ES LA IDEOLOGÍA, ESTÚPIDO (Y V)
¿Cuál es el mejor programa económico? Depende
José Moisés Martín Carretero 16/12/2015
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Durante las últimas semanas, hemos ofrecido en CTXT una serie de artículos comentando los aspectos que, a juicio de quien escribe estas líneas, podrían ser más destacables de cada uno de los principales partidos políticos de alcance estatal. Se ha intentado señalar los elementos más novedosos de los mismos, los aspectos más polémicos, y las principales ausencias o fallas encontradas. Sin un veredicto preciso e inapelable: al final, la política económica no es ajena a los intereses de quienes la promueven y de quienes se benefician de unas y de otras medidas, por lo que cada programa y propuesta será buena o mala en función del lugar social de quien la recibe. Por ejemplo, una bajada de impuestos a las rentas más altas entusiasmará a los acaudalados, mientras que sus efectos taumatúrgicos en la prosperidad de los que más han sufrido la crisis son menos evidentes. Se equivocan quienes dicen que la economía –y la política económica-- es meramente técnica que hay que perfeccionar: hace años que el premio Nobel Amartya Sen nos advirtió que la economía se basa en elecciones sociales, y como tales, están sostenidas por valores y por una determinada concepción ética del mundo y de la vida. La elección de establecer un contrato único no es sólo técnica, sino también política y ética: no se trata sólo de medir su impacto en la creación de empleo, sino del efecto distributivo que tiene dentro del propio factor trabajo, al generar condiciones favorables a las nuevas contrataciones a costa de debilitar la protección del empleo de los que ya están trabajando. Por la misma, los defensores del contrato único señalan que la protección de los que ya trabajan es la condena de los que quieren trabajar y no lo consiguen. Hay que elegir cuál es la mejor opción, y elegir es hacerlo sobre la base de lo que consideramos mejor para el conjunto de la sociedad, partiendo de nuestros valores y principios. Flexibilizar y liberalizar los mercados de servicios permitirá la entrada de nuevos competidores, pero no será del agrado de los que ya están en esos mercados. La elección, insisto, no es técnica: es política, ética, o, como dice el enunciado de esta serie de artículos, ideológica.
En cualquier caso, y pese a estas diferentes concepciones del hecho económico que encierran los programas analizados, lo cierto es que, para desgracia de los amantes de la confrontación televisiva, no son programas inconmensurables, sino que mantienen hilos conductores comunes, en un consenso tácito sobre los problemas que acechan a nuestra economía.
En primer lugar, cabe destacar el patrón de crecimiento (o modelo productivo). Todos los partidos son conscientes de que el modelo productivo que mantuvimos hasta llegada la crisis debe variar hacia un patrón de mayor valor añadido, que permita una transición acelerada hacia una economía basada en el conocimiento y la innovación. El interés mostrado en la I+D o en las infraestructuras digitales muestra el camino por el que se quiere avanzar. En este caso, los partidos progresistas sugieren fortalecer el papel del Estado en este cambio productivo, incidiendo en la necesidad de políticas industriales activas y prioridades sectoriales, mientras que el partido liberal y el conservador apuestan por liberar restricciones regulatorias para favorecer un mayor desempleo del sector privado en la economía. En efecto, este énfasis en la reindustrialización de España no es compartido por Ciudadanos, y aunque el Partido Popular no se opone abiertamente, su política sectorial es mucho más tímida y continuista.
En segundo lugar, el mercado de trabajo. En este bloque, la principal innovación es la propuesta de contrato único planteada por Ciudadanos, que supondría una reordenación total del marco institucional de nuestras relaciones laborales por sus implicaciones sobre la protección del empleo, mientras que PSOE y Podemos abogan por recuperar la negociación colectiva y plantean reformas mucho más acotadas y consistentes en acabar con la dualidad vía la inspección y la lucha contra el fraude de ley en las contrataciones. El PP, por su parte, sugiere igualmente luchar contra la precariedad pero sin acometer otra reforma laboral en profundidad.
En tercer lugar, la pobreza y la desigualdad ocupan buena parte de la reflexión de los partidos. El Partido Popular sugiere bajar los impuestos a las rentas más bajas, y fía la recuperación de la situación social a la creación de empleo, cosa que no satisface a las otras tres fuerzas, que han planteado medidas para subir el salario mínimo o para complementar aquellos salarios que están por debajo del un determinado límite. De igual manera, tanto PSOE como Podemos promueven la instauración de rentas mínimas garantizadas para aquellas familias que no cuentan con otros ingresos, medida en la que se separan claramente de las otras dos formaciones políticas.
Por último, destaca la clara diferencia en política fiscal. PP y Ciudadanos abogan por una bajada de impuestos que permita estimular el consumo y el ahorro y con ello la inversión y el crecimiento, mientras que PSOE y Podemos apuestan por garantizar la suficiencia de ingresos del Estado a través de impuestos más progresivos al tiempo que pretenden alargar los plazos de cumplimiento de los objetivos de consolidación fiscal pactados con Bruselas.
Cuatro retos –productividad y modelo productivo, mercado de trabajo, pobreza y desigualdad y recursos fiscales-- que los partidos políticos contendientes proponen atajar con diferentes mix de políticas financieras, industriales y sociales. El núcleo del nudo gordiano de nuestros retos económicos. Retos que tenemos cuantificados en el marco de la Estrategia Europa 2020 (marco estratégico común de toda la Unión Europea para alcanzar un crecimiento sostenible, inteligente e inclusivo), y que, como podemos ver en el cuadro adjunto, están todavía muy lejos de ser alcanzados.
¿Serán suficientes las medidas propuestas para atajar nuestros problemas? En algunos casos es posible: los equipos económicos han trabajado mucho para ofrecer propuestas bien armadas, consistentes y coherentes con el proyecto que país que dibujan. No hay –demasiadas-- propuestas inviables: otra cosa es el efecto positivo o negativo que tengan en la ciudadanía, y, además, en unos u otros sectores de la ciudadanía. Hay también, en cada uno de ellos, ausencias clamorosas, como una reflexión en profundidad sobre el cumplimiento de los objetivos de la estrategia Europa 2020, y algún que otro elefante en la sala que casi nadie se ha atrevido a tratar en su necesaria profundidad (como el riesgo que representa, todavía, la elevada deuda pública y privada o las vulnerabilidades a las que todavía se enfrenta la economía global en estos tiempos de estancamiento secular) pero, tomados como conjunto, es difícil que volvamos a ver un elenco de programas económicos con tanto trabajo detrás de ellos.
¿Cuál es el mejor, cuál es el peor? Pues efectivamente depende de su posición ética y política, de lo que esté dispuesto a sacrificar cada formación política para alcanzar sus objetivos. Si está de acuerdo en generar más oportunidades de empleo asumiendo el coste de una menor protección para todos, apueste por el contrato único de Ciudadanos. Si le interesa tener más renta disponible y espera que los desequilibrios económicos y sociales se corrijan automáticamente gracias al ciclo económico, busque aquellos partidos que prometen bajar sus impuestos, como el Partido Popular. Si apuesta por una sociedad y una economía más cohesionada es probable que tenga que pagar más impuestos, como en las propuestas de PSOE. Si su prioridad es la distribución de la renta por encima del fomento de la competitividad y la productividad, su programa es sin duda el de Podemos. Parafraseando una conocida historia, los programas económicos son viables, justos y baratos, pero sólo podemos elegir dos de estas tres características.
En estas elecciones nos jugamos precisamente esto: el modelo de país que queremos construir en los próximos años. Y esa no es una decisión técnica. Vote en conciencia o no vote, al final, como casi siempre, lo que manda es la ideología.
Durante las últimas semanas, hemos ofrecido en CTXT una serie de artículos comentando los aspectos que, a juicio de quien escribe estas líneas, podrían ser más destacables de cada uno de los principales partidos políticos de alcance estatal. Se ha intentado señalar los elementos más novedosos de los...
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José Moisés Martín Carretero
Economista y consultor internacional. Dirijo una firma de consultoría especializada en desarrollo económico y social. Miembro de Economistas frente a la Crisis. Autor de España 20130: Gobernar el futuro. Autor de España 2030: Gobernar el Futuro.
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