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Desde que tengo uso de razón la malgasto destrozándome los tímpanos con rock and roll. Buena parte de mi vida consiste en beber tercios a morro mientras una gente toca cuatro acordes mal tocados sobre un escenario. A veces salgo a fumar, a veces entro al baño, a veces me pongo a bailar. Soy así. No voy a cambiar. No quiero cambiar, como cantaban los chicos de Eskorbuto.
Ya lo ha escrito Bárbara Celis por aquí. Cuando pasa una salvajada como la de París y uno tiene que llenar un folio en blanco, cuesta escribir sobre otra cosa. Pero también cuesta escribir sobre lo mismo, que ya están todos los demás llenando de ruido el ruido. Por eso voy a hablar de mí. De cómo me siento. De cómo me sienta.
Me gustan las abominaciones y las perversiones. Soy un apóstata. Por lo que dice el comunicado, soy objetivo de los barbudos que entraron a matar en el Bataclan y de los que vengan después. De hecho, yo estaba allí viendo a Eagles of Death Metal, aunque no estuviese. Y allí seguiré estando. Como seguiré sentándome en terrazas o quedando con amigos para comer lo que me dé la gana. Si quieren acabar con mi forma de vida, ya saben dónde pueden buscarme. En Madrid, en Londres, en Murcia. En un bar. En un restaurante. En algún garito con la botella en la mano y meneando la cabeza. De hecho, la última vez que estuve en París fui a ver a Parquet Courts en La Maroquinerie y tuve una sensación de que ésa era mi casa, la abominación, la perversión, la apostasía… El rock and roll. Aunque les joda.
Yo no impongo mi forma de vida a nadie. Es la mía, nada más. Tampoco me gusta que traten de imponerme ninguna. Y menos con violencia. No me gusta lo que hacen los iluminados con los homosexuales, con los ateos, con los cristianos, con los musulmanes de otro palo, con las mujeres, con la música, con la cultura, con los dibujantes, con los libros, con los demás. No me gusta nada pero no estoy pensando en organizar un comando para llevarles a hostias mis discos de Poison Idea.
Por eso tampoco me gusta lo que ha pasado después. Sacamos los aviones, sacamos las armas, sacamos la paz empaquetada en bombas y seguimos igual. Mal. Muy mal.
No me representa Abu Omar al-Baghdadi. Pero tampoco me representa Hollande. No me representa Abdelhamid Abaaoud. Pero tampoco Vladimir Putin ni ninguno de los otros autores intelectuales de ese y este mundo. Unos vienen aquí a matar a tiros y a bombas a la gente que hace su vida tranquilamente. Otros van allí a matar a bombas y a tiros a la gente que intenta hacer lo que puede con su vida. Unos llevan unas décadas tocando las narices con la excusa de la religión. Otros llevan siglos vendiendo armas, comprando petróleo y repartiéndose territorios e intereses con el argumento de la democracia y los valores.
¿Qué democracia? ¿Qué valores? ¿Los que nos están robando cada día?
Lo siento, pero lo siento así. No es demagogia. Es desarraigo. Me siento en medio de un fuego cruzado. Hay dos bandos y ninguno es el mío. Y sé que no estoy solo. Como yo, hay mucha gente que se dedica a trabajar, a pasarlo bien y a tratar de hacer cosas para cuidar de los demás. Como yo, hay mucha gente a la que le preocupa la política del bien común, el medio ambiente, la espiritualidad bien entendida y otras tonterías por el estilo. Como yo, hay mucha gente que vive el presente a tope tratando de no perjudicar el futuro. En Europa, en Asia, en África. En todas partes.
Ésos somos nosotros. Los otros son ellos. Los que quieren seguir matando, los que quieren que nunca haya un problema resuelto para seguir otorgándose la autoridad para resolver los problemas. Los que crean los problemas.
El otro día leí un estudio que decía, contra el tópico, que escuchar punk y metal calma, ayuda a explorar distintas emociones, activa e inspira. Será por eso, porque llevo el Damaged de Black Flag siempre en la cabeza, que nunca he entrado a tiros en una discoteca o lanzado un misil contra una ciudad. No sé qué música escuchan al-Baghdadi y Hollande pero está claro que no es la mía. A mí me gusta el rock and roll.
Desde que tengo uso de razón la malgasto destrozándome los tímpanos con rock and roll. Buena parte de mi vida consiste en beber tercios a morro mientras una gente toca cuatro acordes mal tocados sobre un escenario. A veces salgo a fumar, a veces entro al baño, a veces me pongo a bailar. Soy...
Autor >
Pedro Bravo
Pedro Bravo es periodista. Ha publicado el ensayo 'Biciosos' (Debate, 2014), sobre la ciudad y la bicicleta, y la novela 'La opción B' (Temas de Hoy, 2012). En esta sección escribe cartas a nuestro director desde un lugar distópico que a veces se parece mucho a éste.
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