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Hotel Palace, Barcelona. Nadie lo llama hotel Palace, sino Hotel Ritz, a pesar de que dejó de llamarse así hace chorrocientos años. Nada en la vida, en fin, es lo que parece, ni responde necesariamente a su nombre. La vida, en ese sentido, es un lío. Para acabarlo de liar, Rajoy baja de un coche y entra a un hotel que se llama como no se llama. Lo que viene a huevo para meditar sobre Rajoy, ahora que lo tengo quieto mientras los cámaras le están pegando un tute.
Rajoy es presidente de Gobierno. Pero también es más cosas/nombres. Por ejemplo, es a) azar. Manuel Vázquez Montalbán explicaba que el heredero de Aznar iba a ser Rato. La negativa de Rato al guateque de lo de la guerra le supuso perder el título. Aznar le llamó personalmente para comunicárselo. Rato dijo que OK a lo de no ser el sucesor. Pero se negaba a que fuera por Acebes. La razón: era más joven que él. Exigió otro nombre de su misma edad. Acabó siendo -no tardaron en ponerse de acuerdo/la partida de póker fue breve- Rajoy. Por esta bella parábola sabemos, hermanos, que Rajoy es Rato sometido a azar. Posíblemente, a poco más. Siempre pienso en ello cuando veo a Rato en las páginas de sucesos. Rajoy también es b) una cultura. A lo largo de esta legislatura se ha descubierto que su partido --si se observa el expediente CiU, o Nóos, o ERE, parece que esa tendencia institucional no era muy exótica en los últimos 40 años-- vendía políticas y obra pública, que es muy verosímil que él mismo cobrara sobres provenientes de ese negociado, y que al inicio de su carrera política -informa Infolibre-, simultaneó sueldazo institucional con sueldazo como registrador de la propiedad. En otra cultura, cualquiera de estas sospechas hubiera conducido a su desaparición de la política. Aquí, pues no. En la cultura política española, por cierto, se tiende a gratificar la resistencia al entorno --incluso, al entorno legal- como un mérito político. Lo que lleva a considerar a Franco --un asesino; mil años en la jefatura del Estado--, como un crack, y a Pi i Margall -un crack; 3 meses en la jefatura del Estado-, como un pelanas. Lo que invita a pensar, a su vez, que hay que destruir la cultura política española. Anyway. Rajoy, ese a) y ese b), es por tanto c) una metáfora del Régimen del 78. Esa cultura cuyos únicos movimientos y sorpresas venían por el azar. Pero también algo más dramático. Es la metáfora de su estadio terminal, bajo la forma de Estado sin soberanía. De hecho, Merkel, un día que estaba extrovertida y con el micro abierto, llamó a Rajoy --y con este nombre ya terminamos--, d) "my bitch". De lo que se deduce que Merkel aprendió inglés en mi barrio. Y aquí lo dejamos, que entro a toda leche al Ritz/Palace, que Rajoy ha entrado ya, y la escolta no está para hostias desde que ayer un menor le hizo una cara nueva a a), b), c) y d).
Ya estoy dentro. Hola. Les saludo desde el foro Barcelona Tribuna, organizado por el grupo Godó. El Grupo Godó es un grupo de comunicación barcelonés --prensa, tele, radio--, que ha materializado aquella fantasía sexual madrileña de los 80 y 90, fallida en aquel caso, consistente en tener un grupo de comunicación equiparable a la NASA. En el foro este, pues se reúnen y traen políticos que les hablan. Es un ejercicio de poder. Es decir, los oyentes --los grandes velocistas de la economía local--, escuchan hablar a un político mientras comen, con la boca llena. Escuchar hablar a un político con la boca llena lo cambia todo, me digo a mi mismo mientras escucho a Rajoy con la boca llena, mascando una pulguita de jamón. Les explico. Estoy en una sala aledaña a aquella en la que Rajoy habla a los emprendedores, o como se llamen, catalanes. Con la prensa. Sentado en una mesa, ante un desayuno amish y sobrio, veo a Rajoy a través del plasma que nos han puesto. Pero si giro la cabeza, puedo verlo in person, en la lejanía, de perfil. Veo, más concretamente, su cara buena. O, al menos, la mejilla elegida por su sobrino ayer para darle una leche. Si se confirma que ese es su lado bueno, significaría que su sobrino es, además de lo que sea, un esteta.
Admiten como ciertos algunos puntos de vista de Rajoy contradichos por la realidad. Por ejemplo, que España no fue rescatada. Lo fue.
Bueno. Rajoy. Perfil. Lado bueno. Boca llena. Sinopsis. Rajoy vertebra su discurso en tres apartados, que les explico y, por el mismo precio, resumo. Apartado 1) su lucha, o balance de esta legislatura. Vamos, que todo estaba muy mal, pero que ahora todo está muy bien. El auditorio escucha esta forma del poder creado por el azar. Y comparte su cultura. Es decir, admiten como ciertos algunos puntos de vista de Rajoy contradichos por la realidad. Por ejemplo, que España no fue rescatada. Lo fue. Con todas las letras. Admiten que Rajoy es el autor de sus políticas. No lo ha sido. Todas sus reformas han venido de fuera, vía instituciones no democráticas. De las tres leyes absolutamente locales, cañíes y emitidas por el PP, una fue una fracaso -la contra-reforma del aborto-, y dos son vistas con estupor por la UE -la contra-reforma energética, la ley mordaza-. Posiblemente, son una muestra de respeto a la idiosincrasia local, que supongo que debe de ser percibida como una mezcla de estraperlismo y autoritarismo. O tal vez, simplemente, como Sur. El único logro de la política española durante estos primeros años de intervención y austeridad no es, por cierto, del PP. Ni siquiera de ningún otro partido. Se trata del aplazamiento de recortes y pagos por 50.000 millones de euros, que la UE ha prolongado por el clima de beligerancia social. Es decir, por el 15M y su progresiva organización política. El próximo gobierno se encontrará ese nuevo tramo de austeridad encima de la mesa el lunes.
Apartado 2). Catalunya. Lo de siempre. El inmovilismo de Rajoy -de arte y ensayo: "el próximo gobierno tendrá que negociar, una vez haya gobierno en Catalunya, si bien no se discutirá de nada de lo que hasta ahora se ha propuesto"-, recibe aplausos por parte del público. Y de un par de periodistas.
Apartado 3). Preguntas. Algunas, de público y prensa. Se pregunta sobre Catalunya. Son preguntas que remiten a las respuestas ya dadas. El empresariado tiende a preguntar por el, al parecer, gran problema empresarial. La falta de crédito. Son preguntas emitidas con fair play, y respondidas con fair play. Es decir, sin ánimo de preguntar o de responder. Una señora del público responsabiliza a la contra-reforma laboral del hecho de estar parada. Rajoy le responde que la Ley Laboral no ha ocasionado un solo despido. Puede hacerlo. La cultura que impregna en la sala no necesita datos reales. Es más, con datos reales, con una cultura en la que la realidad fuera más importante que una declaración institucional, Rajoy no hubiera llegado a esta sala. Las preguntas y las respuestas en una cultura ritual, es decir, excesivamente fundamentada en ceremonias, y escasamente en la observación del entorno, no dan para mucho. Hago un experimento de campo. Formulo una pregunta sobre corrupción, tema que no ha aparecido en este desayuno. Escribo en mi tarjetón -público y periodistas disponemos de uno-, una pregunta. "Es consciente de que su 'sé fuerte' pasará a simbolizar una época?". Es escasamente violenta. De hecho, la redacto tres veces. La primera era un puro chiste. La pregunta no llega a emitirse por parte del moderador que gestiona el pack preguntas. No ha sido censurada. Simplemente, en una cultura que posibilita que Rajoy, un hombre que no existiría en otra cultura, sea en esta Presidente de Gobierno, esa pregunta es interpretada como ajena a la cultura local. Es decir, como algo improcedente, no real, incivilizado. No es una pregunta. No aporta nada. Es algo sorprendente y censurable. Como un puñetazo en la cara.
Mañana estaré con Albert Rivera, una reformulación de esta cultura basada en el mito. No nos damos cuenta, pero se está acabando. Esta serie. Pero también esa cultura. Nos vemos en unas horas.
Hotel Palace, Barcelona. Nadie lo llama hotel Palace, sino Hotel Ritz, a pesar de que dejó de llamarse así hace chorrocientos años. Nada en la vida, en fin, es lo que parece, ni responde necesariamente a su nombre. La vida, en ese sentido, es un lío. Para acabarlo de liar, Rajoy baja de un coche y entra...
Autor >
Guillem Martínez
Es autor de 'CT o la cultura de la Transición. Crítica a 35 años de cultura española' (Debolsillo), de '57 días en Piolín' de la colección Contextos (CTXT/Lengua de Trapo), de 'Caja de brujas', de la misma colección y de 'Los Domingos', una selección de sus artículos dominicales (Anagrama). Su último libro es 'Como los griegos' (Escritos contextatarios).
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