David Bowie.
FlickrEn CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí
"¿Por qué las tiorras separatistas, ora vascongadas, ora catalanas, ora de Bildu, ora de la CUP, han de ser tan feas? Al igual que a las pelorratas proetarras de Bildu les dicen genéricamente 'las Nekanes', estoy por sacar de pila como 'las Flequis' a estas horrorosas nekanes de la CUP. (...) ¿Por qué tiene que pedir la separación de Cataluña un tío tan feo como Junqueras? (...) No es que quieran separarse de España: es que quieren que las echemos. Por horrorosas y antiestéticas."
Antonio Burgos. (“Las Flequis”) ABC 06/01/2016
El articulista Burgos, declarado monárquico por razones estéticas (sic), es un atildado señor de avanzada edad que se considera a sí mismo un Petronio, un Lord Brummel, un árbitro de la elegancia. No es el único de entre los opinadores patrios aficionados al cuello inglés y la corbata con jinetes a caballo: ese trono, el del “Míster Elegancia a la Derecha” está muy disputado.
Todos ellos entienden la elegancia como una cierta forma de vestir, que no del decir o escribir, como se deduce de sus habituales invectivas groseras y chabacanas. Aunque parece obvio que todos estos señores ajados y poco apetecibles –a ellos no se les exige ser bellos-- desconocen los intríngulis de la moda actual; nadie imagina a Burgos o a Ussía siguiendo los dictados del Vogue como unas añejas it-girls. Sus ideas de la “estética” y de lo “horroroso” –lo bello y lo siniestro--, de la belleza física, especialmente femenina, parecen grabadas en una lápida de mármol funerario o, más de su gusto, en una placa callejera de las que incumplen la ley de memoria histórica, en una imagen especular de sí mismos: modelos anacrónicos en el fondo y en la forma. Las formas.
Durante las últimas semanas navideñas, las formas estéticas han adquirido categoría de problema nacional a cuenta de la “puesta en escena” de las cabalgatas de Reyes organizadas por ciertos ayuntamientos; curiosamente, no gobernados por el PP. La indignación popular ha sido masiva al decir de ciertos medios y sus políticos afines –ya nadie sabe desde dónde se dictan las consignas ni quién sigue a quién-- y se ha volcado en las redes sociales en una gigantesca ola de ira.
Pedro Corral, concejal del PP en Twitter: “La lección de los Reyes Magos vestidos con cortinas de ducha no la olvidaremos jamás”.
Jaime González Taboada, consejero de Medio Ambiente de la Comunidad de Madrid, del PP: “Me encantaría que algún iluminado explicara a mi hija de 5 años por qué los Reyes son reinas, los animales no existen y la ropa no es la adecuada. Qué forma de cargarse la ilusión de los niños. Qué pena. ¿Lo siguiente qué será, Semana Santa?”
David Pérez, alcalde de Alcorcón, del PP: “La señora comunista estará satisfecha habiendo destruido la ilusión de miles de niños por sus caprichos sectarios.”
Cayetana Álvarez de Toledo, marquesa de Casa Fuerte, exdiputada del PP y directiva de FAES en Twitter: “Mi hija de 6 años: "Mamá, el traje de Gaspar no es de verdad." No te lo perdonaré jamás, Manuela Carmena. Jamás.”
Las declaraciones a favor de las tradiciones, el candor infantil y el buen gusto estético arreciaron hasta alcanzar categoría de pedrisco en un sinfín de comentarios, tuits, canutazos, artículos y columnas de los que solo podemos mostrar una pequeña muestra.
“Cuando los Reyes llegan en OVNI. El afán de esta izquierda cerril por borrar todo rastro de nuestra cultura.” Ramón Perez Maura. ABC.
“Díganme machista pero entre las mama chicho de Ribó y el flequillo de la líder de la CUP, la chica que nunca celebró la Navidad, ahora se entiende el semblante hostil de la exiliada del pesebre, me pongo de antisistema que es mal que arregla un peluquero. Las reinas magas y todo ese chusmerío no es inocente bagatela sino parte del plan de travestismo ideológico que entra como un chiste y acaba como una película de terror”. Pedro Narváez, La Razón.
“Parecen prostitutas sacadas de un ‘western’, pero son las reinas magas de Valencia.” Alfonso Rojo. Twitter.
Etc, etc... Hasta llegar a un efecto indeseado, un efecto boomerang de la desmesurada campaña:
“La red se mofa y airea las vergüenzas de la marquesa y exdiputada del PP por su tuit contra Carmena.” Diario Público. 7 de enero.
Bajo las telas coloridas de los vituperados reyes magos madrileños se esconde un peligro cierto, una amenaza de dimensiones globales, casi una conspiración internacional. El clamor populista (aquí sí) acusa a estos consistorios de atentado contra las más profundas creencias religiosas, pero cualquiera que haya sido educado en un colegio de los concertados sabe que jamás de los jamases se consideró doctrina la tradición –apócrifa, como todas-- de los reyes de Oriente. Es una pena que tal debate ha sido ya zanjado por los propios agredidos, léase la jerarquía católica.
“La Conferencia Episcopal declara que no va a organizar cabalgatas. Esta ha sido la respuesta de los obispos españoles ante la petición de los ciudadanos de que la Iglesia protegiera esta fiesta del laicismo agresivo de los políticos.’ Infovaticana. 8 de enero.
Queda, sin embargo, el otro debate: el de la estética. Las críticas a la crítica desprecian la importancia del debate tildándolo de superficial y denuncian como falsa la polémica, una anécdota sacada de quicio por afán partidista en un nuevo intento de crear crispación política donde no la hay. Nada más lejos de la verdad: se expone aquí un asunto muy serio.
En tiempos vacuos donde triunfan frases como “la ley es la ley”, los cruzados del lugar común se hacen fuertes en el "para gustos colores” o “en gustos no hay nada escrito”. Pues no, de ninguna manera: sobre gustos hay mucho escrito, de hecho, todo lo que se puede escribir en dos mil años de estudios de la Estética, esa rama de la Filosofía emparentada con la Historia del Arte y que estudia el conocimiento del mundo a través de los sentidos. “Entre los diversos objetos de estudio de la Estética figuran la belleza o los juicios de gusto, así como las distintas maneras de interpretarlos por parte del ser humano.” (Wikipedia). Esto, grosso modo (muy grosso). Esta tontería da de comer a unos cuantos vagos, desde Platón, San Agustín o Adorno, que escriben tesis, van a congresos y pululan por las universidades, los museos, los teatros, las salas de cine y las editoriales.
¡Oh, cuanto más bella parece la belleza con el dulce ornamento que le da la verdad! William Shakespeare, ‘Sonetos’.
La preferencia estética por los negros de betún, los armiños de pega y las sortijazas con pedruscos de colores, ese fasto tradicional de unas cabalgatas desde hace mucho tiempo plagadas de empresas anunciadoras y referencias poco religiosas e incluso nada tradicionales, revela en estos monárquicos de Oriente una estética ideológica hortera, falsa, tan llena de vetustez polvorienta como sus groserías impresas. El gusto rancio de los platónicos siniestros muestra a las claras su intención de imponer una realidad cortada por unos patrones parciales, antiguos e inútiles, empeñados en conservar un mundo donde se ha amputado la magia que impregna la imaginación infantil, esa de la que apenas saben nada pues hace mucho tiempo que dejaron de ser niños y no sería digno ni serio volver a serlo, ni tan siquiera por una noche.
David Bowie ha fallecido apenas unas horas antes de escribir estas líneas. Su imagen y su música aparecen en todos los medios, volcadas en las redes sociales: es un referente artístico para muchas generaciones. La rebeldía casi infantil de Ziggy Stardust o la elegancia del Duque Blanco, la fantasía, la libertad y el apabullante talento de este artista de artistas, el inventor del disfraz sin impostura porque cada disfraz era su piel, serían para estos furibundos vigilantes del buen gusto una “mamarrachada”, algo “carnavalesco”, una “falta de respeto a los valores tradicionales” –¿Un hombre maquillado? ¿Vestirse de mujer? ¿Ambigüedad? ¿Pero esto qué es? Y los niños, ¿quién piensa en los niños?--.
La forma es el fondo, como nos enseñaron los antiguos maestros de la Estética. La presencia estética de Bowie, cambiante a lo largo de las décadas, única, decía que era alguien capaz de cabalgar hasta el infinito en su búsqueda del futuro. También en su final, el bello final contado-cantado desde una cama de hospital, en un guiño último de aliento de vida. Arte irónico y profundo de narrador universal, seguro que a ojos de algunos, de mal gusto.
“Sospecho que el problema es que hay demasiada gente que vive con diez años de retraso respecto a la realidad". David Bowie. (“Mitomanía”. Bárbara Celis. CTXT)
Y hasta con cien años de retraso, querido David. Que tengas buen viaje de vuelta a las estrellas.
"¿Por qué las tiorras separatistas, ora vascongadas, ora catalanas, ora de Bildu, ora de la CUP, han de ser tan feas? Al igual que a las pelorratas proetarras de Bildu les dicen genéricamente 'las Nekanes', estoy por sacar de pila como 'las Flequis' a estas horrorosas nekanes de la CUP. (...) ¿Por qué tiene que...
Autor >
Pilar Ruiz
Periodista a veces y guionista el resto del tiempo. En una ocasión dirigió una película (Los nombres de Alicia, 2005) y cada tanto publica novelas. Su último libro es "La Virgen sin Cabeza" (Roca, 2003).
Suscríbete a CTXT
Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias
Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí