Las trabajadoras sexuales quieren ser escuchadas
La asociación Afemtras plantea sus demandas a los partidos políticos para el 20-D. La primera, el reconocimiento de sus derechos
Amanda Andrades 18/12/2015
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Son las 12.30 de la mañana de un viernes. A estas horas normalmente trabajan. Prefieren un horario diurno, en el que “los clientes van a buscar un servicio y ya”. Ninfa y Chiara dudan un segundo antes de dar sus nombres, se consultan y deciden utilizar los que emplean en su oficio. “Golpea mucho el estigma, te hace sentir la peor de las mujeres”, explican para añadir que les gusta separar la vida personal de la laboral. Las dos ejercen la prostitución en el polígono de Villaverde en Madrid.
Chiara y Ninfa pertenecen a Afemtras (Asociación Feminista de Trabajadoras Sexuales). Quieren que se las escuche. Sienten que son las “grandes protagonistas”, a las que sin embargo nadie tiene en cuenta. Uno de los objetivos de la organización es lograr sentarse con los políticos. Un diálogo para el reconocimiento de sus derechos sociales y laborales. “No sabemos lo que queremos, pero sí lo que no. Por ejemplo, que se nos obligue a tributar pero sin obtener ningún beneficio”, puntualiza una de las dos. “Tiene que haber un consenso de todas las partes, del Estado, de las organismos que regulan el trabajo y de las prostitutas”, añade su compañera. En su conversar se quitan las palabras de la boca.
Las dos llegaron a España hace unos veinte años. Ambas tienen ya la nacionalidad española. Ninguna ejercía como trabajadora sexual en Ecuador, su país de origen. Comenzaron en ella unos años después. “Llegas mediante amigas. Son ellas las que te apoyan”, cuenta Ninfa.
Todas las integrantes de Afemtras --algo más de un centenar, según cuentan-- trabajan en la prostitución de calle. Algunas la alternan a veces con los clubes y los pisos, en función de sus circunstancias personales. Cuando se les pregunta por qué la calle, la respuesta sale disparada: “Por la libertad”. “Cuando negociamos con los clientes pactamos desde la libertad. Algo que no se da en los pisos o en los clubes. Ahí hay servicios que se imponen como la felación sin preservativo”.
Fue la entrada en vigor de la 'ley mordaza' en junio de 2015 la que llevó a estas mujeres a unirse. Afemtras nació cuando sus integrantes se hartaron de ser multadas por la policía
Cuando hablan de su lugar de trabajo, aclaran de inmediato que captan a su clientela en la calle, pero que luego buscan un lugar adecuado. Entre sus compromisos como organización está mantener limpias las zonas en las que ejercen, adaptar su vestimenta al entorno y al horario y no colocarse cerca de las viviendas. “Hay que ser sensibles con los ciudadanos”, señalan. “Entendemos que la calle es un espacio de todos y para todos”. La negociación de espacios es otra de sus demandas.
En España la prostitución no está penada, no aparece recogida como un delito en el Código Penal. Sí cuentan con condena aquellos que obliguen a ejercerla o los que la induzcan o promueven entre personas menores de edad o incapaces. La prostitución ni siquiera está regulada por el Estado, aunque sí mediante leyes como las de Seguridad Ciudadana o las ordenanzas municipales.
Fue la entrada en vigor de la ley mordaza en junio de 2015 la que llevó a estas mujeres a unirse. Afemtras nació cuando sus integrantes se hartaron de ser multadas por la policía. Ya se conocían de antes, de trabajar en los mismos espacios y de participar en las manifestaciones y actividades organizadas por Hetaira, un colectivo en defensa de los derechos de las trabajadoras sexuales. “Esta ley nos convierte en delincuentes. Teníamos que hacerle frente”, recuerdan. Las fuerzas de seguridad comenzaron a aplicarles el artículo 36.6 que considera infracción grave “la desobediencia o la resistencia a la autoridad o a sus agentes en el ejercicio de sus funciones” y el 37.5 que recoge como infracción leve “ejecutar actos de exhibición obscena”. Además, el 36.11 permite perseguir a los clientes ya que penaliza como infracción grave “la solicitud o aceptación por el demandante de servicios sexuales retribuidos” cerca de colegios o zonas infantiles o cuando estas conductas puedan generar “un riesgo para la seguridad vial”.
Chiara y Ninfa se muestran muy críticas con los partidos políticos que concurren a las elecciones. Vuelven a repetir que no se las escucha
La derogación de esta ley y de las ordenanzas municipales es otra de sus exigencias. Además, piden la realización de campañas de sensibilización social contra el estigma y la protección real de las víctimas de trata. De todas, independientemente de en qué actividad se las esclavice.
Chiara y Ninfa se muestran muy críticas con los partidos políticos que concurren a las elecciones. Vuelven a repetir que no se las escucha. Tanto el PSOE como Unidad Popular se declaran abolicionistas en sus programas. Los populares solo mencionan y proponen medidas contra la prostitución de menores. “No dicen nada, pero ahí está la ley mordaza”, ironizan. Ciudadanos menciona en su programa la necesidad de abrir "un debate sobre la conveniencia de establecer un marco legal regulado para el ejercicio de la prostitución". En la línea con lo adelantado por su líder, Albert Rivera, la regulación sería solo para aquellas mujeres que la ejerciesen de manera autónoma en clubes *. “Ya hay mujeres que cotizan como autónomas bajo distintos epígrafes”, critican para añadir que no quieren depender de ningún empresario. En el programa de Podemos tampoco se habla de prostitución. Chiara y Ninfa piensan que aún no han resuelto el debate interno. Algunas integrantes de la formación morada se han reunido, sin embargo, con ellas. “Nos llamaron ellas nada más nacer como asociación”.
Ninfa aún no ha decidido a quién va a votar o prefiere reservárselo. “Aún no lo sé, aunque sí a quién no”, admite. Chiara no duda ni un segundo: “A Podemos. Tanto mi familia como yo vamos con la Purple Rain. La mayoría de las chicas, por lo que conversó con ellas, también”.
* En una versión anterior se afirmaba que no se había recogido en el programa.
Son las 12.30 de la mañana de un viernes. A estas horas normalmente trabajan. Prefieren un horario diurno, en el que “los clientes van a buscar un servicio y ya”. Ninfa y Chiara dudan un segundo antes de dar sus nombres, se consultan y deciden utilizar los que emplean en su oficio. “Golpea mucho el...
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Amanda Andrades
De Lebrija. Estudió periodismo, pero trabajó durante 10 años en cooperación internacional. En 2013 retomó su vocación inicial. Ha publicado el libro de relatos 'La mujer que quiso saltar una valla de seis metros' (Cear Euskadi, 2020), basado en las vidas de cinco mujeres que vencieron fronteras.
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