TRIBUNA
La responsabilidad de Podemos
Pablo Iglesias puede permitir que Pedro Sánchez gobierne sin la derecha dura y desarrollar su tarea desde la oposición, apoyando todo lo que se haga a favor de la gente
María Pazos Morán / Luis M. Sáenz 27/01/2016
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Podemos hizo una campaña electoral excelente, con excelentes resultados. Sin embargo, la euforia ante la expectativa de cambio se está transformando en incertidumbre. Prolifera un clamor popular: es urgente un gobierno sin PP y sin Ciudadanos. Pero ¿cómo conseguir este objetivo? ¿Está más cerca después de la propuesta de Podemos al PSOE para formar un “gobierno proporcional”?
Pablo Iglesias ha declarado que no se fía del PSOE, y por eso necesita asegurarse ser el vicepresidente, naturalmente con un acuerdo programático. Dicho de otra manera, un gobierno presidido por el PSOE con el programa de Podemos intacto en lo fundamental. Esta postura es comprensible desde la urgencia del cambio para salir de la situación catastrófica en la que nos han metido las políticas neoliberales. Sin embargo, pese a la urgencia, Podemos debe reconocer que no hay ninguna manera sensata de obtener más presencia institucional que la que le otorga el apoyo social y los votos recibidos.
Un acuerdo de gobierno entre Podemos y PSOE es difícil de imaginar, ya que son alternativas globales irreconciliables; por eso existe Podemos. ¿A qué parte importante de su programa tendría que renunciar Podemos para que ese gobierno tuviera un mínimo de estabilidad? Tomemos como ejemplo el referéndum en Cataluña. Si se hiciese de él una condición para un pacto de gobierno, este gobierno resultaría imposible; pero renunciar al referéndum sería una cesión injustificable.
¿Y por qué no pensar en cualquier aspecto fundamental de las políticas sociales y económicas? La gran diferencia entre Podemos y PSOE (o más exactamente la cúpula que ha mantenido la hegemonía en el PSOE) es la postura ante la "guerra social" declarada por las élites financieras contra la gente común; y tanto el PSOE como sus homólogos europeos han estado del lado de esas élites. Así pues, no se trata solamente de revertir algunas de las leyes aprobadas por el PP en la pasada legislatura, sino de un decisivo cambio de rumbo. No olvidemos, por ejemplo, la sumisión del PSOE ante el TTIP, o ante la falta de medidas contra el cambio climático, o ante los dictados de la Troika; o la negativa a reformas económicas necesarias para asegurar derechos elementales de las mujeres. Son demasiado importantes las divergencias, y más cuando puede estar preparándose otra recesión.
Por otro lado, si el PSOE aceptara nominalmente algunas condiciones, ¿no saltarían por los aires en el día a día de ese pacto contra natura? Está claro que la propuesta de Podemos abre un proceso que está abocado a fracasar, bien en las negociaciones previas o al poco tiempo de constituirse ese extraño gobierno. En cualquier caso, cuanto más largo sea el proceso mayores serán las consecuencias negativas, no solamente para la sociedad sino también para Podemos.
Así, por paradójico que pueda parecer, la única solución para desbloquear la situación, sin renunciar a su programa, es que Podemos ofrezca el voto de investidura a Pedro Sánchez para que forme gobierno, con la única condición de que en ese gobierno no entren ni el PP ni C’s. Esta postura sería generosa, pero no de claudicación ni un “voto en blanco”. Al contrario, la renuncia a poner condiciones de investidura, y su permanencia fuera del gobierno, reforzaría la capacidad de Podemos, de las confluencias territoriales y de IU para defender todo el proyecto que propusieron a la población.
Podemos puede fortalecerse si mantiene y argumenta esta posición. Su progreso en tan poco tiempo ha sido extraordinario, pero aún no tiene suficiente apoyo para llevar a cabo su alternativa global y liderar el gobierno de España. Podemos puede, en cambio, determinar que Sánchez forme un gobierno sin la derecha dura y empezar sin dilación a desarrollar su tarea desde la oposición, apoyando todo lo que este gobierno haga a favor de la gente, oponiéndose a lo inaceptable y trabajando día a día para que avancen las demandas sociales.
Esta sería la nueva forma de hacer política que aún no hemos disfrutado a nivel estatal y con la que tantas personas soñamos. Queremos un Parlamento en el que se discutan las políticas públicas una por una, con argumentos y con transparencia. Estamos deseando apoyar desde la calle las propuestas que Podemos haga en el Congreso, que tendrán más posibilidades de salir adelante con la nueva relación de fuerzas parlamentaria. Así, explicando a la ciudadanía todo lo que va haciendo y lo que pasa dentro del Parlamento, persistiendo, Podemos podrá consolidarse como partido que merece la confianza suficiente del electorado para gobernar. Acortar este camino no es posible, por mucho que sea urgente.
Una vez realizada la oferta de apoyo incondicional a la formación de un gobierno del PSOE sin PP y C’s, si el PSOE la rechazara no sería culpa de Podemos. Pero tengamos presente que, en cualquiera de los escenarios alternativos a un gobierno del PSOE, la hegemonía le correspondería al PP. Y eso lo pagarán la sociedad y las fuerzas políticas que aparezcan como responsables; en este caso sobre todo Podemos.
Si se desembocase en una gran coalición PP-C’s-PSOE, una parte de la población podría percibir que las dificultades puestas por Podemos han empujado al PSOE a esa gran coalición. Y, en ese caso, Podemos lo pagará caro, como la izquierda ha pagado caro cada vez que, por acción u omisión, se ha percibido que ha posibilitado gobiernos del PP.
Por otro lado, si el resultado fuera una repetición de elecciones en primavera, todo apunta a que la derecha saldría beneficiada. Es previsible un aumento de la abstención, incluida la de muchas personas que esta vez se han movilizado para votar a Podemos. Tengamos en cuenta que el electorado de Podemos aún es volátil y muy sensible a la decepción. No es lo mismo una semana más de campaña que unas nuevas elecciones percibidas como culpa de, entre otros, Podemos. Sobra decir que una legislatura más de gobierno PP sería trágica para toda la sociedad.
En conclusión, esperemos que esta situación evolucione lo más rápido posible y sin muchos más juegos malabares. Comprobada la imposibilidad, e inconveniencia, de un pacto de gobierno entre PSOE y Podemos, habrá que reconocer que entre todo y nada hay un espacio de acción política. Invirtamos, pues, los términos: cerremos el tema de la investidura garantizando los votos de Podemos a Sánchez si éste presenta su candidatura sin PP ni C’s y, a partir de ahí, abramos el diálogo sobre contenidos y acuerdos alcanzables, a la vez que Podemos sigue buscando apoyo social a todas las propuestas que ha realizado.
Podemos hizo una campaña electoral excelente, con excelentes resultados. Sin embargo, la euforia ante la expectativa de cambio se está transformando en incertidumbre. Prolifera un clamor popular: es urgente un gobierno sin PP y sin Ciudadanos. Pero ¿cómo conseguir este objetivo? ¿Está más cerca después...
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María Pazos Morán / Luis M. Sáenz
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