Tribuna
Veinte años después de Dayton, recuperar la memoria, asumir responsabilidades
No sólo Bosnia y Herzegovina no ha avanzado hacia la construcción de un Estado viable, sino que el objetivo de la construcción de un país multiétnico no se ha alcanzado
Ruth Ferrero-Turrión 23/12/2015
En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí
Parece mentira pero ya han pasado veinte años desde el fin de la guerra de Bosnia, desde la desintegración de Yugoslavia, desde el fin de la primera gran guerra en Europa tras la caída del muro. Los Acuerdos de Paz de Dayton, negociados entre el 1 y el 21 de noviembre de 2005 y firmados y ratificados el 14 de diciembre del mismo año en París, ponían fin a una cruenta guerra que había puesto sobre las cuerdas a la Unión Europea por su ausencia de reacción ante lo que estaba sucediendo a escasos kilómetros de Viena o de Berlín y a apenas dos horas de avión desde Bruselas.
Pero, ¿desde entonces qué ha pasado en Bosnia y Herzegovina? Desde el fin de la contienda pocas han sido las veces en que este pequeño país se ha asomado a los medios de comunicación y cuando lo ha hecho siempre ha estado relacionado con la potencial desestabilización de la región. Y sin embargo, Bosnia ahí sigue. Sumida en una crisis permanente, incapaz de enfrentarse a los retos internos que tiene por delante y en manos de una clase política sumida en la corrupción que se siente cómoda en una situación de disfuncionalidad estatal. En definitiva, se constata el fracaso de Europa como fuerza transformadora en la región.
No sólo Bosnia y Herzegovina no ha avanzado hacia la construcción de un Estado viable, sino que el objetivo de la construcción de un país multiétnico expresado en Dayton no se ha alcanzado. La situación de las relaciones interétnicas es mucho peor que durante los años previos al conflicto. Vemos cómo se han reforzado las identidades nacionales y religiosas. Las distintas comunidades viven unas a espaldas de las otras. A lo anterior hay que sumar la absoluta dependencia política, administrativa y económica, lo que la convierte en un protectorado de hecho de la UE.
Por tanto, tenemos un escenario en el que los actores locales no son capaces de tomar las riendas del país, en el que la ciudadanía permanece al margen de los acontecimientos políticos, en el que las instituciones se encuentran terriblemente debilitadas y, por lo tanto, se incrementa la vulnerabilidad del país ante los posibles retos tanto domésticos como internacionales. Todo ello junto con la nebulosa de su futuro y la lenta y tortuosa resolución del pasado sitúa a Bosnia en un contexto extremadamente volátil que puede llegar a desestabilizar la falsa calma de la región.
La inacción de la UE, la falta de compromiso político con este país ha hecho caer en la desesperanza a muchos ciudadanos bosnios al tiempo que le ha hecho perder presencia en la zona en beneficio de otros actores globales como es el caso de Rusia. En esta situación la reacción ha sido inmediata. Tras años de espera el pasado 15 marzo finalmente se firmó el Acuerdo de Asociación y Estabilización que se había comenzado a negociar en 2005 y había quedado estancado en 2008. Siguiendo esta estela, el pasado 10 de noviembre la Comisión publicaba los informes de progreso para Balcanes occidentales. En el caso de Bosnia estos son moderadamente optimistas, lo cual sorprende sobremanera teniendo en cuenta el pesimismo del año anterior. Pero, sobre todo, llama la atención la ausencia de cualquier mención que haga referencia al referéndum convocado por el presidente de la República Srpska --la entidad serbia de Bosnia-Herzegovina--, Milorad Dodik, en relación con el poder judicial que pone en jaque a las autoridades del Estado así como a la del Alto Representante, pero que además puede ser el preludio de otra consulta en 2018, esta vez con tintes independentistas, lo que, sin duda, haría peligrar la estabilidad del país y de la región dado el papel de Bosnia como puente entre Croacia y Serbia.
En esta situación parece claro que es necesario un cambio de estrategia en la perspectiva europea de Bosnia. De entrada, es evidente que los principios de condicionalidad en este caso han fracasado estrepitosamente. De hecho incluso la UE ha tenido que rectificar algunas de sus posiciones en relación con la reforma constitucional porque no hay Plan B para Bosnia y tampoco se la quiere dejar abandonada a su suerte. En segundo lugar es necesario un mayor compromiso con la implantación del Estado de Derecho especialmente en los ámbitos de la corrupción y del poder judicial. Por último, es imperativo que se implique a la ciudadanía bosnia en los procesos políticos del país. Mayor transparencia y más inclusividad para crear una cultura política democrática.
Es cierto que no todos los problemas de Bosnia tienen que ver con Dayton, pero no es menos cierto que la puesta en marcha de una reforma constitucional sería el principio de un cambio de escenario en el que la ciudadanía tuviera el papel protagonista y no las élites. Si para algo sirvió Dayton fue para parar una guerra. Si para algo no sirve Dayton es para crear un país.
Ruth Ferrero Turrión es profesora de Ciencia Política UCM/UC3M
@RFT2
Parece mentira pero ya han pasado veinte años desde el fin de la guerra de Bosnia, desde la desintegración de Yugoslavia, desde el fin de la primera gran guerra en Europa tras la caída del muro. Los Acuerdos de Paz de Dayton, negociados entre el 1 y el 21 de noviembre de 2005 y firmados y ratificados el 14 de...
Autor >
Ruth Ferrero-Turrión
es profesora de Ciencia Política e Investigadora Adscrita al ICEI (Instituto Complutense de Estudios Internacionales).
Suscríbete a CTXT
Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias
Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí