sobre El mar y las campanas de Pablo Neruda.
Con el bagaje de Noble y el ambiente propicio de Louisville que ya había visto nacer a Slint y a Squirrel Bait, no es de extrañar que Bob Weston (Shellac, Volcano suns) fuera el productor de casi todos sus discos. Sin embargo, no sólo de post-rock y clásica moderna vivían Rachel’s. El coqueteo con la electrónica llegó junto al dúo californiano Matmos, en el inquietante Full of night (2000).
La discografía de Rachel’s se cerró en 2005 con el EP Technology is killing music, que le debe mucho al ambient y, por supuesto, a la tecnología. Desde entonces, Grimes ha participado en un sinfín de proyectos con compañías, orquestas y músicos de todo el mundo. Incluso formó parte del grupo King’s daughters and sons, más cercano al slowcore, en el que participó con su voz además de con el piano.
Su primer disco en solitario, el apacible Book of leaves, fue compuesto en un monasterio de Kentucky y ofrecía catorce piezas de puro piano, libre de añadidos, salvo los cantos de las ranas y de los pájaros. El piano como intérprete de la vida íntima totalmente permeable a la naturaleza.
Every morning, Book of leaves (2009)
Imposible no pensar en Debussy o Ravel y aprovechando influencias se pueden forzar relaciones. Quizá si Ravel no hubiera muerto en 1937, hubiera sido el candidato perfecto para dar sonido en 1938 a la película muda de Wallace Kelly, Our day. Esta pequeña joya, que recuerda a una especie de Tren de sombras esperando a José Luis Guerín, documentaba un día cualquiera en la vida de una familia en Lebanon, Kentucky. Nada más alejado de Ravel, claro, pero para unirlos está Rachel Grimes, quien en 2011 puso una música alegre a ratos, nostálgica a otros, y siempre de aparente contemporaneidad a tan bellas imágenes.
Tantos años sin nuevas composiciones han merecido la pena. En The clearing, Rachel se rodea de los mejores colaboradores. El piano entra y sale, conversando con instrumentos como el saxo de Jacob Duncan, las cuerdas de la Amsterdam SInfonietta, la batería de Kyle Crabtree (Shipping news) o la viola de Christian Frederickson (Rachel’s). Meciendo todo el disco, la mano ambient de Loscil.
Durante algún tiempo, uno de sus compañeros de cartel por diferentes países fue Nils Frahm. El pianista berlinés, que ha publicado una decena de álbumes además de colaboraciones con artistas como Anne Müller, Ólafur Arnalds o Peter Broderick, es uno de los máximos exploradores del sonido del piano.
Una de sus mayores virtudes es la de aprovechar imprevistos o limitaciones para que cada uno de sus discos tenga una historia que contar. El inconveniente de tener vecinos y de tocar un instrumento tan ruidoso le llevó a añadir fieltro entre los macillos y las cuerdas, dando lugar a uno de sus discos más logrados. Su título, Felt (2011), hace honor al material que le hizo posible practicar de noche. Pero el ejemplo más claro de cómo es capaz de afrontar obstáculos en apariencia insalvables es Screws (2012), que fue compuesto para tocar sin el pulgar de su mano izquierda tras habérselo roto en un caída.
Frahm ha superado también las flaquezas de sus propias composiciones. La pieza Said and done ha sido transformada a lo largo de años de conciertos dándole toda la intensidad y la redondez que no consiguió en The bells (2009), el disco para el que originalmente fue grabada. Prueba de ello fue Spaces (2013), disco en directo que reunía a sus compañeros ya habituales: un piano de cola, el piano preparado con fieltro, un portátil, sintetizadores y un pedal delay.
Spaces reflejó su búsqueda incesante de nuevos sonidos, una constante en su carrera como músico y productor que explica su buena sintonía con David Klavins. El constructor de pianos puso a su disposición The giant, el piano más grande del mundo, y el resultado fue Solo (2015), su último disco.
Juntos han seguido fantaseando sobre otros modelos. Frahm le encargó el Una corda, con una cuerda por cada nota en lugar de tres y de acero inoxidable, más ligero para transportar. Además, ha querido facilitar la costosa construcción del nuevo reto de Klavins, el M450, que superará en dimensiones a The Giant. Con él pretende sacar el sonido más intenso y perfecto que un piano haya tenido nunca. Ilusión y subjetividad no les falta pero, por supuesto, talento tampoco.
Nils Frahm declaró “Día del piano” al 29 de marzo, octogésimo octavo día del año por las 88 teclas que tiene un piano. Haciéndolo coincidir con la publicación de Solo, permitió que las descargas fueran gratuitas para que las donaciones y parte de los beneficios recogidos con las copias físicas se destinasen a la construcción del M450. Su puesta de largo se hará en el “Día del piano” de 2017. A ojos de Frahm será la demostración de que es posible salirse de los cánones establecidos por las casas tradicionales que rigen el mercado como Steinway y Yamaha. Vienen tiempos nuevos para el piano.
Seis años después de su primer disco en solitario, Rachel Grimes acaba de publicar The clearing. La pianista de Louisville, Kentucky, destacó en los 90 por pertenecer a los irrepetibles Rachel’s.
El grupo fue fundado a principios de esa década por Jason Noble, bajista y guitarrista de Rodan y...
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Marta Castro Berthelin
Documentalista y enamorada de la música.
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