Trabajar en libertad -sin Director- ha de parecerse a lo que hacía González Green con su (s) globo (s): lo que le diera, lo que le viniera en gana. Y si hoy no hago nada, pues no he hecho nada.

También es verdad que tener el amparo de la Dirección da confort y seguridad, y tranquilidad.

-  ¿Te acuerdas de Jenny Wallenda?-, me pregunta mi jefe.

-  Bueno, pues Jenny era capaz de hacer lo que hacía porque trabajaba con red-, añade como para zanjar.

¡Joder con M.M.! Si alguien se atreve a añadir algo que añada.

La buena de Wallenda murió el pasado abril, de vieja: “MUERE LA TRAPECISTA JENNY WALLENDA. Jenny Wallenda fue artista de la cuerda floja de adulta, y efectuaba acrobacias a pelo sobre caballos cuando era niña”.

Luego he buscado algo más sobre este asunto por si M. me preguntara.

“El esposo de Jenny Wallenda, Richard Faughnan, falleció en 1962 cuando se derrumbó una pirámide humana, y Karl Wallenda -el padre de Jenny, increíble equilibrista- falleció de una caída en 1978”.

No sé si a eso se puede llamar “antecedentes”, pero suponiendo que sí, Jenny podría (si pudiera) sentirse muy afortunada por morir con ochenta y tantos años, contra pronóstico.

-  A esa Rosa Passos no se la conoce por aquí. Además no me dijiste nada de que fueras a hablar de música-, me dice M.M., el patrón.

Y que conste que yo lo hago por diferenciarme de Soledad Gallego o de Ricardo Uribarri, pero eso no se lo digo. Y me empeño un poco.

-  Tampoco yo la conocía hasta hace meses. Pero me ha dado fuerte.

Será de esas cosas que se dicen sin mucho fundamento, cosas como de folleto de agencia de viajes: “Venga a Brasil y déjese envolver por la samba, como Dilma Rousseff, igual”. Y también alguna foto de playas y del Cristo en el Corcovado.

“Bésame mucho”  tiene que ser una de las canciones, cantadas en español, con más versiones grabadas y sin grabar. La pera.

La versión de Consuelo Velázquez, que debió ser de las primeritas o la primera, me gusta pero la verdad es que la tengo que imaginar, porque las grabaciones que quedan son tan pobres -la época- y suenan tan mal -la época también-, que requieren voluntad y entrega por parte de quien la escuche.

Harry Connick tiene una cojonuda, y ésa sí que suena bien.

A mí ahora me ha dado con la de Rosa Passos, la brasileira de la que M. no quiere que hable.

No sé qué aspecto tiene la pájara, pero seguro que excelente. Canta que (me) mata. A mí se me ha metido en la cabeza que me conoce, que le han hablado de mí o ha visto una foto, o algo. Pero ella ya se ha hecho una idea (sin base).

Cundo la Passos canta “Bésame mucho”, me parece que me lo dice a mí y si estoy con alguien me pongo rojo. Me apuro, de verdad.

Estoy seguro de que M.M. cambia de idea cuando la escuche.