Análisis / Land of LIncoln
Obama y Grecia, un ojo en los negocios y otro en Rusia
EEUU presiona para que Atenas siga en el euro para preservar su balanza comercial favorable y evitar un pie de Moscú en el seno de Europa
Diego E. Barros Chicago , 1/07/2015
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Un viejo chiste estadounidense elevado ya a la categoría de universal dice algo así como que algo va mal en Europa cuando es Alemania la que marca el rumbo. Otro viejo chiste estadounidense, esta vez más local, complementa al anterior: si algo anda mal en Europa seremos los americanos los encargados de arreglarlo. Mientras la Unión Europea capea su enésima crisis interna con la posibilidad real (otra vez) de una quiebra de Grecia que puede incluir su eventual salida de la moneda única (¿también de la UE?), EEUU observa desde la distancia con una mezcla de calma contenida y recelo.
La postura que ha mantenido EEUU frente a la crisis de deuda que atenaza a Europa ha estado marcada los últimos años por la incredulidad. La de quien vía Reserva Federal renunció a la austeridad que han venido recomendado tanto instituciones europeas como el Fondo Monetario Internacional (FMI) para las maltrechas economías de los países miembros más afectados por la crisis, los conocidos despectivamente como PIGS (Portugal, Irlanda, Grecia y España), a los que se unió más tarde Chipre. Las recetas neoliberales dictaminadas por la Troika (Comisión Europea, Banco Central Europeo y FMI) no fueron aplicadas por la Administración Obama, siempre más favorable a los estímulos económicos vía inyección de capital público en los mercados. Bien es cierto que EEUU cuenta con una ventaja que es a su vez el pecado capital con el que nació la UE: moneda única sin una política económica y fiscal común y una institución a modo de Reserva Federal capaz de implementarla.
La distancia se rompió el pasado viernes cuando el presidente Barack Obama respondió por fin a la pregunta que Henry Kissinger lanzó hace décadas para desacreditar al viejo continente: "¿A quién llamo cuando debo hablar con Europa?" Obama descolgó el teléfono y habló con la canciller alemana, Angela Merkel. El presidente de EEUU insistió nuevamente en una solución negociada y que ésta no suponga en ningún caso la salida de Grecia del euro.
El movimiento de Obama coincidió con el del responsable del Departamento de Tesoro estadounidense, Jack Lew, quien se puso en contacto con la directora del FMI, Christine Lagarde, y sus homólogos francés y alemán, Pierre Moscovici y Wolfgang Schauble, para exigirles "una solución sostenible que sitúe a Atenas en el camino hacia las reformas y la recuperación dentro de la Eurozona". No obstante, en la nota de prensa hecha pública por el Tesoro hay un detalle importante y que incide en la postura que EEUU viene manteniendo frente al problema griego ya desde antes de 2011. En concreto, en su segundo párrafo, se dice: "[Lew] insistió en la importancia de que todas las partes continúen trabajando para encontrar una solución, incluido un potencial alivio para la deuda de Grecia, en el camino hacia el referéndum del día 5 de julio anunciado por el primer ministro [Alexis] Tsipras". Ese alivio no es otra cosa que una posible quita o renegociación de la deuda, algo que ha reclamado el país heleno en varias ocasiones.
El Secretario del Tesoro, Jack Lew, insistió en la importancia de que todas las partes continúen trabajando para encontrar una solución, incluido un potencial alivio para la deuda de Grecia. Ese alivio no es otra cosa que una posible quita o renegociación de la deuda, algo que ha reclamado el país heleno en varias ocasiones
EEUU está preocupado. Aunque el martes Obama, de visita en Brasil, se esforzó por lanzar un mensaje tranquilizador. "Para el pueblo estadounidense, [la crisis griega] no es algo que creemos tendrá un impacto importante en el sistema, pero obviamente es muy doloroso para el pueblo griego, y puede tener un efecto significativo en las tasas de crecimiento en Europa", señaló al tiempo que advirtió de que la situación puede "tener un efecto amortiguador" en la economía mundial. Obama insistió de nuevo en que la Casa Blanca "sigue de cerca" la situación pero que, al final, "es un problema europeo".
La tesis de Obama de un problema controlado era defendida el lunes por Robert J. Samuelson en las páginas de The Washington Post, en las que señalaba que, pese a que la situación de Grecia "es un desastre", de producirse su salida de la Eurozona, "las consecuencias para el resto de Europa y la economía mundial serán probablemente modestas", más allá de un pánico inicial en los mercados que será superado". La economía griega supone solo 1,8% del total de la Eurozona y, según algunos expertos, no existe un peligro de contagio porque Europa cuenta con herramientas suficientes.
Sin embargo, a nivel mundial, sí que existe una amenaza económica inmediata que preocupa especialmente en EEUU. Esta consistiría en que se produzca una depreciación aún más significativa del euro frente al dólar, lo que afectaría irremediablemente a las balanzas comerciales y dañaría las exportaciones estadounidenses. Estas se han visto beneficiadas hasta el momento por un euro más caro lo que ha convertido a los productos norteamericanos en más atractivos.
En todo caso, la preocupación mayor se ha dado en el ámbito político. The Washington Post cargaba en su editorial del lunes contra el primer ministro griego, Alexis Tsipras, a quien acusaba de haber provocado la actual situación con sus repetidas provocaciones, la última de ellas, la convocatoria del referéndum. Más conciliador se mostraba The New York Times para quien, pese a que el anunciado referéndum "es una mala idea", llegados a este punto, "es casi la mejor posible".
Precisamente la salida de Grecia del euro era el consejo que el lunes daba Paul Krugman quien, desde las páginas de TNYT, abogaba por que los griegos dijeran NO a las condiciones impuestas por la troika. En opinión del Nobel de Economía en 2008, el problema de Grecia es el de toda la Eurozona y tiene que ver con su pecado original: la creación de la moneda única cuando Europa jamás tuvo las condiciones para ello.
Sobre el poder ―exiguo―, y la autonomía ―casi inexistente―, de Grecia frente a estos, también se ha manifestado otro Nobel de economía como es Joseph Stiglitz, ex economista jefe del Banco Mundial, quien defendió el NO en la consulta de este domingo. Su principal argumento, además de que las políticas llevadas hasta ahora por la troika "han fracasado", es que "lo importante no es el dinero, sino obligar a Grecia a ceder y aceptar lo inaceptable: no solo las medidas de austeridad, sino otras políticas regresivas y punitivas".
Por el momento y a la espera del resultado del referéndum del próximo domingo (si es que llega a producirse), EEUU no contempla una salida de Grecia del euro. Ese eventual escenario es un galimatías legal que nadie sabe a ciencia cierta cómo desentrañar y abre un escenario que nadie quiere plantearse. Porque de producirse podríamos encontrarnos ante un problema que, de económico, ha mudado a geopolítico. Grecia fuera del euro y vetada en los principales mercados y organismos internacionales podría acudir lejos de sus fronteras naturales en busca de financiación. Y es ahí donde todos los ojos se colocan sobre la Rusia de Putin e, incluso, China. Es precisamente EEUU el menos interesado en que esto se produzca, enfrascado como está en una reedición de baja intensidad de la olvidada guerra fría.
Por el momento y a la espera del resultado del referéndum del próximo domingo (si es que llega a producirse), EEUU no contempla una salida de Grecia del euro
El pasado mayo, Rusia invitó formalmente a Grecia a unirse al Banco de Nuevo Desarrollo impulsado por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica (los denominados BRICS). No parece que esta invitación vaya a materializarse en un corto plazo de tiempo, si bien es sabido que Grecia y Rusia mantienen puntos de confluencia históricos (comenzando por la Iglesia ortodoxa) que se han visto estrechados desde la llegada al poder de Syriza. En abril, Alexis Tsipras visitó Moscú y, entre otras cosas, ambos países barajaron la posibilidad de colaborar en la construcción de un gasoducto que, desde Turquía vía Grecia, sería otra de las vías de entrada del gas ruso en Europa. El primer ministro griego ha sido uno de los más críticos con las sanciones que la UE, de la mano de EEUU ha impuesto a Rusia, como consecuencia de su implicación en el conflicto de Ucrania. Un eventual acercamiento a Grecia, miembro de la OTAN, encendería todas las alarmas en occidente. Tras el primer impago al FMI el martes, un portavoz del presidente Putin citado por AP ha descartado que un eventual préstamo al país heleno esté encima de la mesa.
En cualquier caso, EE.UU. tiene sus propios problemas domésticos con la más que probable quiebra de Puerto Rico, un estado que en su condición de libre asociación con la Unión no podría acogerse a la legislación relativa a bancarrotas públicas que ha funcionado en casos como los de Detroit, y que ha posibilitado una reestructuración de su deuda previo acuerdo con los acreedores.
Pase lo que pase con Grecia en los próximos días, la última semana ya ha tenido consecuencias en las bolsas de todo el planeta y también en los bolsillos de las 400 principales fortunas del mundo. Según Bloomberg, solo el lunes, perdieron de forma combinada unos 70.000 millones de dólares. Puede que este sea un dato tachado de populista por algunos, lo que sin duda no será, es consuelo para los ciudadanos griegos. Los mismos quienes, como señalaba una viñeta de Patrick Chapatte para TNYT, ante la disyuntiva de bancarrota o austeridad se preguntaban cuál de las dos formas de pobreza deberían preferir.
Un viejo chiste estadounidense elevado ya a la categoría de universal dice algo así como que algo va mal en Europa cuando es Alemania la que marca el rumbo. Otro viejo chiste estadounidense, esta vez más local, complementa al anterior: si algo anda mal en Europa seremos los americanos los encargados de...
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Diego E. Barros
Estudió Periodismo y Filología Hispánica. En su currículum pone que tiene un doctorado en Literatura Comparada. Es profesor de Literatura Comparada en Saint Xavier University, Chicago.
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