1.Lo que queda del paisaje, por Joan Fontcuberta.

2.El logro de la felicidad, por Pepe Baeza.

3.Crisis? What crisis?, por Bárbara Celis.

4.Hay veranos que se tuercen en primavera, por Gerardo Tecé.

El infierno se parece bastante a un hotel de esos que denominan “para familias”. Una cárcel de colores en la que los empleados parecen constantemente sondados en cafeína (si no no se entiende tanto entusiasmo) y a la que los padres acuden sólo con dos actitudes: disfrazados de aspirantes a Leticia Sabater cuando era animadora (para vergüenza ajena de sus hijos) o dispuestos a perpetrar su divorcio al comprobar cómo su vida se ha ido a la mierda desde la llegada de las criaturas.

Siempre me ha parecido que los columpios, los toboganes, los parques, las piscinas, esconden toneladas de frustración. La de las madres agotadas que hace mucho que no se arreglan y no tienen dinero para mandar a la empleada a que aguante los gritos, las peleas y la interminable energía de los niños. Que se juntan con otras madres de igual condición para suspirar unidas con un único objetivo: saber que no están solas, que hay decenas de pringadas como ellas. La frustración de los padres que desean llegar a casa para descansar y se dan cuenta de que nanay, de que es la hora del baño, de los deberes, de leer el cuento o apaciguar la enésima dramatización que es la adolescencia. No me acusen de tópicos, aquí hemos venido a hablar de lo nuestro. Y yo he visto a muy pocos padres en los parques, qué le vamos a hacer.

 El infierno se parece demasiado a las vacaciones de verano del señor de la foto. Que pasa las noches en uno de esos bloques, seguramente en un apartamento muy pequeño para tanta gente. Que soportará la solana con tal de que los niños pasen un rato divertido, engullidos por la tortuga, el delfín y ojalá una anaconda que los devore pero de verdad. “Sólo quiero silencio, dormir un poco, estar solo”, pensará mientras se da cuenta de que otra vez se le ha olvidado ponerse protección solar.

Las vacaciones, como la belleza interior y la paternidad, están sobrevaloradas. Dejémoslo claro de una vez.. Feliz verano.