Máxima confusión en el Congreso. Todas las hipótesis parecen abiertas, ninguna suena madura ni creíble.

Intoxicaciones, manipulaciones, reuniones paralelas, canutazos extemporáneos, filtraciones... El lenguaje del pacto en la España exbipartidista es un galimatías. Nada es lo que parece. 

A media tarde, los medios oficialistas dan por hecho un inminente pacto de Gobierno PSOE-Ciudadanos, mientras las delegaciones de Podemos, PSOE, IU y Compromís están reunidas en un salón bautizado de forma imaginativa como la Sala Roja, que en realidad es de color corinto. 

A la salida del cónclave, Alberto Garzón, el enlace entre podemitas y socialistas, anuncia, inasequible al desaliento, que las dos formaciones que compiten por el voto de la izquierda se verán a solas el martes a las 18.00 horas, y que los cuatro jinetes de la alianza a la portuguesa volverán a sentarse a las 20.00. 

Entretanto, se hace saber que Sánchez se ha reunido con Albert Rivera. Y fuentes de Podemos filtran a CTXT que el pacto PSOE-Ciudadanos está cerrado e implica la dimisión de Rajoy y la abstención del PP.

Poco después, fuentes de Esquerra Republicana afirman también a esta revista que el acuerdo a la andaluza está hecho. 

El teatro del todos culpables, ningún culpable (de la repetición de elecciones) se desarrolla entre enormes dosis de mentiras, sobreactuación y presuntas noticias. Los medios contribuyen a la ceremonia de la confusión con paletadas de rumores y alertas de móvil.

El Confidencial asegura a las 19.00 horas que Sánchez e Iglesias han acudido de urgencia a pilotar las negociaciones en persona. 

A las 21.55 sale Íñigo Errejón a la sala de prensa y explica que la reunión de la Mesa a Cuatro ha sido un debate político, más que una negociación. Y repite los seis ejes de la carreta podemita, resumidos en uno: la garantía de que el gasto público se pondrá al servicio de los más golpeados por la crisis, es decir, Podemos solo pactará con el PSOE un Gobierno de coalición, y no dará un cheque en blanco a Pedro Sánchez para que gobierne en minoría.

"Nos vamos a dejar la piel para alcanzar un acuerdo", concluye el jefe del equipo podemita. "Por nosotros no va a quedar. No nos levantaremos de la mesa hasta que haya un Gobierno estable, y de cambio".

Errejón se despide con una frase cariñosa para la prensa libre: "Que os sea leve".

La impresión, tras el maratón desinformativo, es que no hay nada nuevo, que asistimos a un diálogo de sordos, que todo está muy verde salvo la repetición de los comicios, y que el sudoku italiano se resolverá a la buena de dios, en cinco minutos, con una canasta sobre la bocina o un penalti fuera del área. Todo muy poco japonés y muy poco italiano. Eterno estilo piel de toro.

Ampliación a las 23:45

Fuentes socialistas explican a CTXT su estrategia de negociación:

1. El PSOE necesita imperiosamente un acuerdo a tres patas con Podemos y Ciudadanos. Con Podemos solo no puede porque requeriría los votos de los independentistas, cosa que rechaza el Comité federal. Con Ciudadanos solo tampoco puede porque eso provocaría un escándalo entre los militantes del PSOE. Necesita pues acuerdo de investidura lo más amplio, estable e incluyente posible: el objetivo es que Pedro Sánchez sea elegido presidente el 2 de marzo con los votos a favor de Podemos y sus confluencias, Ciudadanos, CDC, PNV, CC e IU-UP.

2. Los socialistas aseguran que descartan todo pacto subterráneo con la derecha del PP. Amenazados con la ira eterna por el periodista de CTXT si eso fuera mentira, juran que no tienen otro remedio, dado el impacto que esa maniobra causaría en su electorado. 

3. El PSOE está dispuesto a que Podemos entre en un gobierno de coalición; aunque discrepan sobre las carteras a repartir, creen que el acuerdo será posible. Con C's no se ha hablado todavía de posibles carteras; la idea es que la formación liderada por Albert Rivera se sume tan solo a la votación de investidura. 

3. El PSOE quiere un Gabinete de cambio y de progreso, basado en un consenso sobre un programa de reformas ambiciosas, que ponga por delante de todo lo demás la agenda social y la lucha contra la corrupción, y que incluya el inicio de la reforma constitucional pero no el referéndum catalán.

¿Cuadratura del círculo? ¿Wishful thinking? ¿Rizar el rizo? El tiempo lo dirá.