Crónica
Convergència y la nueva política
Relato de una de las jornadas ‘Benvinguts al futur’, organizadas por el partido de Artur Mas: 45 actos por toda Cataluña que recogen propuestas “de abajo arriba” para “reconectar con la ciudadanía”
Nuria Alabao Barcelona , 15/07/2015
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La “nueva política” ha llegado como un huracán moviendo también el suelo del sistema de partidos catalán. Para Convergència, desgastado por casos de corrupción y por la propia crisis de régimen, ha llegado el momento de otra refundación. Regeneración democrática y participación, listas con candidatos que no provienen de la política profesional y defensa del Estado del bienestar son los ingredientes básicos que aliñan el cambio de fase y que Corvergència intenta sumar a su propia ensalada.
La pared naranja, las cortinas naranjas, unos pósters de la Cataluña románica y de Gaudí en la pared. Una sala mediana y anodina del distrito de Sant Andreu hace de salón de actos de la sede de Convergència Democràtica de Catalunya (CDC). Unas veinte personas, en su gran mayoría de más de 50 años, asisten hoy a las jornadas Benvinguts al futur –organizadas por el partido– y esperan la llegada del conseller de la Presidencia, Francesc Homs, que se retrasa. La campaña consiste en 45 actos como este por todo el territorio donde se recogen aportes de “abajo arriba” para “reconectar con la ciudadanía”.
Los asistentes visten con discreta elegancia, tonos claros, ocres o grises al modo barcelonés –según los usos de la clase media– y hablan bajo y suave con esa cantinela dulce que tiene el catalán bien hablado.
Dos señoras comentan la hora, las siete y media les parece un poco tarde.
–Es que, claro, tenemos muchos militantes de más de 70 y a esta hora ya cenan para ir a dormir…
--El conseller se retrasa –explica el presentador a través del micro– debido al tráfico de la ciudad de Barcelona. Si estuviese Trias, claro, esto no pasaría, pero con la Colau... todo puede suceder –a lo que responden risas tímidas–. Mientras esperamos iré avanzando la dinámica participativa de hoy que está pensada para que digamos entre todos qué partido queremos y qué ideas tiene que defender el partido de cara al 27S y a una Cataluña independiente.
Tras la introducción, un par de vídeos desde la tele de plasma explican cómo será ese futuro al que nos dan la bienvenida: uno de avanzadas infraestructuras donde los trenes de cercanías serán siempre puntuales, de gran excelencia universitaria donde abundarán las becas y será posible una potente innovación y producción científica. Una Cataluña del mañana donde no habrán problemas de paro ni salarios bajos, donde a nadie se le cortará la luz en caso de pobreza, un mundo sostenible y solidario y donde aparentemente una Hacienda propia hará todo eso posible. Porque queda claro en el vídeo que ahora no se da debido a los lazos que nos sujetan a España.
Un par de vídeos explican cómo será ese futuro al que nos dan la bienvenida: avanzadas infraestructuras donde los trenes de cercanías serán siempre puntuales, excelencia universitaria con abundantes becas y una potente innovación y producción científica
--Somos un país lleno de potencialidades y todo lo que hemos conseguido hasta ahora ha sido jugando con un brazo y una pierna atadas –quien dice estas palabras es Francesc Homs, hombre fuerte de Mas, conseller de la Presidencia, exactamente como nos imaginamos debe ser y hablar un conseller de la Presidencia–. Esto es el Día de la Marmota –sigue de pie–. Va reapareciendo en el debate ideológico en determinados momentos de nuestra historia colectiva donde vienen unos apóstoles a decirnos “esto es un problema de derechas e izquierdas”. Nos lo solucionarán por la derecha y nos lo solucionarán por la izquierda pero después resulta que nunca nos lo solucionan ni por un lado ni por el otro, porque no hay nada que se parezca más a un español de derechas que un español de izquierdas.
Eje social, eje nacional
Aunque este acto va de la refundación del partido, lo de superar el eje izquierda-derecha mediante la síntesis nacional es tan viejo aquí como la instrumentalización que la burguesía catalana ha hecho tradicionalmente del nacionalismo desde principios del siglo XX para confrontar la organización obrera. Pero no importa remontarse tan lejos. A finales de 2007 el propio Homs fue uno de los artífices de otro intento de refundación: La Casa Gran del Catalanisme, una propuesta transversal con la que trataba de inutilizar el marco de izquierda-derecha para hacer imposible alianzas como la del Tripartit que les arrebató el poder en 2003 después de 23 años. Lo cierto es que CiU ganó las siguientes elecciones de 2010 y estos postulados quedaron medio enterrados hasta la llegada de la crisis y el 15M. Para entonces, la función tradicional de CiU en la gobernabilidad del régimen español --apoyando cuando convenía las políticas liberalizadoras del bipartidismo-- parecía agotada para las aspiraciones de una sociedad catalana con unas clases medias presionadas por los recortes y en creciente rebeldía.
“Espanya ens roba”. El “expolio fiscal” era la justificación oficial de las políticas impopulares y también simultáneas a políticas como la eliminación del impuesto de sucesiones en beneficio de las rentas más altas. El Procés levantó su propio vuelto, pero Más se puso enseguida a la cabeza de las aspiraciones de autogobierno y no dudó en impulsarlo con toda la maquinaria mediática y cultural a su alcance construidas en 25 años de pujolisme.
Más se puso enseguida a la cabeza de las aspiraciones de autogobierno y no dudó en impulsarlo con toda la maquinaria mediática y cultural a su alcance construidas en 25 años de pujolisme
El propio Mas declaró la necesidad de reeditar esta estrategia en el lanzamiento de esta misma campaña el 20 de junio cuando en un teatro poblado de esteladas dijo que había que activar el “turbo de la ilusión”. No puede ser que sólo se unan los del “Sí se puede”, dijo en referencia al frente de izquierdas que se está articulando donde confluirán varios partidos y organizaciones –Podemos, ICV, EUiA y Procés Constituent–. Esos responsables “de desplazar el eje del 27S del soberanismo a la justicia social”. Era el momento de darle una vuelta interclasista más al Procés ahora que las encuestas también certifican cierto agotamiento. La propuesta que lanzó para lograrlo fue la de una lista conjunta impulsada por la sociedad civil. Porque si algo hay que reconocerle a CDC es la osadía sin freno, la capacidad de inventiva política de estos últimos años, pero también la que les ha permitido dominar el marco de la política catalana desde la Transición, incluso cuando estaban fuera del Gobierno.
Que la derecha en el poder pueda enarbolar la bandera de la regeneración democrática en Cataluña es el precio pagado por la alquimia independentista, capaz de asociar valores radicales –de ruptura– a cualquiera que se atreva a liderar una abierta confrontación con el Estado español. Ese extraño magma cultural por el que hay gente aquí que dice sin sonreír: “Nuestra derecha es menos caverna que la española”. En el fondo lo que dicen es que “nuestra” derecha es menos derecha que la española o que aquí los límites son más difusos. Algo que se remonta a nuestra declinación particular de la Transición cuando un joven Pujol obró el milagro de llevarse los réditos del antifranquismo –como mártir de la represión– al pasto del conservadurismo catalán aunque la hegemonía la tuviese por aquel entonces la izquierda.
Sobrevivir
--Lo que estamos haciendo es una operación colectiva de supervivencia –dice el Conseller Homs en la sede de CDC donde se sigue desarrollando la jornada–, sabemos que o vencemos o nos quedamos en la cuneta… pero no hay nación que aguante un déficit fiscal del 9% del PIB.
Francesc Homs, el hombre que gusta de las bicicletas de carreras, termina así su discurso y se disculpa por marcharse corriendo cuando los asistentes se dividen en dos grupos para seguir con la jornada participativa.
Mientras un grupo permanece en la misma sala, el otro se desplaza hasta un despacho mediano que presiden las fotos de un Mas y un Pujol sonrientes. El cristal de la ventana está fragmentado como si hubiese recibido una pedrada desde la calle.
Una mujer de unos cuarenta y desenfadada presenta la dinámica donde habrá debate y los participantes ordenarán en un papel las propuestas que salgan de la discusión. Se supone que la sesión es “abierta a la ciudadanía", pero ella llama a todos por su nombre.
–En esta parte –dice la moderadora– tenemos que responder a la pregunta de qué propuestas debería defender una candidatura en la que participe Convergència de cara al 27S pensando en el futuro de una Cataluña independiente. Y yo creo que aquí tiene mucha importancia el contenido social que queremos dar. Qué discurso social vamos a defender.
Reencontrarse con un discurso social significa para CDC volver a sus inicios, cuando el primer pujolisme articulará un cierto interclasismo a partir de un fuerte componente cristiano para ampliar su base social. Esto permitirá la reedición de un nacionalismo de carácter conservador que había sido inexistente desde el bacatazo de la Lliga Regionalista en la II República, y lo hará diciéndose socialdemócrata en la Transición, en un país donde la socialdemocracia era totalmente irrelevante.
Pero CDC abandonará progresivamente estos postulados hasta que a partir de los 90 triunfará en su interior el sector más decididamente neoliberal el más tecnocrático y vinculado a las organizaciones empresariales. Convergència apostará entonces por un programa de flexibilización laboral para asegurar la competitividad de las empresas catalanas, de privatización de empresas y servicios públicos y por una política fiscal al servicio de los más adinerados. Este es el modelo que ahora parece en crisis después del 15M.
Pero CDC abandonará progresivamente estos postulados hasta que a partir de los 90 triunfará en su interior el sector más decididamente neoliberal el más tecnocrático y vinculado a las organizaciones empresariales
Reinventarse
En el despacho de la sede de CDC donde se discute ahora sobre el futuro del partido y de Cataluña, hay sin embargo consenso sobre la relación directa de las balanzas fiscales con los recortes llevados a cabo. La moderadora explica la última dinámica que consiste en opinar sobre la nueva CDC.
–En esta parte seamos valientes. Yo creo que hay que mejorar muchas cosas, entre otras, la comunicación. No estamos de moda, de acuerdo, pero podemos mejorar.
–¿De cara al 27S? –pregunta alguien.
–Bueno, en general. Había una cosa que nos complicaba la vida a muchos que era nuestra relación con Unió y… hostia, un buen día, pam, nos encontramos con que se nos había arreglado la vida, que éramos más felices, que nos habíamos quitado un lastre –risas–.
–Funcionamos como un partido antiguo todavía –dice un chico joven ESADE style–. Se ha de establecer un sistema de primarias para elegir cargos internos y candidatos de listas.
–¿Esto estaría dentro de la refundación? –pregunta una señora–.
–Tenemos muy mala prensa debido a las circunstancias –dice dubitativo un cincuentón elegante.
–Es que hace un año, el 25 de julio –dice la moderadora refiriéndose a la confesión de Pujol de que había estado evadiendo impuestos durante décadas–, nos explotó una bomba en la cara, nanos.
–Eso ha sido fatal.
–Porque llevamos mucha mierda en el zapato –sigue ella– y cuando un día llega el jefe, o el cabeza de familia y te dice: “Niños, no lo he hecho suficientemente bien” y todo el vecindario se entera… Pero hace rato que os estoy provocando. ¡Corrupción! ¡Corrupción!
–Una cosa que podríamos hacer es conseguir la transparencia total del partido –sigue el joven–, publicación de un listado de bienes inmuebles, publicación de los créditos que tenemos y en qué entidades financieras, de las donaciones que recibimos, publicar absolutamente todo…
–Bueno, tampoco todo –interrumpe otro señor mayor y genera un poco de revuelo.
–Sí, sí, tendríamos que hacerlo –le replica alguien.
–Pero luego se aprovecha eso para ir contra nosotros.
–Tiene que decirse, el único partido que tiene las sedes embargadas es Convergència –le apoya una chica joven de ojos verdes.
–No las tiene embargadas exactamente, sino como aval –dice la moderadora refiriéndose a las quince sedes que el fiscal ha embargado para evitar su venta y que servirían para cubrir la condena si el caso Palau acaba con una condena a Convergéncia.
–¿Y si vamos un día a pasear por Ciutat Badia, por Hospitalet? Allí ni se nos conoce –se oyen risas–.
–Yo sigo pensando que tenemos un relato social muy débil. Nosotros nos damos cuenta en determinados barrios del distrito de que cuando vamos no nos creen porque no les ofrecemos nada creíble. Y, oye, si jugamos a política y queremos ganar unas elecciones hemos de saber a qué jugamos y esta gente quiere escuchar según qué cosas. No les podemos prometer la Luna, pero quizás les podremos decir que mejoraremos su vida. Y nosotros, aunque lo estamos intentando desde el Gobierno, no lo sabemos transmitir.
–Es que no podemos hacer el mismo discurso en esos barrios que en San Cugat –dice el joven refiriéndose a un municipio de los de renta más alta–. En estos, el discurso social, en San Cugat tirará más la cuestión nacional.
–Ojo, miremos quiénes son allí las terceras fuerzas –sigue la moderadora–. Que en Les Corts la segunda fuerza más votada sea la Colau, Podemos… es que quizás nos falla algo, porque esta gente son nuevos. ¿Qué hacemos? ¿Cambiamos de nombre?
--Hay mucha gente que asocia convergencia con pujolisme.
–Por tanto, con corrupción.
–¿Tendríamos que hacer una especie de código ético?
(@nu_alabao)
La “nueva política” ha llegado como un huracán moviendo también el suelo del sistema de partidos catalán. Para Convergència, desgastado por casos de corrupción y por la propia crisis de régimen, ha llegado el momento de otra refundación. Regeneración democrática y participación, listas con candidatos que no...
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Nuria Alabao
Es periodista y doctora en Antropología Social. Investigadora especializada en el tratamiento de las cuestiones de género en las nuevas extremas derechas.
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