Reportaje
Las voces del Sí
Los opositores a Tsipras demuestran su fuerza llenando la plaza Syntagma, pero el órdago del primer ministro consigue que Bruselas incorpore la quita a su vocabulario
Hibai Arbide Aza 30/06/2015
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Hoy, 30 de junio, los partidarios del Sí han hecho una gran demostración de fuerza. Han llenado la Plaza Syntagma con una manifestación tan grande como la de ayer contra la austeridad. A diferencia de ocasiones anteriores, hoy no ha habido pancartas a favor de Juncker o pidiendo recortes y despidos de funcionarios. Un único mensaje en boca de todos los manifestantes: “El No en el referéndum supone la salida de Grecia de la UE y nosotros queremos permanecer en Europa”.
Mike es directivo de “una multinacional importante”. Debe rondar los sesenta años. Ha bajado a la manifestación acompañado de su esposa, que ondea la bandera de la UE mientras él expone sus razones en un inglés perfecto. Dice que su familia no sufre el control de capitales porque tiene una situación económica holgada, pero se solidariza con quien no puede vivir con 60 euros al día por culpa del gobierno. Para él, lo importante no es quiénes son los responsables de la situación actual sino encontrar una solución a la misma. Dice que Grecia es un país “demasiado pequeño para hacer de Don Quijote ante la UE, el FMI y el BCE”. Exige la dimisión del gobierno por su actitud antidemocrática. Cree que Tsipras actúa movido por intereses mezquinos, que llegó al gobierno con promesas que sabía que no iba a poder cumplir y que, debido a su carisma y su brillante oratoria, engaña a la gente mientras conduce a Grecia fuera del euro. Está preocupado por el ascenso “de la extrema derecha y la extrema izquierda”, en alusión a Amanecer Dorado y Syriza.
Mike también denuncia que las políticas de austeridad han sido “muy crueles” con la población. Que no han tenido en cuenta de dónde recortar y las rentas más bajas están sufriendo la peor parte. Cree que la deuda es insostenible y que deberá ser necesariamente reestructurada. Dice que, durante muchas décadas, se han hecho demasiadas concesiones a los sindicatos y que la reforma de las pensiones es urgente.
Dimitris trabaja en el sector turístico. Es optimista, aunque considera que la situación actual es muy delicada. No está seguro de cuál es la pregunta, por lo que se decanta por el sí pero reconoce que no está convencido del todo. Dice que, para su negocio, salir de Europa sería muy perjudicial. Ayer sacó 60 euros y hoy otro tanto. Responsabiliza de la situación actual a los gobiernos anteriores y dice que el problema es que en Grecia no se ha protestado lo suficiente.
Kostas es export manager en una multinacional. Estos días utiliza una tarjeta corporativa a la que no afecta la restricción, pues está asociada a una cuenta en el extranjero. En Bulgaria. Se queja de que no puede pagar a los proveedores a los que suele abonar en metálico y dice que mañana su empresa no podrá pagar a los trabajadores. Preguntado por qué no, en la medida en que no hay ninguna restricción para la banca electrónica o las transferencias dice: “Bueno, aunque se les pague ellos no van a poder retirar el dinero de sus cuentas”. Se define como pro-europeo. “Todos los que nos dedicamos a este negocio lo somos”. Durante el fin de semana, retiró una cantidad de dinero importante de sus cuentas en Grecia.
Christos y Dimitra han bajado juntos a la manifestación. Visten pantalones de pitillo con dobladillo por encima del tobillo, camiseta estampada y zapatillas con suela blanca de una famosa marca skater. Ambos son profesores de primaria en la escuela pública con un sueldo que ronda los 800 euros mensuales. Dicen que la mayoría de sus amigos van a votar que no, pero ellos consideran que el peligro de salir de la UE es inasumible para Grecia. No saben quién es el culpable de las dificultades que atraviesa el país, "pero el gobierno actual tiene mucha responsabilidad". Preguntados acerca de si las condiciones de su trabajo han empeorado mucho debido a los recortes del último lustro contestan que ellos, al menos, tienen trabajo y que la verdadera dificultad es estar en el paro. “Por eso estamos aquí, porque queremos que haya trabajo”.
Yanis es programador informático, Defteris contable y Spiros profesor. Fuman cigarrillos electrónicos y contestan a las preguntas, no sin ciertas reticencias, mientras un aguacero cae sobre la manifestación. Defteris dice que un país es como una empresa. “Si no tienes dinero tienes que recortar gastos”. Teme que Syriza donduzca el país al desastre. “No queremos ser como Cuba. Y vosotros en España tenéis que tener mucho cuidado con Podemos, que es igual”.
Ante la pregunta de si cree realmente que estados modernos europeos como Grecia y España pueden acabar teniendo una situación comparable a Cuba y Venezuela se muestra del todo convencido. “Si no lo evitamos, por supuesto”. Yanis y Spiros desconfían de cualquier solución con la actual composición del parlamento. “Necesitamos elecciones urgentemente”.
Eleni y Alexandros son jubilados. Se dirigen hacia el metro para, posteriormente, coger un autobús que les lleve hasta Pireos, el municipio de la periferia ateniense en el que residen. Eleni se santigua cuando es preguntada sobre qué pasará si gana el No. “Dios no lo permita, no quiero ni pensarlo”. Alexandros dice que sus condiciones de vida no han empeorado durante los cinco meses que lleva gobernando Syriza, pero tampoco mejorado en nada. “El problema es el futuro, sin el euro no hay futuro”.
Mientras en la calle los debates y las movilizaciones continúan, en los despachos de Bruselas la actividad es igual de frenética. Las propuestas, declaraciones, contrapropuestas y reuniones se suceden a tal velocidad que resulta difícil saber en qué medida son intentos reales de desencallar la situación y en qué medida son gestos para la galería. Ninguna de las partes quiere ser recordada como la que rompió las negociaciones.
Así, Juncker, el mismo que el viernes 26 dio un ultimátum a Grecia presentando su “oferta final”, envío el martes 30 una nueva propuesta a Tsipras. Se trataba prácticamente del contenido del viernes, pero con el compromiso de que la cuestión de la deuda se abordaría en otoño. No es casual, pues a los acreedores les preocupa que una victoria de Syriza suponga una ayuda a Podemos en las elecciones de noviembre.
El gobierno griego, por su parte, ha contraatacado con otra propuesta que planteaba una reestructuración de la deuda y no reconocer como parte negociadora al FMI, en la medida en que éste ha bloqueado toda posibilidad de pacto hasta ahora.
En estas condiciones, a última hora de la tarde los jefes de gobierno se reunieron vía videoconferencia, en un Eurogrupo abocado al fracaso después de que Merkel delcarara a la agencia de noticias alemana DPA que no veía posible llegar a una solución antes del referéndum.
Una nueva reunión sin acuerdo que, sin embargo, no devuelve la situación a la casilla de salida. Cuestiones que para Grecia son claves como la deuda han dejado de ser un tabú para sus socios europeos, que ya reconocen abiertamente que tendrán que ceder en ese punto. Tsipras ha demostrado esta semana una valentía y una capacidad estratégica por la que pocos habrían apostado hace escasamente una semana. Nadie sabe si Grecia tiene treinta y una. El problema de lanzar un órdago es que, quien lo hace, puede perder. Pero también ganar.
Hoy, 30 de junio, los partidarios del Sí han hecho una gran demostración de fuerza. Han llenado la Plaza Syntagma con una manifestación tan grande como la de ayer contra la austeridad. A diferencia de
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Hibai Arbide Aza
Hibai Arbide Aza era abogado en Barcelona hasta que se fue a vivir a Grecia. Reside en Atenas, donde trabaja como periodista freelance para diversos medios, trata de acabar la escritura de un libro que se resiste, pincha tropical bass y monta en bici.
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