Típica semana madrileña de otoño. Desfiles militares, colores plomizos y azules intensos se suceden sobre la ciudad. Además nos enteramos de un nuevo caso de estafado por Bankia: Iker Casillas ha perdido un millón de euros con las acciones basura de Rodrigo Rato. Por eso viaja desde Oporto para acudir al evento organizado por una firma de abogados. Es curioso, los expertos en leyes siempre han sabido leer con pericia el signo de los tiempos. Éstos se han especializado en estafas bancarias.

Otra superestrella, Pedro J. Ramírez, aparece algo irritada bajo un aguacero, en medio de un descomunal atasco. A su manera, alivia las tensiones inherentes a una vida en permanente estado de alerta informativa. Baja la ventanilla del coche y pide a gritos la cabeza de la venus despeinada de la ciudad.

Ella es Manuela Carmena. Una alcaldesa muy pop, que reparte abrazos y magdalenas sin hacer distinciones entre okupas o banqueros, podemitas o sociatas, el Atleti o el Madrid. Lleva poco más de tres meses al frente de la ciudad. Pero para Pedro J., la juezaflauta y sus municipalistas son casi una amenaza civilizatoria, responsables tanto de las inclemencias meteorológicas como del caos circulatorio y urbanístico de la capital. 

Así es Madrid, villa y corte. Bajo la lluvia y bajo el sol. 

Un lugar donde algo importante toma cuerpo en la Ser. La noticia se extiende con la viralidad memética de un signo de interrogación dibujado sobre la frente del presidente Rajoy. 

El protagonista es Carlos Sánchez-Mato, concejal de Economía en el soviet de Madrid. Alguien capaz de pronunciar en un pleno municipal que su único problema con Zara es que no encuentra ropa de su talla. El Matoufakis de Vicálvaro lanza señales muy directas, y parece decidido a auditar las deudas del Ayuntamiento. El disgusto entre la gente sensata y otros amigos contratistas del matrimonio Botella-Aznar es monumental.

Además, la conversación sostenida entre el nuevo equipo económico del consistorio y las agencias internacionales de calificación de deuda se ha filtrado a la prensa. En los audios que escuchamos, los servidores públicos se alejan de la esperada genuflexión ante las agencias Standard & Poor’s y Fitch Inc. 

Matoufakis apuesta por cerrar el grifo a quienes son, en realidad, protagonistas de la hipertrofia de los mercados financieros durante los últimos 20 años. 

La portavoz de Ciudadanos en el pleno municipal se apresura a señalar la astracanada. 

Pero no exactamente. Ante la estupefacción de Villacís y su coro, la agencia Standard & Poor’s comunica al día siguiente que va a mejorar la calificación de la deuda de la capital. 

¿Patinazo de Begoña? Quizás. Pero Villacís no es solo otra cara de la política oblicua, ni de izquierdas ni de derechas, atemperada bajo una lámpara de rayos UVA. Antes de confesar a la prensa “me siento muy naranjita" pasó una década bien buena ofreciendo inteligencia jurídica en materia impositiva. 

Lo hacía en Legálitas. Hasta finales de 2014, Villacís llegó a ser responsable de las áreas de Derecho Tributario, Laboral y Mercantil. Con especial atención a pymes y autónomos, la compañía ofrece promociones en la Guardia Civil o entre los usuarios de Pepecar para que cualquier pulgarcito frente los laberintos de la ley pueda pronunciar esa frase tan redonda: “Voy a consultarlo con mi abogado”.

Villacís, como Rivera o Arrimadas, ocupan un estudiado primer plano. El lugar donde se encienden los focos y aparece esa saludable generación de la adolestreinta, nacida entre finales de los años 70 e inicios de los 80. 

Rostros de sonrisas tan pulimentadas que producen cierta confusión, pues no queda del todo claro si venden cupones descuento para Corporación Dermoestética o son una especie de amuleto posmoderno, ese capote de la Virgen del Rocío que vela por la tranquilidad de los sueños de Oliu, Goirigolzarri y demás colegas en las redes interiores del Cercle d’Economía.

En el segundo plano de C’s, sosteniendo las geometrías de lo visible, aparecen otros personajes. Algunos tan independientes como Manuel Conthe, compañero de patio de colegio de una chavalada sin igual: los Rubalcaba, Fernández Ordóñez, Guillermo de la Dehesa, José María Aznar o Pío García Escudero. Con ellos y otros querubines más, Conthe ha compartido toda una vida a los mandos de la economía y la política española.

En los 80 del felipismo, el numen económico de Ciudadanos ocupó sucesivas Secretarías de Estado en el Ministerio de Economía. Durante el aznarato, el asesor económico indepe del partido cítrico fue vicepresi para el sector financiero en el Banco Mundial. Pedro Solbes le traería de vuelta desde Washington para dirigir la CNMV, Comisión Nacional del Mercado de Valores. Probablemente, también debido a su independencia, Conthe hablaba el pasado mes de julio sin medias tintas para las páginas de El Mundo:

“Pregunta: Soy culpable…

 Respuesta: …de no decir en 2004 que había una burbuja del recopón”.

Manuel Conthe tiene además el honor de presidir el Consejo Asesor de Expansión y Actualidad Económica. Actualidad Económica en particular es una revista muy divertida. La versión carpetovetónica de The Economist confirma en cada línea todas las tesis economicistas sobre el final de las ideologías. Lo mismo sucede con su director. 

De modo que Manuel Conthe es todo un influencer del papel sepia, la prensa económica especializada. A lo que se añade otro dato importante: desde 2011 ocupa poltrona propia en el Consejo de Administración de Acerinox, santuario bursátil del acero donde la presencia mayoritaria corresponde a la Corporación Financiera Alba S.A.

Alba S. A. es el eufemismo utilizado en los mercados financieros por la Banca March. El abuelo fundador de la dinastía, Juan March Ordinas, fue un hábil emprendedor que lo mismo financiaba sublevaciones militares en España que vendía tabaco argelino de contrabando. ”El último pirata del Mediterráneo” en palabras de Francesc Cambó. Ingenua criatura. No tuvo oportunidad de ver las siguientes entregas de la saga. 

El universo y los contactos de Manuel Conthe, alma máter de la filosofía económica sensata, son como un masaje con aceite de coco en las sienes del 1%. Según los estudios del profesor de la Universidad de Vigo, Santos Castroviejo, alrededor de 1.200 personas componen la densa red de los consejos de administración españoles. En su mayoría señores y muy sensatos, muchos deben su privilegiada butaca al talento o la rentabilidad de sus operaciones bursátiles. Pero entre ellos también hay figuras que llevan toda una vida capturando rentas gracias a la sintonía con un poder político en avanzado estado de descomposición.

Esta red de intereses y puertas giratorias no nos habla precisamente de independencia. Muy al contrario, nos muestra la interconectividad realmente existente entre la elite del mundo financiero, la democracia de los partidos sensatos y la opinión publicada en los grandes medios de información.

Por eso, de perfil o mirando a cámara, la filosofía económica naranja ofrece un retrato muy ácido de nuestra intrahistoria. O lo que es lo mismo: su historia es una materia prima excelente para comprender tanto el crowdfunding de Ciudadanos como la filosofía que guía las aspiraciones de sus cítricos menores. 

Frente al cuñadismo en alta definición de Fran Carrillo y otros pretendidos estrategas naranjitos, Manuel Conthe es todo un galán con aspecto de Tim Roth, el actor fetiche de Tarantino. Un tipo al que le gusta citar las máximas utlitaristas de Bentham, capaz de escribir con relativa solvencia sobre teoría de juegos y que disfruta comentando las paradojas matemáticas de Lewis Carrol.

La UDEF le investiga por beneficiar a unos colegas con información privilegiada desde la CNMV. Algo de sobra conocido en la prensa económica como “Operación Parqué”. Un asunto sin sentido, vaya, porque vender y comprar información privilegiada es algo que nada tiene que ver con las esencias de los mercados especulativos.

Conthe es un apellido con muchos posibles en esa intermitente frontera entre el sector privado y el manejo de las finanzas públicas. Por ejemplo, Paula Conthe, su hija, ganó recientemente el pulso a la hija de la sucesora de Manuel al frente de la CNMV, Elvira Rodríguez. Ahora es la flamante responsable de “resolución de entidadades” en el FROB, Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria del gobierno español. 

El FROB maneja los euros del rescate bancario. Ese que ocupó portadas en todo el mundo y que nuestro presidente negaba una y mil veces con el estribillo “no es un rescate, es un crédito que va a pagar la banca”. 

Sin embargo, hasta la fecha, las decisiones del FROB no anteponen precisamente los intereses del 99%, esa mayoría social que pone la casa, el desempleo o la precariedad como condiciones de ajuste para reactivar nuestra economía después del crash financiero de inmobiliarias y bancos. Entidades como Martinsa, Caja Madrid, CAM, Caja Castilla-La Mancha y ese largo etcétera de alegres burbujas del recopón.

Así llegamos al final de esta crónica sobre filosofía económica sensata. Con otro Conthe, Manuel, todo un CFA (Charter Financial Advisor).

Desde Mayo de 2013 puede presumir, pese a su insultante juventud, de prestar su apellido a una agencia internacional de rating. La misma agencia, vaya casualidad, que tiene problemas de feeling con Matoufakis y el nuevo ayuntamiento de la capital. 

Manuel Conthe CFA es analista en Fitch Inc. 

Podría ser esa voz al otro lado del aparato, o del espejo de Alicia, que quiere saber porque se cierra el grifo de las subvenciones a los toros. Una pregunta que debe ser un atajo para llegar antes hasta la valoración de todo el arte y el tronío que explican la deuda municipal.