PROCESANDO EL YUYU
Lo de Pol Pot
Piketty ha escrito una descripción funcional, al turrón y con juego de piernas, del trumpismo. No lo llama fascismo ese momento histórico. Es posible que, por eso mismo, ya no haya fascismo, como ya no hay ‘hippies’, ‘punks’ o hititas
Guillem Martínez 22/02/2025
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Asteroides. / J. R. Mora
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1- Que los Dioses nos den, por un tubo, tiempos apasionantes. Siempre que podamos contarlo. Es decir, describirlo.
2- Piketty –en casa somos muy de Piketty–, en todo caso, lo ha hecho. Ha escrito en Le Monde una descripción funcional, al turrón y con juego de piernas, del trumpismo. No llama fascismo a este momento histórico. Es posible que, por eso mismo, ya no haya fascismo, como ya no hay hippies, punks o hititas. Lo que hay, lo que viene, es la nueva extrema derecha, la mayor amenaza a la libertad, la democracia y, tal vez, a la vida, desde el fascismo. Por lo que es preciso, lo dicho, describirla.
3- No lo denomina fascismo. Piketty va y lo llama nacional-capitalismo, y lo caracteriza por la reproducción de dinámicas europeas –catastróficas– del siglo XIX, que culminaron en la guerra de 1914-18. A saber: la lucha feroz por el control de territorios y materias primas, utilizando como herramienta, para todo ello, el arancel y el tributo desmedido, en modo Prusia y Francia. La cosa, como sabemos de anteriores películas, culminará, más pronto que tarde, con el fin –como tras el paréntesis 1914-45 y sus 80 millones de muertos– del nacional-capitalismo y la frustración del simpatizante de esas opciones, que volvería a buscar su inocencia ante el desastre, enviando lo votado y apoyado a la papelera de la historia por otros 80 años. Todo apunta a que el trumpismo, esa ruina económica garantizada, será, en fin, más o menos breve. Pero muy, muy, muy caro.
4- Lo –aún más– interesante del artículo de Piketty es cómo explica el giro revolucionario del conservadurismo EEUU. Es, agárrense, la consecuencia –el tirar p’alante, en modo desesperado– del fracaso económico, absoluto, de las dos presidencias Reagan –1981-89–. No corregidas posteriormente, ni en las presidencias demócratas. Reagan, el primer intento severo de revolución neoliberal en EEUU, fue determinante en el histórico recorte en educación, sostiene Piketty, con el que EEUU inauguró solemnemente su decadencia futura, desde la que nos saluda Trump con la manita. Tan solo ese recorte posibilitó que la economía EEUU fuera chuleada por la europea en los 90, y que el PIB chino superara al de EEUU en 2016 –esta mañana a primera hora el PIB chino supera al de EEUU en un 30%; en 2035 estaba previsto que fuera ya el doble, pero puede que Trump acelere ese trabajito de Reagan–.
5- La originalidad del trumpismo es, en términos económicos, que es algo ya vivido en el XIX. Como sucede con el amor, algo después de los 12 años, ya vivido, lo que no impide su dolor furioso. Es también –el trumpismo, no el amor– la consecuencia de la decadencia educacional de EEUU –también de sus gobernantes–, sostenida desde los 80, cuando con Reagan se olvidó de que “la prosperidad duradera viene de la inversión social, en la educación y en el medio ambiente”. No, lo de Trump no es fascismo. Es otra barbarie llamada neoliberalismo, esa tierra quemada en estampida hacia su –escaso– futuro.
6- Por cierto, y por aportar buen rollo: Piketty propone una agenda europea contra el trumpismo. Consiste en a) apostar por el derecho y la justicia, b) satisfacer la justicia económica, fiscal y climática, c) superar a EEUU en productividad –“como ya ha hecho Europa en salud y en esperanza de vida”. Y, d), o tachán-tachán, apostar por “el socialismo democrático y ecológico a escala mundial”.
7- Y, aquí, un inciso. Tanto la derecha liberal, o casi-liberal, como la socialdemocracia o casi-socialdemocracia, de alguna manera huelen/saben eso. Saben que esto es un fin de época, tras lo cual vendrá lo nuevo, un ERE absoluto del pasado, para bien o para mal. Pero son presas de sus dinámicas creadas a lo largo de casi 50 años de neoliberalismo. Ejemplos de ello en Europa: a) la Comisión ha intensificado la inversión en IA. Ve partido, en b) una partida que estaba, hasta Trump, decantada fuera de Europa. Es decir, de alguna manera Europa c) cuenta con la fuga de cerebros de EEUU –a China y, si se juegan bien las cartas, también a Europa–, donde ya han empezado los recortes, severos, históricos otra vez, en la universidad. Para el tema IA, la Comisión propone, concretamente, una inversión público-privada descomunal, de 200.000 millones de euros. Impresionante, si bien no es descartable que la gestión de ese monto transcurra en la lógica neoliberal, ante el desconocimiento y el olvido de cualquier otra lógica. Lo que sería tirar el dinero y la oportunidad histórica, bajo la forma de otra donación neoliberal a las empresas, una suerte de Next Generation 2.0. Ejemplos en España: Moncloa parece interesada, y se ha movido en esa dirección ante la Comisión, en un chute de industrialización continental, sustentado en la emisión de deuda, en modo plan-Draghi. Chachi. Pero Moncloa compagina esos posicionamientos, novedosos con lo antiguo y obsoleto: propone, fieramente, que la última cotización de salario mínimo pague el IRPF. Es decir, la socialdemocracia, impregnada de neoliberalismo, no comprende el palabro “mínimo” de la construcción salario-mínimo, y sigue apostando por el IRPF neoliberal, aquel que dejó de ser el punto de reparto y corrección de la riqueza, para pasar a ser una trampa para asalariados. En otra ventanilla de la socialdemocracia local/el PSC parece no comprenderse la crisis de la vivienda en Catalunya –avanzadita; puede significar, en un tiempo, la salida en globo del PSC del Ajuntament BCN, incluso, si se pone barroco, de la Gene–, que se encara desde principios –viejos, seniles– neoliberales, aplazando legislación y potenciando la construcción de nuevas viviendas en modo público-privado, ese pelotazo. La época es así. Lo nuevo no ha nacido y lo viejo no para de matar, con arma blanca, con los dientes, a lo nuevo. Fin del inciso.
El trumpismo es la culminación de una dinámica antieconómica nacida en los 80, como las hombreras, esa otra vía muerta
8- El trumpismo es la culminación de una dinámica antieconómica nacida en los 80, como las hombreras, esa otra vía muerta. Han tomado el poder empresarios antieconómicos que, gracias al programa que defienden aún hoy, ya habían perdido la partida ante China cuando no eran empresarios, sino niños. La economía EEUU, sometida a sus mitos reaganistas, explotará, sencillamente porque ya lo ha hecho. Y esa explosión será el 1918 formal de EEUU, su fin como potencia, su momento Europa. Y un cambio, un antes y un después en el capitalismo, que se civilizará o se embrutecerá, a saber. En los 90 asistimos al fin –dramático, catastrófico– de la economía centralizada y, me temo, podemos asistir en breve al fin –dramático, catastrófico– de esa economía capitalista centralizada que es el neoliberalismo, el capitalismo que, tras ganar la Guerra Fría, creyó que ya no había enemigos, cuando él era el enemigo. Y no un enemigo cualquiera, sino aquel que, literalmente, lo ha roto todo. Ahora tras experimentar el fracaso, cree que, para sobrevivir, debe romperlo todo más aún, lo que es una buena definición del trumpismo. Y nos conduce, sin pasar por la casilla de salida, snif, al punto 17.
9- Sí, bueno, pero ¿qué forma política adquiere esta dinámica económica ruinosa? Desde luego, no es la democracia. Pero es complicado describir los cambios formales de la democracia en EEUU, en tanto Trump está cumpliendo lo señalado en las cerca de 1000 páginas de su programa. Ilegible, inabarcable. Político, en lo que es una metáfora, ha identificado solo 37 órdenes. Lo que es mucho y, a la vez, poco. En todo caso, se puede ordenar lo acaecido en cuatro ejes políticos: tradicionalismo gagá y reaccionario, eliminación de contrapoderes, aislacionismo comercial y militar, y recorte del Estado y de sus funciones. Pero todo eso, de cerca, brilla más.
10- El hecho político más determinante está siendo la primacía del Ejecutivo sobre el Legislativo. El Congreso, así, no es utilizado en esta revolución neoliberal. Lo que indica a) temor por parte del Ejecutivo, desconfianza ante sus propios congresistas y senadores. Es decir, debilidad. De la que hay que tomar nota. La supremacía del Ejecutivo sobre el Legislativo es también, y no obstante, b) un itinerario meditado del trumpismo. Tal vez aquí se esté desarrollando el gran programa de Trump. En una cultura jurídica y política en la que la jurisprudencia es muy importante, Trump intenta crear el precedente de que el Presidente puede gobernar solo de manera legal. O casi. Y, por ahora, le pita.
11- Fruto de este momento Ejecutivo, se está creando un festival del cargo no electo. Delegados del Ejecutivo que puentean al Congreso. La metáfora de ello podría ser Musk, si no fuera por, al menos, un alto cargo en el organigrama gubernamental de un joven de 19 años, que sería el indicio, el mensaje, de que el emperador puede nombrar senador a su caballo. Es decir, una demostración de poder absoluto.
12- Por ahora el conflicto, con un Capitolio ausente, se está desarrollando en la Justicia. Donde está perdido, si pensamos que el Judicial no solo permitió que Trump fuera presidente, a pesar de una condena judicial en firme, si no que, por primera vez en la historia de EEUU, permitió la irresponsabilidad jurídica –en modo rey de España– del presidente del Estado, mientras se mantenga en su cargo.
13- El enfrentamiento Judicial-Ejecutivo –sumamente distinto al español; aquí Trump no llegó, sino que ya estaba– se está llevando a cabo por parte de a) fiscales generales de Estados demócratas. Una veintena. Poco. En ocasiones también participan en esa resistencia legalista b) fiscales republicanos –así ha sido en Nueva York; donde una fiscal conservadora ha dimitido en protesta por el mangoneo del caso del alcalde de Nueva York, eximido de cargos por corrupción a cambio de su participación en la caza de inmigrantes–. Y c), por parte de jueces federales, que han ido paralizando medidas del Ejecutivo. O no. Hace dos semanas exactas, un juez federal planteó ya el conflicto constitucional –es decir, un golpe de Estado, vamos–, al haber constatado que el Ejecutivo no había actuado ante un mandato judicial suyo. La democracia son muchas cosas, pero también una convención. ¿Qué sucede cuando el Ejecutivo rompe la convención y desobedece al Judicial, frontalmente? Pues puede suceder lo mismo que en España cuando el Judicial prevarica ante el Ejecutivo. Nada, salvo la ruptura de la convención. Creación de nuevas convenciones. No democráticas. Y eso es lo que puede estar pasando también en EEUU, hasta que tome la palabra su TS y se sume a la fiesta o la mande parar, si eso es posible tras la destrucción de la convención de la obediencia al Judicial.
14- El DOGE, la agencia de Musk, es un conflicto absoluto. Lo que tal vez es su función. No se define como Gobierno, pero sí como agencia gubernamental. Lo que le permite defender que no se somete a normas de transparencia gubernamentales. Se sabe que ese objeto críptico –definido por 14 Fiscales Generales como una “delegación ilegal del Ejecutivo”; gracias a Anonymous conocemos el nombre de algunos de sus integrantes, ingenieros, empleados o, incluso, becarios de Musk, en su mayoría muy jóvenes– ha metido el hocico en, al menos, 19 agencias. En las que su presencia era ilegal. En ese sentido Foreign Affairs ha descrito lo que eso supone en estos términos: hasta ahora la mayor amenaza a la seguridad nacional en EEUU era que una potencia extranjera accediera a su sistema informático. Pues bien, eso ha sucedido, pero no era una potencia extranjera, sino una serie de empresas, propiedad de Musk y erigidas en una agencia paragubernamental denominada DOGE.
15- Los logros de DOGE son discretos, por ahora. Lo que invita a pensar que su objetivo principal también es teatral: amedrentar, imponer la lógica del miedo en los departamentos gubernamentales, cambiar sus perspectivas. El objetivo concreto de que 500.000 funcionarios –sobre 2,5 millones– abandonaran su trabajo, no se ha cumplido –lo han dejado solo 75.000; poco, nada–. Tras ese chasco, el objetivo de DOGE, en su cruzada contra el Deep State –no es el mismo concepto que en España, sino que alude a una expresión importada de la Turquía de Erdogan: es el Estado neutral, no deseado en Turquía o EEUU– es más sencillo que la expulsión de funcionarios: la educación, su nuevo recorte, la supresión de programas y de becas, la intensificación de ese suicidio económico ya producido en los 80, según Piketty.
¿DOGE y Musk serán, respectivamente y en un tiempo, cuando se necesite verbalizar cierta moderación, las SA y Ernest Röhm?
16- Sobre Musk. Se habla de turbulencias en la fuerza. Del hecho de que su rol y presencia no agrada a otros sectores, más agrarios, del trumpismo. ¿DOGE y Musk serán, respectivamente y en un tiempo, cuando se necesite verbalizar cierta moderación, las SA y Ernest Röhm? Nadie lo sabe. Pero es preciso que el trumpismo tenga fusibles, cargos visibles para ser suprimidos, en caso de crisis que, indefectiblemente, llegará.
17- Un indicio formal de esa crisis futura son los aranceles del 25% al acero y al aluminio, otra vez antieconómicos. Van contra China –productor del 54% del acero y del 59% del aluminio mundiales; EEUU, tras la crisis del 73, solo produce el 4,7% del acero y menos del 4% del aluminio mundiales–. Pero, simplemente, afectan a todo el mundo. Incluso, y no poco, a la industria EEUU. Y al consumo estadounidense. Son una tributación absurda, del tipo colonial que impuso Europa, lo dicho, en el XIX. Encarecerá productos. Pueden provocar un gasto extra llamativo en las familias norteamericanas. Y, en el tiempo, una crisis mundial. La misma creación absurda de esos aranceles crea un interrogante. ¿Son una demostración nacionalista, sin cálculo, una muestra de que no hay inteligencia, sino mitos? ¿O son fruto de algún tipo de programa? ¿Pretenden algo? ¿O pretenden tan solo la destrucción que auguran? Meditación: si hubo un Pol Pot en el comunismo, la idea de que la destrucción de la economía y de la sociedad podían conducir a un mundo nuevo o, en todo caso, a un poder estable en Camboya, ¿puede estar sucediendo eso mismo en la cabeza de Trump? ¿Puede producirse un Pol Pot –esa fascinación por la destrucción– capitalista?
No existe ni el derecho internacional ni las instituciones internacionales, como quedó claro en la Conferencia de Múnich
18- En el orden internacional, la aportación trumpista es el abandono de todo orden. No existe ni el derecho internacional ni las instituciones internacionales, como quedó claro en la Conferencia de Múnich, en la que, como en los Acuerdos de Múnich, en 1938, se escenificó un cambio, radical, de época, en las Relaciones Internacionales. La época: desaparece el pacto de 1945. Es más, desaparecen los puntos de Wilson, de 1918. Y vuelven cosas incluso muy anteriores. Como el derecho de conquista. Es decir, la guerra como continuación de la política –y el comercio–, si bien por otros medios. Como, otra vez, en el XIX. Es histórico el pacto Ribbentrop-Molotov que se han marcado EEUU y Rusia para repartirse, en modo Polonia, Ucrania, territorio y recursos. También es un hito la pretensión de que Gaza sea entregada, ya limpia y ordenada, a EEUU –¿en qué forma?, ¿territorio?, ¿protectorado?– para su gestión inmobiliaria y consiguiente pelotazo. Lo que significa remontarse hasta antes de la paz de Westfalia –s. XVII–, aquel tratado en el que se fijaba que el Estado ya no era un ente privado, con beneficios exclusivamente privados.
19- Los ataques a los DD.HH., a través de los ataques a la inmigración, son plásticamente espectaculares y sirven para difundir una idea nítida de supremacismo. Pero, a su vez, son, me dicen, el germen de una resistencia social futura, que no tardará en aparecer, en modo V, la serie. En EEUU existe, al menos, una potente tradición liberal radical, que no tardará en encontrarse el culo con ambas manos. O estamos perdidos. El hecho de que, ahora mismo, Trump, votado por el 49,8% del electorado, detente un apoyo social superior al 50%, explica el momento, pero no su sostenibilidad ni sus apoyos futuros, cuando se produzca su Stalingrado. Son muchas las ciudades e instituciones que se niegan a participar en esa noche de los cristales rotos continuada y a pleno día. Ante la protesta, por cierto, del Ejecutivo, que ya verbaliza que las expulsiones de inmigrantes serían mayores y más efectivas –es decir, que no lo son– si no fuera porque diversas asociaciones informan a los inmigrantes sobre sus derechos. Por ejemplo, el derecho a no abrir la puerta a la policía sin orden judicial.
20- Se está perfilando algo que ya existía. El rol de inmigrante planetario como minoría étnica netamente neoliberal. Es decir, la creación de una raza económica, una nueva etnia denominada pobres, mucho más certera en su definición e identificación que la minoría étnica perseguida en Europa en los años 30 y 40. Al cabo, esto no es fascismo. Es el neoliberalismo abandonado a sí mismo. Lo que puede resultar más salvaje. Apunta maneras.
1- Que los Dioses nos den, por un tubo, tiempos apasionantes. Siempre que podamos contarlo. Es decir, describirlo.
Autor >
Guillem Martínez
Es autor de 'CT o la cultura de la Transición. Crítica a 35 años de cultura española' (Debolsillo), de '57 días en Piolín' de la colección Contextos (CTXT/Lengua de Trapo), de 'Caja de brujas', de la misma colección y de 'Los Domingos', una selección de sus artículos dominicales (Anagrama). Su último libro es 'Como los griegos' (Escritos contextatarios).
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