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La tragedia del horizonte
Discurso de Mark Carney, gobernador del Banco de Inglaterra, sobre los riesgos financieros del cambio climático
2/12/2015
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Cerca de 500 grupos de inversión mundiales, entre los que se encuentran la aseguradora Allianz y la Fundación Hermanos Rockefeller, se han sumado a la iniciativa presentada en la COP21 de París para reducir la inversión en combustibles fósiles. Se trata de un paso fundamental en la apuesta por las energías renovables que pongan freno al cambio climático.
El pasado 29 de septiembre el gobernador del Banco de Inglaterra, Mark Carney, ya alzó la voz sobre la alarmante situación que supone el cambio climático para la finanzas globales. El discurso, pronunciado en el Lloyd´s de Londres —centro de reunión para empresas y compañías de seguros— suponía un toque de atención al sector económico, advirtiendo la necesidad de establecer un plan en el largo plazo que gestione el riesgo financiero del cambio climático.
A continuación se exponen las partes mas destacables del discurso de Mark Carney en el Lloyd's de Londres:
Muchos de los cambios en el mundo desde los años cincuenta no tienen precedente. No solo en las últimas décadas, sino durante milenios.
Las investigaciones nos dicen con un alto grado de credibilidad que:
-En el hemisferio norte los treinta últimos años han sido los más calientes desde los tiempos de la creación de la nación inglesa. De hecho, ocho de los diez años más calientes registrados en el Reino Unido han tenido lugar a partir de 2002.
-La concentración atmosférica de los gases invernadero están en niveles no vistos en 800.000 años.
-El ritmo al que aumenta el nivel del mar es más rápido ahora que en cualquier momento de los dos últimos milenios.
El ser humano, principal responsable de esta situación:
Los condicionantes humanos se presentan como la principal causa del calentamiento global desde la mitad del siglo veinte. Mientras las fluctuaciones naturales pueden enmascararlo temporalmente, la tendencia de 0,2 grados por década al calentamiento provocado por el hombre ha continuado incesante desde los años setenta.
Hay tres canales principales a través de los cuales el cambio climático puede afectar a la estabilidad financiera:
-El primero, los riesgos físicos: el impacto de las eventualidades climatológicas —como inundaciones y tormentas que dañan la propiedad o perturban el comercio— que afectan a los compromisos de los seguros y al valor de los activos financieros.
-El segundo, el riesgo de la responsabilidad: los impactos que surgirán en el futuro si las partes que han sufrido pérdidas o daños por los efectos del cambio climático piden indemnización a aquellos que consideran responsable. Si bien estas reclamaciones pueden tardar décadas, tienen el potencial para afectar duramente a los extractores y emisores de carbono y emisores, así como a sus aseguradoras en caso de contar con cobertura de responsabilidad civil.
-Finalmente, riesgos de transición: los riesgos financieros que podrían derivarse del proceso de ajuste hacia una economía baja en carbono. Los cambios en la política, la tecnología y en los riesgos físicos podrían provocar una nueva valoración de una amplia gama de activos tan pronto como los costes y las oportunidades se hagan evidentes.
Precisamente, uno de los sectores más afectados por el cambio climático a día de hoy son las aseguradoras:
Las pérdidas —ajustadas a la inflación— para los seguros han aumentado de un promedio anual de alrededor de 10.000 millones de euros en la década de los ochenta a cerca de 50.000 millones de euros en la última década.
Lo que podría llegar a pasar si esta situación continúa:
Ciertamente existen algunas estimaciones de que los modelos de pérdidas actuales estarían subestimadas tanto como un 50%, si es que las actuales pautas meteorológicas se convierten en normales. Además, el cambio climático podría provocar un aumento en la morbidez y en la mortalidad debido a enfermedades y pandemias.
En casos extremos, los propietarios de inmuebles en el Caribe han comprobado que los patrones de las tormentas provocan que sea imposible conseguir una cobertura total, lo que ha resultado en un estancamiento en la demanda de hipotecas, el colapso de los valores y el abandono de los barrios.
El paso del tiempo también puede desvelar riesgos que ni siquiera los modelos más avanzados han conseguido predecir, tales como los riesgos de responsabilidad a terceros.
En el mercado de los seguros, saben de sobra que quien tiene riesgo bajo puede acabar teniéndolo alto y con costes inesperados a largo plazo.
Las reclamaciones de responsabilidad a terceros —pública, de directores y de directivos, de indemnización profesional— podrían surgir si aquellos que han sufrido pérdidas demuestran que las partes aseguradas han fallado a la hora de mitigar los riesgos del clima, han fallado a la hora de responder por el daño que han causado al medio ambiente o han fallado a la hora de cumplir con las leyes.
El problema se plantea en la “transición” hacia una economía de bajo carbono:
La política para promover la transición hacia una economía de bajo carbono podría desencadenar una revaluación fundamental.
Por ejemplo, la estimación del presupuesto del IPCC de carbono, que limitaría el aumento de temperatura global a dos grados por encima de niveles preindustriales.
El presupuesto se encuentra entre una quinta parte y una tercera parte de las reservas mundiales constatadas de petróleo, gas y carbón.
Si la estimación es aproximadamente correcta resultaría en un “encallamiento” de la vasta mayoría de las reservas de petróleo, gas y y carbón, que literalmente no podría ser quemado sin una tecnología de captura de carbón muy cara, que por sí misma altera la economía de los combustibles fósiles.
Las implicaciones de la política financiera:
Los legisladores financieros no conducirán la transición a una economía de bajo carbono. No corresponde a un banquero central abogar por una política u otra. Es responsabilidad de los gobernantes decidir.
Cualquier reacción eficiente del mercado ante el cambio climático debe estar basada en la transparencia y la información.
Es por ello que, tras nuestros debates en el Consejo de Estabilidad Financiera de la semana pasada, estamos considerando recomendar a la cumbre del G-20 que se haga un esfuerzo para desarrollar la divulgación coherente, comparable, fiable y clara alrededor de la intensidad de carbono de los diferentes activos.
Una mejor información que dé visión a los inversores:
La información sobre la intensidad del carbono permite a los inversores evaluar el riesgo para los modelos de negocio de las compañías y expresar su punto de vista sobre el mercado.
Una información correcta permite a los escépticos y a los evangelizados avalar sus convicciones con el capital. También revelará cómo las valoraciones de las empresas que producen y utilizan combustibles fósiles podrían cambiar con el tiempo; expondrá el coste futuro de hacer negocios, el pago de las emisiones, el cambio de los procesos para evitar esos cargos y una regulación más estricta; ayudará a generar ajustes suaves de precios a medida que cambian las opiniones, en lugar de concentrarlas en un solo momento climático Minskyano.
Políticas complementarias de fijación de precios:
Hay dos formas en las que podemos desarrollar políticas de fijación de precios y dilatar su impacto:
En primer lugar, los gobiernos, animados por el COP21, podrían guiar al mercado y establecer marcas en torno al precio del carbón. Porque, tanto si el precio indicativo es, inicialmente, mucho más bajo que el “verdadero” coste del carbón, el precio fijado conserva un gran poder. Relacionaría los efectos del clima con el valor del dinero y concedería cierta perspectiva sobre cómo las políticas pueden asentar valores y modelos de negocio.
También las pruebas de estrés, habitualmente aplicadas en las estrategias empresariales. Las tasaciones del capital están basadas en evaluaciones, realizadas sobre una multitud de escenarios posibles. Los capitales se piensan mirando al futuro, y creamos defensas ante un mundo en el que los eventos más extremos puedan convertirse en la norma. Las pruebas de estrés podrían actuar como una cápsula del tiempo, dándonos luz no solo sobre los riesgos del presente, sino sobre la oscuridad de lo venidero.
Un grupo de trabajo de divulgación climática:
En cualquier campo (financiero, científico u otro), las divulgaciones más eficaces son:
-Consistentes: En alcance y objetivo a través de las industrias y sectores relevantes.
-Comparables: Para permitir a los inversores evaluar los compañeros y los riesgos agregados.
-Confiables: Para asegurar que los usuarios pueden confiar en los datos.
-Claros: Presentados de tal forma que haga que la información compleja sea entendible.
-Eficientes: Minimizando los costes y cargas mientras se maximizan los beneficios.
Una idea es establecer un grupo liderado por la industria, Climate Disclosure Task Force, para diseñar y designar un estándar voluntario para la divulgación de aquellas compañías que producen o emiten carbón.
Las compañías deberían revelar no sólo lo que están emitiendo a día de hoy, sino cómo piensan llevar a cabo la transición hacia el mundo sin contaminación del futuro. El G-20 —cuyos estados miembros acumulan alrededor del 85% de las emisiones globales— tienen la posibilidad de hacer esto posible.
Dos formas de desarrollar políticas de límites y dilatar su impacto:
En primer lugar, los gobiernos, animados por el COP21, podrían guiar al mercado y establecer marcas en torno al precio del carbón. Porque, tanto si el precio indicativo es, inicialmente, mucho más bajo que el “verdadero” coste del carbón, el precio marcado conserva un gran poder. Relacionaría los efectos del clima con el valor del dinero y concedería cierta perspectiva sobre cómo las políticas pueden asentar valores y modelos de negocio.
También las pruebas de estrés, habitualmente aplicadas en las estrategias empresariales, Las tasaciones del capital están basadas en evaluaciones, realizadas sobre una multitud de escenarios posibles. Los capitales se piensan mirando al futuro, y creamos defensas ante un mundo en el que los eventos más extremos puedan convertirse en la norma. Las pruebas de estrés podrían actuar como una cápsula del tiempo, dándonos luz no solo sobre los riesgos del presente, sino sobre la oscuridad de lo venidero.
Como conclusión:
La combinación de la evidencia científica y de la dinámica del sistema financiero sugieren que, con el paso del tiempo, el cambio climático amenazará la capacidad de adaptación financiera y la prosperidad en el largo plazo.
Con mejor información de base, podemos construir un círculo virtuoso para una mejor comprensión de los riesgos del futuro, un mejor precio para los inversores, mejores decisiones de los responsables políticos y una transición suave hacia una economía baja en carbono.
Gestionando estas mediciones podemos romper la tragedia del horizonte.
Cerca de 500 grupos de inversión mundiales, entre los que se encuentran la aseguradora Allianz y la Fundación Hermanos Rockefeller, se han sumado a la iniciativa...
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