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Ha salido una señora con el ataúd recién cerrado de José María Ruiz Mateos y ha dicho que ha sido el hombre de su vida y que durante 18 años estuvo a su lado y en la sombra, subyugada por sus modales de señor y su sentido del humor jerezano. Como ejemplo de broma suprema dice que José María (DEP) le decía: “No sé yo si con esas caderas te queda bien el traje”. Una risa, como ven. Luego se queja de que la trató “como una furcia” pero sólo de vez en cuando. En fin, esa cosa de las pasiones que sigue siendo inexplicable.
Precisamente algunos han destacado en estos días las risas que nos hemos pasado con este señor pionero en el bótox --¿Alguien le vio gesticular alguna vez al hablar?--, sus disfraces de Mortadelo de palo, su ataque a Miguel Boyer, su fama de mujeriego (cosas de cualquier macho alfa ibérico que se precie) y sus profundas convicciones religiosas. Detalles estos dos últimos que no sé yo si casan mucho pero, ah, ese sentido del humor jerezano y esos modales de señor.
Esos modales los desplegó en una entrevista con una compañera hace años. Y días después llegó a la redacción un espléndido Amazona de Loewe. También otra colega fue a entrevistarlo a su casa y recuerda pocas escenas tan dantescas. Doña Teresa sacando galletas sin parar, ella agasajada con collares de perlas y los hijos recomendándole que escribiera bien del padre. Puritita libertad, ni trazas de coacción. Qué va.
Lástima que un tipo así se convirtiera para muchos en adalid de los oprimidos por el poder y pretendiera hacernos creer que hablaba en nombre de todos, cuando no fue más que un señor sin gracia que justifica a todos aquellos amantes de abrazarse al tópico cuando se habla de empresarios: el autoritario, el que siempre se forra, el que lleva el Rolex y acaricia un gato blanco mientras despide y sienta en sus rodillas a la secretaria mientras le dicta una carta. Ruiz Mateos representó un retrato robot de empresario que, habiendo tenido méritos suficientes con sólo el hecho de serlo, lo tiró todo por la borda enfundado en un traje de Superman. Entregó su alma a Dios pero también al engaño y las buenas maneras se las dejó en casa para convertirse en un matón cualquiera. Querría pasar a la historia como Amancio Ortega y la historia recordará su parecido razonable con el abogado Emilio Rodríguez Menéndez. Otro señor con modales.
La cosa se puso seria, muy seria, cuando a otro compañero se le ocurrió la osadía de publicar las trampas del revival que perpetró con Nueva Rumasa. Aquí, el patriarca olvidó su señorío y externalizó las amenazas en uno de sus 13 hijos, que le escribió: “Dile a tu mujer que te vaya preparando purés porque es lo único que vas a comer cuando te deje sin dientes”. Lo que este señor no sabía es que mi amigo es capaz de hacerse los purés solo. Y que tiene mucha más gracia.
Ha salido una señora con el ataúd recién cerrado de José María Ruiz Mateos y ha dicho que ha sido el hombre de su vida y que durante 18 años estuvo a su lado y en la...
Autor >
Ángeles Caballero
Es periodista, especializada en economía. Ha trabajado en Actualidad Económica, Qué y El Economista. Pertenece al Consejo Editorial de CTXT. Madre conciliadora de dos criaturas, en sus ratos libres, se suelta el pelo y se convierte en Norma Brutal.
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