Tribuna
Las trampas de la reforma Cifuentes
La propuesta de ley electoral restará escaños a los partidos pequeños para dárselos a los más votados
Julio de la Fuente Madrid , 20/01/2016
En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí
La presidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes, anunció la pasada semana una amplia reforma política que, con la pompa y eufemismo que caracteriza a este tipo de normativa, llama Plan de Regeneración Democrática. Es sólo una propuesta, pero en ella se incluye la supresión del aforamiento para diputados y presidentes, un régimen de incompatibilidades de ediles y parlamentarios autonómicos, transparencia en gastos de representación y otras medidas muy positivas, sin ninguna duda, para evitar algunos privilegios de sus señorías.
Pero este plan viene acompañado de una profunda reforma de la ley electoral madrileña. Es lo que ocurre, en ocasiones, con los cambios de calado: entre medidas acertadas puede colarse alguna no necesariamente justa. Para que entre la maraña de buenas medidas, la negativa quede disuelta o pase inadvertida.
Una reforma electoral no es cualquier cosa. Un pequeño cambio en la asignación de escaños, por leve que sea, puede transformar un resultado electoral, dar el Gobierno a otro partido político y alterar, así, los designios de los ciudadanos durante cuatro años. Y ello fue advertido por los legisladores de la Transición, que marcaron que cualquier cambio de régimen electoral debería contar con una mayoría cualificada.
La Comunidad de Madrid cuenta hasta ahora con un sistema electoral similar al nacional, con la obviedad de que la circunscripción es única porque es uniprovincial. Es decir, los más de 6 millones de madrileños votan una única papeleta a la Asamblea de Madrid, que elige 129 diputados: una barbaridad teniendo en cuenta que de ellos trabajan de verdad en el Parlamento la tercera parte, tirando por lo alto. Ni la crisis ni los recortes han corregido este excedente.
Ya hace unos años hubo un intento, impulsado por el PP, de reducir el número de parlamentarios hasta 43, que serían elegidos de forma uninominal por zonas de la región: un proyecto que no fue aprobado por la negativa del PSOE e IU, como bien han recordado antiguos miembros del equipo de Ignacio González enviando whatsapp a los jefes de prensa de turno. Nada nuevo en la viña del Partido Popular madrileño.
Es la circunscripción
El cambio sustancial de sistema electoral radica, aunque se adorne con florituras, en el tipo de circunscripción, esto es, la caja donde acaban y se cuentan los votos. La circunscripción única permite que, incluso aplicando la Ley D'Hont y con la férrea barrera del 5% de entrada, los resultados de los votos en Madrid se asignen con gran dosis de proporcionalidad y, por tanto, de representatividad. La vasta población de Madrid favorece además dicha ventaja democrática.
Madrid y Barcelona son ejemplos de gran proporcionalidad electoral, comparándolos con otras provincias. Las quejas tras las elecciones generales, de parte de Izquierda Unida o Ciudadanos, cuyos escaños cuestan mucho más que los del PP o el PNV, son culpa de que los españoles votan en 51 circunscripciones provinciales y no en una nacional, como sucede en las europeas.
Por tanto, con estos conocidos y no corregidos ejemplos, parcelar la región en varias circunscripciones o en circunscripciones nominales mermaría los principios de proporcionalidad y representatividad. Porque a más circunscripciones, menos posibilidades de que entren los partidos minoritarios y de que consigan escaños, favoreciendo así indirectamente al partido o partidos más votados.
En España hay ejemplos de sistemas electorales uniprovinciales con varias circunscripciones, como Murcia y Asturias. En la primera hay cinco zonas electorales y en las elecciones autonómicas de 2015 el resultado fue el siguiente: PP: 22, PSOE: 13, Podemos: 6 y Ciudadanos: 4. Con una única demarcación, como en Madrid, los resultados quedarían así: PP: 20, PSOE: 12, Podemos: 7 y Ciudadanos: 6.
Parcelar la región en circunscripciones nominales mermaría los principios de proporcionalidad y representatividad
En el caso de Asturias, la región se divide en Centro, Occidente y Oriente, cada uno con sus correspondientes escaños dependiendo de la población. Los resultados finales fueron los siguientes: PSOE:14, PP: 11, Podemos: 9, Izquierda Unida: 5, Foro: 3, y Ciudadanos: 3. Con un sistema de circunscripción única, la cámara autonómica hubiera quedado así: PSOE: 13, PP: 10, Podemos: 9, Izquierda Unida: 6, Foro: 4 y Ciudadanos: 3.
En ambos casos, el sistema electoral parcelado favorece a los partidos más votados, otorgándoles uno o dos escaños de más, que pierden los otros partidos, especialmente los más pequeños. Puede parecer que uno o dos diputados no son importantes, pero, en un tiempo sin mayorías absolutasy dispersión del voto, cualquier parlamentario es fundamental. En la Comunidad de Madrid, la misma Cifuentes fue investida fue investida gracias a un solo diputado. Ciudadanos y el PP sumaron 65 escaños, frente a los 64 de PSOE y Podemos.
El proyecto de la presidenta madrileña no concreta su apuesta por varias circunscripciones o por un sistema uninominal. Sí sabemos que se trataría de un reparto diferente al actual. Se elegirían 50 diputados, por ejemplo, en distritos —repartidos por toda la región, dependiendo de la población—. El ganador sería el candidato del partido más votado, lo que reduciría severamente la proporcionalidad, ya que los votos de los minoritarios caerían en saco roto. Evidentemente, como ocurre en las elecciones de Estados Unidos, una fórmula así favorecería al partido más fuerte.
Los partidarios de este sistema electoral esgrimen que un candidato de nuestro distrito o nuestra ciudad acercaría más la política a los ciudadanos de a pie, pero lograr este objetivo a través de esta vía es harto discutible. Al contrario, el hecho de que haya pequeñas elecciones en tantos sitios podría confundir a muchos electores, acostumbrados a conocer únicamente a los candidatos más visibles.
El caramelo de las primarias
Para cerrar el círculo, este nuevo sistema se completaría con la elección de los candidatos de los partidos a través de primarias. Una fórmula que la propia Cristina Cifuentes ha defendido que impulsaría en los órganos del PP de Madrid. Una decisión valiente en un partido con nula experiencia de democracia interna. Veremos cómo se concreta, si es que finalmente llega a efecto.
A la falta de primarias en los viejos partidos, las de los nuevos —Podemos y Ciudadanos— han decepcionado a muchos por su grado de dirigismo. De todas formas, es mejor que haya primarias, ya que en algunos casos pueden deparar importantes sorpresas, como las de Ahora Madrid. Y eso a los periodistas nos gusta.
Pongamos el caso de que las primarias sean de verdad. Y que se presentan todos los partidos en 40 distritos electorales de Madrid en sus respectivos 'caucus'. ¿Sería capaz la mayoría de los ciudadanos de enterarse de los nombres y programas de todos los candidatos si en las elecciones actuales sólo conocen, en el mejor de los casos, a los candidatos de los partidos más importantes? Lo dudo mucho. Sólo las personas más politizadas, o con más intereses, participarían realmente y con criterio en dichas primarias. La mayoría se regirá por las consignas de los líderes. Sin una buena campaña de información —con los costes que ello supone—, la pretendida cercanía se quedaría en nada.
Hay formas radicalmente opuestas de alcanzar un sistema electoral justo y cercano. Dejemos la circunscripción única madrileña, reduzcamos la barrera de entrada del 5 al 3 por ciento y cambiemos el sistema de asignación D'Hondt por el de Hare, más proporcional. Dicen ahora muchos que un buen sistema electoral debe favorecer la gobernabilidad, no sólo pretender que el resultado de la votación se refleje de la manera más proporcional posible en el reglamento. Para ello, los políticos no tienen por qué agrandar la distancia entre los votos y los escaños sino, simplemente, ponerse de acuerdo. Esa es la verdadera reforma pendiente.
La presidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes, anunció la pasada semana una amplia reforma política que, con la pompa y eufemismo que caracteriza a este tipo de normativa, llama Plan de Regeneración Democrática. Es sólo una propuesta, pero en ella se incluye la supresión del...
Autor >
Julio de la Fuente
Periodista, criminólogo y experto en márketing político. Trabaja en Europa Press y colabora en distintos medios de comunicación. Tras más de una década cubriendo Madrid, ha vivido varias campañas electorales y movimientos como el 15-M.
Suscríbete a CTXT
Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias
Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí