Reportaje
Un día de "normalidad" alemana frente a Grecia
Entre cierta desidia, los ciudadanos alemanes han asumido los argumentos de la prensa y de la Gran Coalición de conservadores y socialdemócratas: la crisis griega es debida al excesivo gasto social y la mala gestión de Atenas
Roger Suso Berlín , 1/07/2015
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Apenas entran coches por la puerta principal del Ministerio Federal de Finanzas en Berlín. Parece un día normal. A 500 metros del lugar el ritmo es frenético. Fotos. Ruido. Selfies. Multitud. Es el Checkpoint Charlie. Parece un día normal. Y, después de varios días de lluvia, calienta el sol.
La Lavadora, como llaman los berlineses a la Cancillería —la Casa Blanca alemana-, es el edificio con más entradas y salidas estos días. Allí la canciller Angela Merkel despacha y timonea. No habrá tercer rescate a Grecia, sentenció. Para ella, Grecia ha roto de manera unilateral las negociaciones. "Solo mandaremos dinero a Grecia si sale de la eurozona y necesita ayuda humanitaria". "No habrá más rescates", espetó a la prensa el diputado democristiano Wolfgang Bosbach. A lo que la socialdemocracia asintió. En boca del número dos del gobierno, el vicecanciller y ministro de Economia Sigmar Gabriel: "No hay diferencias ni fisuras partidistas en la Große Koalition (Gran Coalición) entre CDU/CSU y SPD".
Uno de los visitantes de la Lavadora ha sido Gregor Gysi, el líder de la oposición. No a muchos metros de la monumental escultura de Eduardo Chillida que preside la residencia oficial de Merkel, el portavoz de los poscomunistas atacó "la política de austeridad de Merkel para Europa". Gysi habló acompañado de los pesos pesados de su partido, Die Linke. Delante de él aún se podían apreciar, en la hierba frente al Reichstag, las marcas de las tumbas simbólicas que una multitud de activistas cavaron hace semanas, en un happening-protesta, para denunciar la política migratoria europea y las muertes en el Mediterráneo. Die Linke aboga por la continuidad de las ayudas y respalda la convocatoria de referéndum del primer ministro griego Alexis Tsipras.
El discurso de la Große Koalition respecto a Grecia es ampliamente compartido por la mayoría de la sociedad alemana. El relato merkeliano dice que la culpa de todo es del excesivo gasto social y la mala gestión de los mediterráneos, que les gusta demasiado el sol y la fiesta. Y como han adquirido compromisos, tienen que pagar y cumplir las reglas del juego. Tal cual lo sostiene Merkel. También la Große Koalition, Jean-Claude Juncker, presidente de la Comisión Europea, François Hollande, presidente de Francia, y Mariano Rajoy, presidente del Gobierno de España.
Las portadas del Bild y Der Spiegel enfatizan lo que para ellos es una deriva populista del gobierno de extrema izquierda griego y su acercamiento a Rusia.
Como Hibai Arbide por Atenas, voy a dar un paseo en bici a ver qué ambiente hay por Berlín. Parece un día normal. En el quiosco de Südstern, al lado de la iglesia luterana del mismo nombre, todos los periódicos sacan la crisis griega en portada. Pero la gente habla del tiempo. Del primer día de verano real. Las portadas online de los periódicos con más lectores del país, el tabloide Bild y el semanario Der Spiegel, enfatizan lo que para ellos es una deriva populista del gobierno de extrema izquierda griego y su acercamiento a Rusia. El discurso que vende. La "manufactura del consentimiento", parafraseando a Noam Chomsky.
Los días de furia se viven de manera asimétrica. Entre el establishment europeo y el pueblo griego y su gobierno, que manda obedeciendo. Syriza se aplica la máxima zapatista. La mayor parte de la población alemana piensa como Merkel, pero da la espalda al proceso. Me voy al parque de Hasenheide a buscar declaraciones más allá de la de los políticos. Al sol y tomando unos Club Mate y cervezas frías me encuentro a tres mujeres y a un bebé durmiendo. ¿Como veis lo de Grecia? "Me preocupan mis ahorros". "A mi también". "A mi también". Dicen las tres. Me quedo con estos dos titulares: "Alemania no puede permanentemente mandar dinero a Grecia". "Si Grecia sale de la eurozona tampoco pasará nada".
En la calle Kottbusser Damm un comensal de la taberna griega To Koufouki, Nikos, dice que votaría No. "Esto no es un problema financiero, es un problema político". "No podemos pagar una deuda impagable". "Tampoco necesitamos más créditos del FMI". Para Nikos, que el eje Bruselas-Luxemburgo-Berlín quiere anular la soberanía griega. Unos metros más arriba, en la cafetería turca Beylerbeyi la misma pregunta: ¿Como veis lo de Grecia? "Aquí solo hablamos del Galatasaray". "Ok. Danke".
En la Lavadora lo callan pero la deuda de la Alemania nazi con Grecia supera lo que Merkel y Juncker reclaman hoy a Atenas. Juncker ha convertido el dinero heleno en una cuestión existencialista. Atenas calcula que Berlín le debe 279.000 millones de euros. Así lo presentó Dimitris Mardas, el número dos del ministro de Finanzas Yanis Varoufakis y profesor de economía en la Universidad Aristóteles de Tesalónica, en el Parlamento griego. Alemania aún no ha pagado las reparaciones por préstamo forzoso que dieron los griegos a los nazis durante la Segunda Guerra Mundial y por los crímenes de guerra y masacres durante de la ocupación.
Mientras tanto, el ministro del Interior, Thomas de Maizière, se pasea por Sajonia. En concreto por Meißen, la capital de su circunscripción electoral, una población al norte de Dresde. Y es que el pasado sábado 27 de junio un albergue para refugiados fue atacado con un artefacto incendiario y gasolina. Las autoridades sostienen que fue un grupúsculo ultraderechista el que lo llevó a cabo. Freital, otra población cercana a Dresde, al sur, fue días antes y después de los hechos de Meißen, escenario de protestas racistas contra la llegada de un grupo de 200 refugiados. Un grupo de 200 ultras, entre neonazis, racistas locales y miembros del grupo islamófobo Pegida (Patriotas Europeos contra la Islamización de Occidente), intimida a diario a los refugiados y a los solidarios con los refugiados. También a las autoridades y a de Maizière. El discurso xenófobo cala hondo. También contra Grecia. "Merkel y todo el gobierno son unos traidores de la patria". "Dan nuestro dinero a los refugiados [criminales] y a los putos griegos".
En medio de un clima social en que las élites, triunfalistas, se ven a sí mismas como los capitanes de Europa y, en cambio la gran parte de la población sufre el estancamiento económico y la precariedad, se intensifican los discursos populistas y chovinistas en Alemania. "Es como un déjà vu", sostiene Stefan, un arqueólogo berlinés especializado en el Tercer Reich.
El déjà vu al cual se refiere hoy Stefan es el contexto político y social de los años noventa, la época en el que se socializaron los integrantes del grupo terrorista neonazi Clandestinidad Nacionalsocialista (NSU), responsable de tres atentados con bomba y de una decena de asesinatos cometidos en todo Alemania entre el 2000 y el 2007. Menos una mujer policía, el resto de las víctimas eran inmigrantes que trabajaban en pequeños comercios. Ocho tenían ascendencia turca, y uno, griega. Ahora, nuevas revelaciones implican a los servicios secretos internos en la campaña terrorista neonazi de la NSU.
"Los años noventa en Alemania estuvieron caracterizados por un fervor patriótico altísimo después de la reunificación. Morían familias turcas enteras mientras dormían en su casa debido a incendios provocados por neonazis", explica Stefan. "Miles de personas y ultras protagonizaban intentos de pogromo en Rostock y Hoyerswerda contra trabajadores angoleños y vietnamitas" sigue. Como respuesta, la clase política, condicionada por la extrema derecha, endureció las leyes de extranjería. En la actualidad, "pasa una cosa bastante similar y paralela" sostiene Stefan. "El nacionalismo alemán es totalmente desacomplejado. "Las agresiones a extranjeros y refugiados han aumentado en los últimos dos años exponencialmente. Sajonia encabeza todos la listas.
El affaire con Grecia atrae el foco mediático de la prensa y la clase política. La Unión Europea sufre su peor crisis. Pero poca gente se interesa por ello. Habla de ello. Entiende a Grecia. Con una población trabajadora agotada por una década de reformas sociales impulsadas por los partidos de la Große Koalition que no han comportado ninguna mejora en su nivel de vida, sino más bien todo lo contrario, el tema de conversación en los bares y en las redes sociales alemanas es el nuevo endurecimiento que plantea el gobierno de la ley de asilo, dando alas, de nuevo, a los que agitan contra los refugiados y los griegos. A los del Sí en el referéndum griego.
Y parecía un día normal. Es un día normal.
Apenas entran coches por la puerta principal del Ministerio Federal de Finanzas en Berlín. Parece un día normal. A 500 metros del lugar el ritmo es frenético. Fotos. Ruido. Selfies. Multitud. Es el Checkpoint Charlie. Parece un día normal. Y, después de varios días de lluvia, calienta el sol.
La...
Autor >
Roger Suso
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