Tribuna
Parto de gobierno, el desenlace
Quien más quien menos anda especulando sobre los futuros inquilinos de La Moncloa. El guión hasta ahora aparece tan surrealista que cualquier cosa puede suceder
Rosa María Artal 1/03/2016
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A la espera de un parto de gobierno, las familias y los amigos hacen corrillos en la antesala. Sin noticias, sin ecografías fiables, o con ellas aunque ignorando los datos previos, todo son cábalas que tratan de anticipar el futuro: si habrá pacto para el parto y quién será la criatura.
Mejor visualizar seres vivos como los que pueblan nuestra tierra que la metáfora de la ficción para buscar las claves de lo que está pasando. Aunque eso va en gustos. A falta de concreciones, quien más quien menos anda especulando sobre los futuros inquilinos de La Moncloa. El guión hasta ahora aparece tan surrealista que cualquier cosa puede suceder.
“Surrealista pero bonito”, decía un Hugh Grant a la estrella de sus sueños, Julia Roberts, en Notting Hill. Aquí está siendo “surrealista pero cutre”. Pensemos que la acción de desarrolla en un vertedero en el que los ladrones de lo público se nos desparraman encima a diario a pozales. Aún no nos hemos recuperado de un trato de favor, comisión mediante, a un empresario, cuando nos caen encima mil millones de euros sustraídos en la concesión de colegios cuyos niños acaban en barracones. No salimos de una bravata cuando nos sacuden con una arrogancia. Los yates navegan por doquier, cargados de bigotes, de Gürteles y de bodas en El Escorial. O de Púnicas con “volquetes de putas” e invitados de postín.
En este clima, el candidato del PSOE se dispone a someterse a la investidura para ser presidente del Gobierno. Ocurría que el más votado, Mariano Rajoy, del PP, le comunicó al Rey que mejor le volvieran a llevar el Gobierno a casa, que ya estaba acomodado en La Moncloa y no pensaba molestarse en pasar el trago de unas votaciones en el Congreso, sin mayoría. Más o menos.
Sánchez debió decir que lo intentaba porque se veía con posibilidades de lograrlo y, en principio, los ciudadanos con minúscula pensamos que tenía un Plan. Esta parte de la película ha producido varias versiones. Lo cierto es que Sánchez hace un Pacto con Albert Rivera, el líder de Ciudadanos, quien con 40 escaños no le posibilita ser presidente. Que lo gestiona a escondidas, aunque el resto vea el trasiego de despachos de los negociadores. Y que los contrayentes aparecen vestidos y peinados como para una boda. Y sellan un acuerdo que dicen histórico. No sabemos aún por qué periodo histórico y en qué apartado.
Los escollos del texto firmado figuran diferentes en las webs y declaraciones de ambos partidos. Se pregunta a los militantes –del PSOE-- si quieren que Pedro, su secretario general, haga lo que le parezca mejor. Más o menos. Y se intensifica el ataque contra Podemos, que ya en todas las versiones es quien va a hacer naufragar el todoterreno de cuatro ruedas que, de momento, es lo que parece van a echar al agua PSOE y Ciudadanos. La hinchada reparte estopa en Twitter a quien discrepe, todos los críticos somos Podemitas.
Pero, héteme aquí que, a pocas horas de la votación, Sánchez distribuye cartas –de papel y escritas, no de baraja-- a las izquierdas varias y, al parecer, a cada uno le dice una cosa. Lo que quiere oír. La vieja táctica de la seducción que ya no se traga ni Caperucita Roja, ni la roja siquiera. En consecuencia Podemos dice no. E IU/Unidad popular también. Salen los portavoces del PSOE descompuestos: a Iglesias se le acaba el tiempo. ¿A Iglesias? ¿Entonces no había un Plan? ¿Ni siquiera unos Caballos de Troya del PP en el almacén? Llegados a este punto también difieren las versiones de cómo sigue la trama.
Los periódicos globales son un buen oráculo. Y se decantan por la tragedia. Según estos, Podemos rechaza “la última” oferta del PSOE, que aparentemente es la primera. 20 o 25 días sin mediar palabra mientras se está cortejando a otro, no se puede considerar una oferta. PP y Podemos se unen para forzar que la segunda votación sea el viernes, y no el sábado como se había anunciado. La incertidumbre daña la economía. Y por si el crudo realismo no sirviera, acude en su ayuda Giuseppe Verdi, el más grande, y no para cantar la rebeldía de los esclavos contra la opresión en Nabucco sino para anticipar con Bocanegra la política española de hoy. Esos Pablos que desde los confines de la historia derrocan al poder tirano y sufren su merecido castigo.
Miguel Pasquau Liaño nos ofrece en ctxt.es otra inquietante versión: todo estaría planificado. Avanzamos por la trama conteniendo la respiración hasta un primer desenlace que acabaría con la inmolación del candidato Sánchez. Si fracasa, no repite. Y eso parece claro en la mayor parte de los guiones. Pero en ese momento encajan todas las piezas, escribe Miguel Pasquau: "La composición de la Mesa, la renuncia de Rajoy a su designación como candidato, el meticuloso pero en apariencia inútil pacto negociado por C’s y PSOE y la pregunta hecha a las bases socialistas, que parecía redactada por Groucho, no han sido “palos de ciego”, sino piezas de una arquitectura diseñada de antemano".
No es inverosímil –nunca lo fue-- un tripartito modelo vendible, “gran coalición” entre PP, PSOE y Ciudadanos. ¿Con Saénz de Santamaría o… Morenés presidiendo? Se habla también de García Margallo, el lenguaraz ministro de Exteriores. De independientes. Y de dos vicepresidencias para PSOE y Ciudadanos. Ya no con Sánchez, sí con Rivera, al que los 40 escaños le han producido una fecunda cosecha. Llueve tanto y tan bien en la derecha...
…Y los puyazos, y las malas artes, y la crispación.
Parto habrá. Y no sabemos con total certeza, aunque cada vez es mayor la sospecha, si preparan las altas cunas y niñeras para que nada tuerza la eterna senda del poder en España. Modernas y sensatas, que sepan algo de maquillaje. Pero ¿y esa inquietud que se sigue palpando en el ambiente? Llanto de nacer a la vida o de aparcar las esperanzas razonables. No sabemos aún.
A la espera de un parto de gobierno, las familias y los amigos hacen corrillos en la antesala. Sin noticias, sin ecografías fiables, o con ellas aunque ignorando los datos previos, todo son cábalas que tratan de anticipar el futuro: si habrá pacto para el parto y quién será la criatura.
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