TRIBUNA / Tomando partido
La coronilla de Rivera o el secreto de Ciudadanos
El líder naranja podría ser el futuro presidente de España. Como se dijo hace unos meses de Pablo Iglesias, la única condición es que se produzca el sorpasso del PSOE
Emmanuel Rodríguez 25/11/2015
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El televidente avispado seguramente conocerá el caso de la coronilla de Rivera. Con una alopecia cenital algo más que prominente, Albert considera (y negocia en lo que sea necesario) los ángulos de cámara para evitar que “su” pequeño secreto sea “escandalosamente” visible. La coronilla de Rivera sirve de metáfora de todo lo que rodea a Ciudadanos. Como se supone a las normas del buen gusto, simboliza aquello que ya conocemos pero en lo que no conviene hurgar: la financiación del Sabadell, la conexión con los del Ibex, los dineros inexplicablemente perdidos, la alimentación de su nómina con tránsfugas del PP. Estamos en la misma línea del bloque mediático que va de Atresmedia al Grupo PRISA, y que ha prestado todos sus recursos a la nueva promesa de la política española.
Lo cierto es que aunque el CIS (que es de los menos generosos) no le ofrece más que un 12,6% en intención directa de voto y un 14,7%, tras haberlo “cocinado” con unos “recuerdos de voto” que para Podemos y Ciudadanos resultan imposibles, Albert Rivera podría ser el futuro presidente de España. Como se dijo hace unos meses de Pablo Iglesias, en un típico “tanto monta, monta tanto”, la única condición para su acceso a la presidencia es que se produzca el sorpasso del PSOE. Puede parecer una locura a la luz de los datos demoscópicos que apuntalan al PSOE bastante por encima de Ciudadanos, pero ya hay encuestas que dan empate técnico, e incluso alguna ventaja a los naranjas. Asistiríamos entonces a una tormenta perfecta de ambiciones al fin encontradas: Rivera, novato, encumbrado a la presidencia, y Sánchez, también novato, vicepresidente. O ¿acaso es imaginable que si Rivera puede gobernar vaya a apoyar a la “lista más votada”? ¿O que los del PSOE renuncien a carteras ministeriales y a varios miles de cargos entre secretarías, vicesecretarías y asesorías varias?
Si este es el caso —y puede serlo— conviene que nos vayamos preparando para una discusión que no pasará de lo superficial, esto es, de lo obvio. Entre los lamentos de los del “cambio” acerca de por qué hemos perdido y de cómo a Podemos le han robado la tostada, se repetirán cosas muy parecidas a lo de la coronilla de Rivera. En modo de titulares de prensa: “Ciudadanos ha vencido por el mayoritario conservadurismo de la sociedad española”, “la oligarquía y los poderes económicos han impuesto su opción restauradora”, “la situación política española no daba para una opción de ruptura”. Como se ve, estamos frente a los “lugares comunes” del izquierdismo, que en correspondencia con estos tres titulares se resumen: la culpa es del pueblo, la derecha es invencible y la realidad siempre se impone. Pero lo cierto es que si queremos entender algo, y todavía más tratar de evitar lo peor, tendríamos que invertir la explicación y reconocer el éxito de Ciudadanos a partir de sus propios éxitos y, ¿cómo no?, de los enormes huecos que les han dejado sus contrarios. También en tres titulares:
1. Ciudadanos es el partido que mejor representa el cierre (en falso) de la crisis de las clases medias, algo que el crack financiero-inmobiliario de 2008 no ha parado de mostrar. Rivera, Villacís, Arrimadas encarnan, como si fueran los seleccionados de un casting de Gran Hermano, la misma erótica y mal gusto que tienen las familias de clase media, esto es, de ese sector cada vez más inexistente pero que todavía tiene su influjo sobre todos aquellos que aspiran a subir un par de pisitos en el ascensor social. Obsérvense bien estos nuevos ejemplares de la política española, todos ellos winners: cuerpo fitness, verbo fácil , dietas light y excitantes algo más fuertes que la cafeína.
El antídoto a Ciudadanos no está en tratar de disputar el voto de las clases medias sino en pelear en lo que Ciudadanos nunca se atreverá a considerar: que la sociedad de clases medias es una formación definitivamente en crisis.
Es curioso, pero el antídoto a Ciudadanos no está en tratar de disputar el voto de las clases medias. Eso es una batalla perdida. Sino en pelear en lo que Ciudadanos nunca se atreverá a considerar: que la sociedad de clases medias es una formación definitivamente en crisis, una postal de recuerdo de otro tiempos (no sabemos si mejores). Se trata de una opción para valientes pues exige vencer la atracción fatal del electoralismo. Sobra decir que hasta el momento, Podemos ha quedado sumergido en el mismo terreno de los partidos “de y para” las clases medias: no otro es su giro a la centralidad. Resultado: pierde frente a Ciudadanos en lo que todavía queda de clase media, y frente al PSOE entre los parados, los obreros cualificados y los trabajadores sin cualificación ―obsérvese de nuevo el CIS―.
2. Ciudadanos es el partido por antonomasia de la regeneración democrática. Sus propuestas no van más allá de lo que todo miembro o “miembra” de la gente de bien quisiera escuchar: fin de la corrupción, transparencia, trabajo, empleo, crecimiento, trabajo de nuevo y derechos. Pero estos últimos no deben ser para todos, sólo para los que lo merezcan, o traducido a un lenguaje bien concretito, para aquellos que cotizan y son nacionales. Ciudadanos es el primer partido en España dispuesto a hacer del racismo explícito política institucional.
Ciudadanos es el primer partido en España dispuesto a hacer del racismo explícito política institucional
¿Se acuerdan de aquel partido antirrégimen que durante unos meses subió como la espuma por su desparpajo y radicalidad, y dicho sea de paso por la resaca de un 15M que ya no se sabe donde está? Compárenlo con el Podemos que hoy defiende solemnemente la permanencia de España en la OTAN, los compromisos de Estado; en pocas palabras, la continuidad con lo que hay. Como si de una desbrozadora se tratase Podemos no ha dejado de trabajar para su contrario. Lo último es aquello de que no hay mayoría social para un proceso constituyente. ¿Acaso antes existía esta mayoría? ¿No fue el trabajo para que la hubiera lo que abrió las puertas a Podemos?
3. Ciudadanos es el partido de la reforma territorial. Hipótesis contraintuitiva para una formación que se ha demostrado contraria a mantener el actual modelo autonómico, pero precisamente por eso y por ser de las pocas que todavía puede decir que tiene representación en todo el Estado, Ciudadanos puede ser la llave del pacto. Partido catalán y segunda fuerza en Catalunya, Rivera podría ser como un Antonio Maura de la Segunda Restauración, catalanohablante como éste y como éste profundamente liberal y “español”. Con semejantes pies, Ciudadanos podría estar en condiciones de negociar la única modificación constitucional que hoy por hoy está en el menú de la Reforma: una ligera mejora fiscal para Catalunya, diferenciada ya del resto de autonomías por la recentralización de competencias. Que nadie se sorprenda si esto sucede. Al fin y al cabo sería uno de los modos posibles de realización de ese modelo asimétrico soñado desde siempre por el catalanismo conservador.
Ciudadanos podría estar en condiciones de negociar la única modificación constitucional que hoy por hoy está en el menú de la Reforma: una ligera mejora fiscal para Catalunya
La cuestión reside aquí en responder a la pregunta de por qué Ciudadanos ha conseguido convertirse en Catalunya en una fuerza tan interclasista como para arrancar votos tanto en los feudos del PSC (como Nou Barris) como en las mansiones de la alta élite catalana (como Pedralbes). Y sobre todo ¿cómo es que la izquierda catalana ha consentido o permitido lo primero? Al igual que en otros terrenos, Ciudadanos sólo “pilla” lo que otros le han dejado.
Escribía Maquiavelo que la suerte del príncipe ―en realidad la de cualquier sujeto político― se juega entre la fortuna y la virtù, entre las condiciones que determinan una época y la capacidad del príncipe para saber jugar todas sus armas, obviamente en su provecho. Decía también Maquiavelo que entre la aptitudes del príncipe, el engaño y la astucia se contaban entre las principales.
En estos últimos meses, hemos asistido a un bonito baile de máscaras, un juego de engaños, en los que la astucia se hacía valer como la mayor y mejor arma de un príncipe original y radical. Hoy por hoy, sin embargo, los datos apuntan abrumadoramente en un sentido contrario. Quizás estemos a tiempo de que estas navidades no nos atrangantemos con aquellas explicaciones de los viejos izquierdistas que tienden a dar cuenta de sus fracasos como el resultado de poderosas fuerzas objetivas o, en su defecto, de errores ajenos. Lo que es seguro es que ese tiempo no es mucho. Rivera puede ser presidente.
El televidente avispado seguramente conocerá el caso de la coronilla de Rivera. Con una alopecia cenital algo más que prominente, Albert considera (y negocia en lo que sea necesario) los ángulos de cámara para evitar que “su” pequeño secreto sea “escandalosamente” visible. La coronilla de Rivera sirve...
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Emmanuel Rodríguez
Emmanuel Rodríguez es historiador, sociólogo y ensayista. Es editor de Traficantes de Sueños y miembro de la Fundación de los Comunes. Su último libro es '¿Por qué fracasó la democracia en España? La Transición y el régimen de 1978'. Es firmante del primer manifiesto de La Bancada.
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