Kirmen Uribe / Escritor
“La identidad se construye mediante ficciones del pasado"
Isabel Camacho 11/11/2015
El escritor, en Barcelona el pasado septiembre.
CEDIDA POR EL AUTOREn CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí
Si enviamos un mensaje por Facebook a un escritor que posee el Premio Nacional de Narrativa y el Premio de la Crítica en euskera, entre otros galardones, un hombre ocupado recién llegado de una gira por Inglaterra y que ya se prepara para presentar Lo que mueve el mundo (Seix Barral) en China y Japón, parece difícil que nuestras plegarias sean atendidas. Pero, Kirmen Uribe (Ondarroa, Bizkaia, 1970) no solo es un narrador y poeta diferente. Así que responde inmediatamente y se preocupa con amabilidad inusitada. Quizá tenga algo que ver el consejo de una tía para que no olvidara que procedía de una familia obrera --su padre era arrantzale (pescador)-- cuando disfrutaba del éxito de Bilbao-Nueva York-Bilbao (Seix Barral). O que su primer premio importante --Becerro de Bengoa, en 1995, por Lizardi eta erotismoa-- lo recogiera mientras estaba en prisión por insumiso al negarse a cumplir el servicio militar obligatorio.
Escribe en euskera, una lengua en un tiempo prohibida. “En Bilbao a la gente se le expulsaba del tranvía por hablar euskera y se pegaba a los niños en la escuela por la misma razón. Quienes hablaban euskera han sido considerados no cultos, ciudadanos de segunda”.
El euskera, esa lengua que, como alguien le sugirió a Uribe, tiene tantas x que parece un mapa del tesoro. Y, como el viento del mar, rolan sus palabras en castellano, japonés, inglés, francés y muchos de esos 72 idiomas que junto al vasco dice la leyenda que surgieron de la Torre de Babel. Sus palabras están hechas de fábulas, historias familiares, realidad y ficción. El autor vasco escribe “sobre personas que viven en el País Vasco pero sus historias son comprendidas en todo el mundo porque nuestros sueños y miedos son parecidos”. Eso deben sentir sus entregados lectores. Y lo hace de tal manera que llega un día en el que contemplan una orgía de luces al aterrizar en Nueva York al final de un viaje que solo existió en la imaginación.
Su obra Bilbao-Nueva York-Bilbao ha hecho más por la ciudad que el Museo Guggenheim. Y encima le concedieron el Premio Nacional de Narrativa en 2009. Para alguien como usted, que se reconoce un enamorado de Bilbao, no está mal.
Lo tomaré como un cumplido, que lo es. De todas maneras, es exagerado decir que mis libros han hecho más que el Guggenheim. El efecto Guggenheim ha creado puestos de trabajo, que es lo que verdaderamente importa. Lo mío es bonito, saber que leen una historia tuya en Londres, Tokio o Pekín, una historia localizada en Bilbao… Pero también soy consciente de que los tiempos en los que funciona la cultura son otros, trabaja más a largo plazo y en un plano mucho más individual, va de lector en lector.
“Escribo sobre personas que viven en el País Vasco, pero sus historias son comprendidas en todo el mundo porque nuestros sueños y miedos son parecidos”
¿Por qué cree que atrapa a lectores tan dispares, como japoneses o croatas, por ejemplo? ¿Tiene que ver con que las historias humanas son universales? ¿Con eso de sentir un nudo en la boca del estómago?
Yo escribo sobre personas, personas que en mi caso viven en el País Vasco aunque sus historias pueden ser comprendidas en todo el mundo. Nuestros sueños, nuestros miedos, son parecidos en todas las partes del planeta. Por otro lado, me gusta mucho plantear en mis libros el desplazamiento, cómo las personas van de un lugar a otro, hay muchas migraciones en mis novelas, tanto en Bilbao-New York-Bilbao como en Lo que mueve el mundo. Es algo que se ha dado siempre y todavía se sigue dando. La niña exiliada de la guerra del 36 en Lo que mueve el mundo es la misma niña que trata de entrar en Europa huyendo de la guerra de Siria.
En Bilbao-New York-Bilbao alude a una pregunta que le hicieron a Meryl Streep en el Festival de Cine de San Sebastián. Era esta: ¿Cuál sería la mejor pregunta que podríamos hacerle y cuál es su respuesta? Y ella dijo: ¿Hoy en día sirve para algo la ficción? Y la contestación fue: “Si cuenta cosas verdaderas, sí”. En sus novelas parecen entremezclarse todo el tiempo hasta no distinguirse. ¿Qué es ficción y qué realidad?
Creo que Bilbao-New York-Bilbao es la antinovela comercial, la que busca la lectura fácil, el entretenimiento, en la que el autor domina a su antojo al lector. Yo no creo en ese tipo de relaciones, ni en la literatura ni en la vida. Creo en establecer una relación horizontal con el lector, el lector es inteligente y a su modo participa en la escritura de tu propia novela. Yo no cuento todo, es el lector quien debe completar aquello que no se dice en la novela. La literatura que escribo es una reacción contra la ficción pura, que ha perdido a mi entender toda verosimilitud. Sin embargo, no es algo que haya inventado yo, Emmanuel Carrere, Karl Ove Knausgård, Siri Hustvedt, Enrique Vila-Matas, Alejandro Zambra u otros autores están en la misma dirección, tratando de buscar formas nuevas de narración, lejos de lo convencional.
¿Lo real es lo que hemos vivido o cómo lo recordamos y contamos?
Las dos cosas. Por supuesto, lo que hemos vivido es real. Sin embargo, es importante cómo interiorizamos esa información. En la vida vamos creando nuestro propio personaje, vamos seleccionando unos recuerdos y eliminando otros. Dicen que es un mecanismo de defensa, que recordando todo no podríamos vivir, sería algo insoportable. A mí me interesa cómo la memoria va creando ficciones, va modulando la realidad a su antojo. Pero es algo que hacemos todos los días en la redes sociales. Cada uno de nosotros crea un personaje en Facebook, por ejemplo, va seleccionando eventos y colgándolos en la Red. Y creando ficciones con esos recuerdos seleccionados. La identidad, personal, familiar y nacional, se construye mediante ficciones del pasado. Y a mí me interesa una identidad abierta, aquella que va cambiando, una identidad que no pone trabas en la libre elección de los individuos.
Escribe en euskera pero en sus colaboraciones periodísticas suele hacerlo en castellano. ¿Echa de menos algo del idioma que no usa?
Considero que mi lengua literaria es el euskera, escribo las novelas en esa lengua. Aunque también me gusta escribir cosas en castellano, textos cortos, periodísticos en su mayor parte. Lo hago de manera natural. Pero de momento no me planteo hacer literatura en una lengua que no sea el euskera. Me gusta tener un trato preferente hacia ella, que es la lengua más débil en una situación diglósica como la vivimos en el País Vasco.
¿Hay algo de reivindicación al expresarse literariamente en euskera? Alguna vez ha recordado que su uso estuvo prohibido.
La ha habido. Y gracias al compromiso de mucha gente es una lengua que está viva ahora mismo. En Bilbao a la gente se le expulsaba del tranvía por hablar en euskera y se pegaba a los niños en la escuela por la misma razón. La imagen del tranvía me recuerda a lo que vivieron los afroamericanos en EE.UU. La gente que hablaba euskera ha sido considerada no culta, ciudadanos de segunda. Ahora mismo parece increíble pero a la persona que era bilingüe se la miraba mal y se fomentaba el monolingüismo, en castellano, por supuesto. Yo no olvido todo eso, pero por otro lado es verdad que se ha avanzado muchísimo en estos últimos años, mucha gente ha estudiado la lengua, más de trescientas mil personas. En la Universidad de Aston, en Birmingham, un profesor me decía hace poco que un millón de hablantes no está nada mal para una lengua que ha estado a punto de desaparecer, que los maoríes en Nueva Zelanda son tan solo medio millón. En términos relativos no estamos nada mal.
El euskera es una de las lenguas más antiguas pero tanto como para remontarse a la Torre de Babel… Lo digo por la historia que escribió sobre el hijo de Noé.
Sí, lo que pretendía era meter un poco de humor en el tema. Estos son mitos que se crearon para dignificar la lengua. Se acudía al pasado para justificar su supervivencia. A mí personalmente no me interesa mucho el pasado de la lengua vasca. Es verdad que no es indoeuropea y que es un milagro que haya llegado hasta nuestros tiempos, pero ya está. A mí me interesa su presente y su futuro, que esté viva, que se hable, que siga evolucionando.
¿Hay una literatura vasca o es mucha pretensión?
Hay un sistema literario que funciona con sus autores, editoriales, críticos y, lo que es más importante, sus lectores, que no son pocos. También tenemos una cierta tradición continuada, cierta estabilidad, cosa que no ha habido hasta ahora, con tres o cuatro generaciones de autores que hemos coincidido escribiendo al mismo tiempo.
Le suelen invitar a participar en congresos internacionales de escritores en lenguas minoritarias. Frente a esa defensa sigue habiendo voces que critican el uso del euskera aduciendo que solo se habla en Euskadi y poco. ¿Cree que, sobre todo fuera de Euskadi, aún corre el riesgo de usarse como arma política o ya no?
Cuando salgo fuera, yo siempre digo que el euskera no es solo un bien de los vascos, sino que es un bien común, mundial. Y si se perdiese todo el mundo perdería algo. Sobre lengua vasca y política, considero que sin el apoyo del nacionalismo vasco a duras penas habría sobrevivido, aunque creo que ahora mismo la situación es diferente, y quisiera que la lengua se abriese a todo el arco político, que lo hablase quien quiera, independientemente de su ideología. Piensa que uno de nuestros primeros novelistas, Txomin Agirre, de principios del XX, era de ideas conservadoras. Vasco en euskera es euskaldun, que quiere decir “aquel que tiene la lengua”. Por lo tanto, mi traductora japonesa es euskaldun, forma parte de la comunidad vasca aunque no tenga pasaporte. Me gusta esta idea de comunidad abierta. El que quiera puede ser euskaldun, no tiene que ver con fronteras o cuestiones genéticas, que a mí siempre me han dado un poco de reparo.
“No me planteo hacer literatura en una lengua que no sea el euskera. Me gusta tener un trato preferente hacia ella”
Leyéndole, da la sensación de que el azar es muy generoso regalándole tantas historias. Y luego están su padre, sus tías, hasta los colegas le dan un material mágico y usted es como un nuevo Tusitala que lo narra. Supongo que en esto también habrá algo de ficción, ¿no?
Creo que esto de saber “cazar” historias me viene de las mujeres de mi familia, que han sido buenas contadoras, mi abuela, mi madre, mis tías. Uno de mis primeros recuerdos es sonoro, es escucharlas contar historias en la cocina a mi padre cuando volvía de la mar mientras yo estaba medio dormido en mi cama. Creo que soy escritor por esa música que escuché de pequeño. También me han enseñado a no olvidar mi origen. Cuando me dieron el Premio Nacional, mi tía, que era delegada sindical en las conserveras de pescado, me dijo: “Nunca te olvides de que somos una familia obrera”. No lo olvido. Yo, en cierto sentido, soy un “obrero” de la escritura.
Creo que está preparando una trilogía sobre la memoria. Siempre la memoria en su obra: “Rescatar historias de la muerte y el olvido”, según sus palabras ¿Podría adelantar algo?
Que es una historia que he querido contar desde siempre. Pero hasta ahora no me sentía capaz, no tenía la mano del escritor ni las lecturas para ello. A ver cómo queda…
¿Y usted qué busca en la lectura? ¿Qué lee?
Leo mucha poesía, novela, ensayo… Creo que soy más lector que escritor, mejor escuchador que hablador, como decía Julio Cortázar.
¿Y en la vida?
Hace poco, el físico Pedro Miguel Etxenike y el neurocientífico Rafa Yuste me contaron que hasta los organismos más primitivos y simples buscan el placer y lo sienten al conseguirlo. Es algo que va unido a la vida misma. Yo también busco el placer en la vida, pasarlo bien con la gente que quiero y, de paso, luchar a mi manera para que el planeta sea un lugar más justo, más habitable y más sostenible.
Si enviamos un mensaje por Facebook a un escritor que posee el Premio Nacional de Narrativa y el Premio de la Crítica en euskera, entre otros galardones, un hombre ocupado recién llegado de una gira por Inglaterra y que ya se prepara para presentar
Autor >
Isabel Camacho
Suscríbete a CTXT
Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias
Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí