Análisis
El coraje de Carmena y la memoria
François Ralle Andreoli 16/06/2015
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La radicalidad y unicidad del genocidio de los judíos y gitanos de Europa es irreductible y no admite bromas. Algunos piensan que ni admite la ficción. Por eso la película Shoah, de Claude Lanzmann, un documental de 9 horas, es inigualable y se impondrá siempre a los difíciles e imperfectos intentos de acercarse al horror a través de la narración.
Manuela Carmena, con pedagogía y serenidad, como siempre, ha explicado lo que molesta en los tuits de Guillermo Zapata, del que nos quedaremos con sus repetidas disculpas y con las que no piden los que tacharon (sin humor) de filoetarra a Manuela. El ataque a Carmena ha sido antes de nada el vector de una primera ofensiva, seguramente planeada, de descalificación a un proyecto de unidad popular que da miedo a los que tenían las riendas hasta ahora y todavía no han rendido cuentas sobre tantas tramas oscuras que se han revelado.
Hemos visto en un reciente programa de televisión que las garras ya están fuera y que a la nueva política se le pide un balance sin haber ni siquiera empezado. Calumnia, que algo queda. No. No hay "gente rara" ni "racismo" en la nueva izquierda, la que se enfada cuando se les quita la tarjeta sanitaria a los de fuera, la que es heredera de tantos republicanos españoles que lucharon contra los nazis en la resistencia francesa.
Mas allá del politiqueo y del hecho de que no hemos oído a casi nadie protestar por la campaña del alcalde de Badalona que pretendía "limpiar" su ciudad, o porque se autorice en un municipio de Palencia un homenaje a la Legión Cóndor, esta polémica es representativa de un cierto nivel de aproximación en el conocimiento de la historia de la II Guerra Mundial, y en particular del genocidio judío.
Podríamos tomarla como punto de partida para avanzar en la pedagogía y trabajo de memoria histórica que se debe de hacer al respecto de este terrible crimen contra la humanidad del siglo XX. Seguramente es lo que hará el nuevo responsable de cultura de Madrid. En España, país del que se expulsó a los judíos, no lo olvidemos, se debe de incrementar el trabajo de memoria, para subrayar la especificad de esta tragedia de los años 40 y todo lo que nos enseña. Ese trabajo se hace ya desde la universidad, la casa Sefarad, vinculada al ministerio de Asuntos Exteriores, en Andalucía en torno a la historia ejemplar de las "tres culturas" y cada vez más desde las escuelas.
Queda también pendiente el enorme trabajo histórico y memorial sobre la suerte reservada a los pueblos romaníes en Europa, en un país donde se habla poco de la discriminación vivida por los gitanos, inscrita en la ley hasta 1978 (año en el que se elimina del reglamento interno de la Guardia Civil la mención explícita a los gitanos), y que sigue siendo un gran tabú.
El tuit, horrible, estaba "entrecomillado" e incluido en una discusión sobre los limites del humor negro, pero la perversidad empieza siempre, como el machismo o la homofobia, con una broma aunque sea rebotada. Con pedagogía y argumentos, se enseña que no se puede jugar con eso. Y de los errores se aprende. En Francia, en otro contexto histórico, se ha hecho un trabajo de memoria importante, que es central en las escuelas. El Estado reconoció oficialmente muy tarde, en 1995, la colaboración del gobierno de Vichy en el genocidio. Por supuesto, no hay nada más formador para los franceses que haber podido escuchar a los últimos supervivientes del terror absoluto y convivir con sus hijos y nietos.
Eso no impide que, a pesar de ese esfuerzo pedagógico colectivo, haya surgido el movimiento de extrema derecha más peligroso del continente, cuyo fundador se hizo famoso por sus chistes antisemitas. La bestia parda es terrible y siempre puede reaparecer. La vemos intentar seducir hoy a los jóvenes a través de nuevas figuras, como el supuesto humorista Dieudonné, que ha hecho del mal gusto rancio y racista un negocio peligroso.
Se multiplican los actos de violencia racista, antisemita y en contra de los gitanos de Europa del Este en sus países de origen pero también de acogida. Hace poco mas de un mes, el alcalde francés de Haubourdin, recordando otros tiempos, hecho un muro de barro para separar un campamento gitano de su pueblo, practicas que ya se habían visto en la Hungría del partido Jobbik.
Por estas razones, leyendo las reacciones en torno a esta polémica, uno se dice que muchos de los que la quieren utilizar con fines partidarios necesitarían también mejorar su vocabulario y conocimiento. Deberíamos en España aprender de una vez, por ejemplo, a eliminar del vocabulario periodístico y político la palabra Holocausto, que no utiliza ya ninguna escuela historiográfica seria. Un holocausto era un sacrificio ritual griego, y no hay palabra más inadecuada para calificar la eliminación sistemática ("exterminio" es una palabra nazi que no deberíamos usar tampoco, que se aplicaba a los parásitos y a las ratas como el Zyklon B en su origen), decidida al principio de los años 1940, según un proceso complejo que analiza el historiador americano de la escuela funcionalista Christopher Browning: primero por fusilamientos masivos ("genocidio por bala") y luego con formas industriales de "destrucción de los judíos de Europa" (Raul Hilberg), en camiones o cámaras de gas.
Utilicemos de una vez el neologismo del jurista Lemkin, genocidio, (destrucción de un pueblo), o la que proponen los supervivientes y asociaciones, Shoah para los judíos y Porraimos (Devoración) para los gitanos, que consigue expresar la especificidad indecible y el horror del evento más terrible del siglo XX, como lo hace la película monumental de Claude Lanzmann del mismo nombre, que infelizmente se ha visto poco en España. Seamos rigurosos y pedagogos y enseñemos la carga universal y la especificidad terrible de esta historia de los judíos de Europa que no soporta bromas, sino tal vez las de las víctimas (véase el interesante "Rire, Mémoire, Shoah" de Andréa Lauterwein, Editorial de l’Eclat).
En la ciudad de todos que se ha vuelto el Madrid de Manuela y #AhoraMadrid que ha despertado nuestro entusiasmo y al que se mira desde toda Europa, esta puede ser una de las tareas culturales y de memoria histórica a poner en marcha.
Porque, en el ámbito de la memoria histórica, efectivamente, queda mucho por hacer.
François Ralle Andreoli es cargo electo del Front de Gauche y Ecologistas, residente en España. Miembro de la dirección del Parti de Gauche. @franralle
La radicalidad y unicidad del genocidio de los judíos y gitanos de Europa es irreductible y no admite bromas. Algunos piensan que ni admite la ficción. Por eso la película Shoah, de Claude Lanzmann, un documental de 9 horas, es inigualable y se impondrá siempre a los difíciles e imperfectos intentos de...
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