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Parlament. Primer primer pleno en meses con agenda de país absolutamente aburrido. Orden del día: a) Puigdemont presenta su gobierno, b) votación sobre si se devuelve una paga extraordinaria del 2012 al funcionariado y, c), discusión y votación de la creación de una comisión de seguimiento a la industria de automociónZzzzz. No es mucho, pero todo ello permitirá ver --relativamente, como todo lo que se ve en un parlamento-- la naturaleza y la escenografía reales del pacto CUP-JxS. Un work in progress que, con el paso de los días, no parece tan extraordinariamente humillante como se suponía en su momento fundacional. Igual, tan sólo es humillante. Parece ser, en fin, algo absolutamente inconcreto, opinable y repleto de matices. Como, por otra parte, cualquier objeto nacido en la oscuridad del secreto. Algo muy común, por otra parte, en la vida. Si uno lo piensa, nadie sabe nada, mientras lo vive, de la naturaleza y consecuencias futuras de cualquier asunto surgido del secreto --no sé, el asesinato de Kennedy o un lío con la vecina--.
Estos días, por cierto, se sabe más del pacto ese. Relativamente. Ha aparecido un par de artículos llamativos. Uno explica el punto de vista --es decir, el acceso al secreto-- gubernamental, y el otro, intensifica el punto biográfico de la CUP haciéndose el secreto encima--. Ambas dos teorías e itinerarios del secreto no explican las categorías morales o las arrugas del cerebro que utilizó la CUP para pactar lo que pactó. Que, por ahora, son inexplicables. Lo que se desprende de esa información es que el proceso --breve, convulso y rápido-- en el que la CUP y JxS perfilaron su acuerdo no sólo no fue épico, sino que tal vez tampoco fue honesto, ni tuvo visos de festival democrático. A modo de ejemplo: en algún momento de la negociación, CDC exigió la desaparición del grupo parlamentario CUP, algo más feo, incluso, que la propia ilegalidad de la propuesta. Se sabe también que las asociaciones de la sociedad civil participaron en esta negociación de fuerza en el bando Govern/Hombres G. Lo que dibuja el Procés como algo nuevo, con recorrido y, glups, inquietante, que se podría dibujar como un 15M --un movimiento ciudadano, que sobrepasa a los partidos-- absolutamente gubernamental --es decir, todo lo contrario a lo anterior; sí, es un lío--. Se intuyen también dos consecuencias o daños colaterales del pacto, por confirmar. Que Mas, posiblemente, haya desaparecido. Que su figura, en efecto, anecdótica, puede quedar difuminada fuera del Govern, en beneficio de Puigdemont, otra figura anecdótica. El poder --lo único en todo el mundo que es de quién lo trabaja-- tiene esas cosas. Esa posible desaparición sería la gran --o la menor, que aún no se sabe; CDC sigue en el poder/que le quiten lo bailao-- consecuencia del pacto para CDC, un partido que parece sólo implosionar, y muy poco, cuando no pilla filete. Se intuye también que, a pesar de la autosatisfacción de la CUP por lo pactado, y su ausencia aparente de contradicciones y de dudas, algo ha pasado en la CUP. Algo difícil de verbalizar pero, por eso mismo, sensible de traumatizarla. Se ignora aún qué secuela se intensificará en el alma de una CUP postraumática, de entre las cuatro más comunes en la vida civil --recuerden: alcohol, sexo, picores o ninguno en absoluto--. Para quien piense que lo de Catalunya no es un Procés de autodeterminación, sino una crisis de Régimen más avanzada y, por tanto, también más recompuesta, conviene tomar nota de lo acaecido. Lo acaecido/el trauma tiene que ver con palabros nuevos en la CUP, como pacto, secreto, electoralismo y eje nacional por encima del social. Y, ya puestos --teorizo--, con la preeminencia del gesto y el léxico en la política parlamentaria. Hay días enteros, en fin, en que creo que preferiría, en vez de diputados/as con camisetas con textos espartaquistas, rastas, y que amamantan a sus hijos, diputadas/os con liguero y manolo--blaniks, y que le den a su bebé mojitos, pero con una idea clara de crisis política y económica, del poder financiero real, de conflicto, de ruptura, de agenda democrática y de innegociables. Sí. No es fácil. No lo sé ni yo, y no mola, en ese sentido, apelar a recetarios industriales y dogmáticos, que ni siquiera son útiles en el fútbol --sí, soy cruiffista, ¿qué pasa?--. Es la historia de las izquierdas. Las derechas lo tienen siempre a huevo. Pueden ser, cuando hace frío, rupturistas, indepes y decir cosas como proceso--constituyente, como es el caso. Rayos. Ya ha empezado el pleno. Al tajo.
Puigdemont presenta su gobierno. Coincide con el Gobierno de Mas con el que se especuló en la prensa. Es, de hecho, la obra póstuma de Mas, ese adelantado, por tanto, a su tiempo. Es, también, aquello por lo que, plásticamente, la CUP se hizo a sí misma su Luke--soy--tu--padre. Sinopsis. Son 13 Consellerias, 7 para CDC, 5 para ERC y una para un independendiente, sea lo que sea eso. Son 5 chicas contra 8 chicos. Del total, hay 5 repetidores respecto del anterior gobierno, lo que indica cierto continuismo. El Govern está dividido en tres grandes áreas. Economía, featuring Junqueras, único Vicepresident de la cosa. Social, featuring Neus Munté, socialdemócrata. Es decir, de CDC y de UGT. Por aquí abajo, con el carnet de la vespino y el del videoclub, te dan el de socialdemócrata. Hay también un área de Instituciones. Starring: Raül Romeva, protoministro de Exteriores. Por cierto, en el exterior --en la Presidencia holandesa de la UE y en el Vaticano, se han empezado a interesar por la cosa catalana, utilizando los palabros solución-negociada, que por ahora defienden en solitario Podemos y En Comú, y en privado, hasta el gato--. Puigdemont, sin nervio, leyendo, ha hablado mucho de las personas. Pero no ha dicho nada de gasto social. De hecho, se ignora aún si habrá nuevos presupuestos, o se recauchutarán, como todo el mundo, los anteriores. Puigdemont, por cierto, en otro sitio y lugar, habló de un plan de rescate social de 1.000 millones --800 más, grosso modo, de los pactados con CUP--, a los que hoy no ha aludido. Más cosas divertidas. El Govern, como el anterior, está intervenido por su gran hermano, por lo que no parece muy verosímil que tenga mucho juego presupuestario. O poco. Curiosidades: Toni Comín, un hombre con gran sensibilidad y conocimiento social, es el Conseller de Sanitat. Esta semana ha invertido alguna dinámica privatizadora en el negociado. Se ignora su capacidad de maniobra real --es decir, poética y económica-- y los límites que le expondrán sus compañeros de viaje. La Sanitat catalana, en fin y por otra parte, arrancó su proceso de privatización hace varias décadas. A modo de orientación: lo que detuvo la Marea Blanca en Madrid, aquí no se detuvo hace 20 años. Y siguió avanzando. De hecho, no es una iniciativa personal de nadie. Es la dinámica del momento, en el que el IRPF no reparte la riqueza, sino que es una trampa para asalariados, y el Bienestar ha muerto, incluso en la Constitución con la que me dieron la brasa desde la infancia. Cuesta creer que, sin medidas estructurales y una ruptura cultural, sea imparable. Meditación final sobre el Govern. En el Estado no hay gobiernos de coalición desde 1937. Los referentes democráticos son Catalunya, Euskadi y Galicia. De Galicia, no tengo ni idea. En Catalunya y Euskadi, en el trance de la coalición, siempre ha habido, dentro del Gobierno, tantos gobiernos como partidos. A ver ahora, que les une ese bien inmaterial denominado Procés.
Sobre el Proceso y el Procesismo. Serán 18 meses, como siempre. Lo divertido es que no culminarían en la República Catalana de los XXXXXX, con la que dieron la brasa hasta que tocaron cacho nuevamente. En esta emisión de Procés, la historia finalizará "a las puertas de una República", dice el Presi. Con un par. Lo que es un concepto nebuloso. Tijuana, en fin, también está a las puertas de una República. La del Gran Estado de Texas. Vamos, que todo apunta a que el Procecismo, esa escuela de propaganda, se prolonga. Puigdemont argumenta que esto volverá a ser un masaje sin happy end, aludiendo a que, en esta ocasión "lo haremos sin pasos en falso y sin improvisaciones", más allá de esa improvisación consistente en su acceso a la Presidència. Sobre la intensificación del concepto propaganda: Presidència asumirá telecomunicaciones e información, y concentrará más posibilidades de estimulación de sensaciones de ánimo. Algo importante y necesario, si se piensa que Catalunya avanza, nariz en popa y a todo castaña, no hacia una República, sino hacia una puerta.
Turno de réplicas. Arrimadas/C's se comporta como si el Govern estuviera modulando, en efecto, un camino hacia la independencia. En las Cortes, por cierto, ERC y CDC --los diputados de CDC juraron o prometieron, o cómo se diga, la Constitución, sin ambigüedades--, tendrán grupo parlamentario, algo que otros grupos que se autodefinen como rupturistas, no tendrán. Eso tal vez es un indicio de que el Estado no sólo está como en su casa ante un conflicto territorial, sino que los desea frente a cualquier otro conflicto. Para él son un filón. Una cultura nacional que accedió a ella misma dando para el pelo a los raros en 1492 y, haciendo de esa disciplina una de las bellas artes en los siglos XIX y XX, sabe gestionar los heterodoxos. Por un tubo.
Iceta vuelve a brillar. Le da al Govern 37 días de confianza --que son los 100 días habituales, en la escala 18 meses--, cuestiona algunos aspectos técnicos del Govern y su paridad. Y, desde el buen tono, cuestiona la honestidad de su Presi, periodista relacionado con empresas subvencionadas por la Generalitat a tutiplén. Albiol/PP emite discurso de hombre de orden/se presenta como el orden. Rabell/CSQEP no constata cambios en el Govern, ni en el paisaje de la crisis de Régimen y económica. Su discurso ofrece una autoridad de la izquierda que la CUP parece que no ejercerá, con tranquilidad de espíritu, en cierto tiempo. Marta Rovira/JxS, a su vez y obviamente, encuentra este Govern el mejor invento desde el frigodedo. Joan Garriga / CUP --partido gubernamental, por cierto-- defiende a las clases populares frente a posibles políticas del Govern --esto es una locura, sí--. Sólo recibe los aplausos de su grupo.
En el turno de réplica, Puigdemont defiende su honestidad frente a las sospechas vertidas por Iceta. Y, sí, supongo que es un tipo honesto. Es decir, con una cultura de la honestidad en la que los negocios con el Estado son el gran filón del liberalismo local nuestro, antiestatalista en otras regiones de la realidad. La Generalitat --un inmigrante chino de una novela barcelonesa de Mendoza, la llama "el General Tat"--, en ese sentido, es uno de los Estados disponibles en Catalunya para hacer negocios. Renta menos que el otro, pero también es un buen negocio. Él único, para algunas élites sin acceso a los eternos campos de caza regulados del Estado.
Por cierto, Puigdemont es un periodista de los que no escriben. Ha fundado varias empresas, tan patriotas como deficitarias, a las que el General Tat --en su tramo Tripartit y en su tramo CDC-- ha subvencionado como una posesa. Una de esas empresas es Hermes, adquirida por Joaquim Vidal, propietario de los supermercados Valvi, famosos por sus albaricoques. Hermes es la actual propietaria de Punt Diari--Avui, y Joaquim Vidal, exsenador por CiU, es el padrino político de Puigdemont, me dicen. Anyway. El entorno CUP parte de la idea de que radicalizar el proceso supondrá hacer implosionar toda esta cultura CDC, honesta, del saqueo. En cierta manera, está pasando. En Grecia, sólo ha habido posibilidad, de ruptura, cuando la hubo, con un gobierno de rupturistas y nacionalistas. Además, con el Proceso, normalidades CDC como Pujol, un mamífero nada exótico en la Península, por otra parte, ha pasado de ser uno más, a estar encausado. Símplemente porque el Estado, al parecer, ha considerado que debía penalizar su paso al independentismo. No creo que pasen de ahí. Ya veremos. En una grabación del pequeño Nicolás con De la Rosa, por cierto, se explicaban las funciones de Pujol. De la Rosa, decía, le pagaba para que no fuera indepe. También pagaba, por cierto, a Fernández Díaz, para que no fuera demasiado facha, supongo. En esta descripción plis-plas del Régimen del 78, aparecen, por tanto, Pujol, Fernández Díaz, de la Rosa y el Pequeño Nicolás. Es decir, Gran Hermano VIP. Lo que indica que jamás podremos describir toda esta cultura sin morir de risa. O de llanto.
Se pasa a la cosa de la comisión de la industria de automoción. Se vota. El portavoz de JxS dice, no obstante, que la industria de la automoción irá manga por hombro hasta que tengamos un Estado. Es decir, una puerta tras las puerta, tras la puerta, tras la puerta. Votación de la cosa paga extra. Para no votar en solitario, y diferente que la CUP, JxS acaba votando con el resto de grupos que sí. Es evidente que había poca estabilidad parlamentaria. Esto igual no dura 18 meses. Igual accedemos a la puerta de la puerta --tres años de puertas ya no es un juego de puertas, sino de sombras; algo menos que una sombra; "la sombra de tu mano / la sombra de tu perro", que decía Brel--, antes de 18 meses. Me temo que, cuando una puerta del Procés se cierra, otra se abre. Como nos pasa a los pobres.
Parlament. Primer primer pleno en meses con agenda de país absolutamente aburrido. Orden del día: a) Puigdemont presenta su gobierno, b) votación sobre si se devuelve una paga extraordinaria del 2012 al funcionariado y, c), discusión y votación de la creación de una comisión de seguimiento a la...
Autor >
Guillem Martínez
Es autor de 'CT o la cultura de la Transición. Crítica a 35 años de cultura española' (Debolsillo), de '57 días en Piolín' de la colección Contextos (CTXT/Lengua de Trapo), de 'Caja de brujas', de la misma colección y de 'Los Domingos', una selección de sus artículos dominicales (Anagrama). Su último libro es 'Como los griegos' (Escritos contextatarios).
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