Un nuevo ataque a las pensiones de los griegos
La cuádriga de acreedores exige al Gobierno de Syriza reducir un 1% el gasto anual en pensiones, que en 2015 fue de 17.900 millones. Para un 52% de las familias ésta es su principal fuente de ingresos
Helena Vázquez Atenas , 24/02/2016
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Yanis Varoufakis publicaba en su blog el 17 de agosto de 2015 el texto del tercer memorándum que Grecia suscribió el pasado verano. Añadía sus propias anotaciones. Con un tono satírico hablaba de las modificaciones de las pensiones que proponía el pacto: “Si el Gobierno griego no quiere amputar los brazos de los pensionistas, la Troika considerará la proposición de las autoridades griegas de perdonar sus brazos y, en su lugar, amputarán sus piernas”, escribía. Siete meses después, el “humor negro” que utilizaba el exministro de Finanzas griego describe muy bien la oscura realidad que vive Grecia.
La cuádriga de acreedores exige al Gobierno griego recortar en un 1% el gasto destinado a pensiones. En 2015 las prestaciones por jubilación supusieron un coste de 17.900 millones de euros, el equivalente al 10% del PIB. Syriza tiene que decidir en breve qué corta, si finalmente corta, y a quién.
Estas son las siete claves para entender la encrucijada a la que se enfrenta el Ejecutivo de Tsipras:
1. Recortes y ruptura de la solidaridad
“Me recuerda al sistema de pensiones de Pinochet". Con esa contundencia el abogado Dimitros Sarafinos describe el corte neoliberal del nuevo sistema de pensiones planteado por el Gobierno de coalición de Syriza-Anel. La prestación que recibirán los griegos una vez jubilados será un mero porcentaje de lo que hayan contribuido durante toda su vida profesional. Hasta ahora el importe final no venía determinado por lo que uno había aportado, sino que pretendía ajustarse a los últimos salarios percibidos por el trabajador.
El nuevo modelo será un sistema de capitalización donde “tú pagas y recibes sólo lo que has dado”, describe el veterano abogado. La propuesta rompería, según él, con el anterior sistema de solidaridad para establecer uno donde “cada uno es responsable de su propio seguro”. Un sistema basado en la capitalización individual, en la que cada empleado tiene una cuenta personal de ahorro con miras a su vejez.
Pero no se queda ahí, el borrador de la reforma pretende además unificar los distintos regímenes que existen en cada sector productivo para homogeneizar la regulación. Por ejemplo, ahora hay hasta 580 categorías laborales consideradas “peligrosas” que permiten a las mujeres jubilarse a los 50 años y a los hombres a los 55. Así pues, esta regulación otorga ciertos derechos y beneficios adicionales (la edad de jubilación, el porcentaje de contribución o a los años de cotización). En contraste, la propuesta de Tsipras exige para todos los trabajadores 40 años de cotización para obtener la pensión sin haber llegado a la edad de jubilación -- 67 años-- o haber contribuido como mínimo 15 años al llegar a los 67. Así alguien que haya trabajado 39 años deberá esperar hasta esa edad para poder jubilarse.
Aquellos que no cumplan con los requisitos no tendrán prestaciones al eliminarse el EKAS, el fondo que proveía de ayudas económicas a las personas en situación de vulnerabilidad. La pensión máxima se quedaría en 2.300 euros al mes y la mínima en 384 euros. Las pensiones son la principal fuente de ingresos para un 52% de las familias griegas. Un 60% de los pensionistas obtenía menos de 800 euros al mes en junio mientras que un 45% vivía con menos de 665 euros.
2. No hay fondos
“Los fondos se colapsarán y no podremos pagar las pensiones”. El primer ministro griego, Alexis Tsipras, lanzó este mensaje en una sesión parlamentaria de finales de enero. Hacía referencia a los múltiples fondos ligados a los distintos regímenes de pensiones (en 2008, Grecia tenía más de 100 fondos). Algunos de éstos acumulan déficit. Por ello, el tercer memorándum del Eurogrupo obliga a unificar los fondos con el objetivo de que las cajas llenas den solvencia a las vacías, compensando unos fondos con otros.
Las disputas parlamentarias se centran en el quién --qué partido-- vació las cajas. La formación que ocupaba antes el Gobierno, Nueva Democracia, lanza piedras a Syriza y argumenta que el sistema de pensiones era sostenible en 2014. Tsipras las devuelve contestando que se ven obligados a “limpiar la ropa sucia”.
Esta teatralización despista del fondo del asunto: ¿Quién le debe a quién? En una pancarta en la última huelga general aparecía escrito “Devolvednos el dinero que nos habéis robado”. Probablemente hacía referencia a los millones de dracmas y de euros de los fondos que se perdieron en las burbujas bursátiles de Wall Street en los noventa o en la transferencia de deuda privada a las arcas públicas en el marco de la reestructuración de la deuda en marzo del 2012. En esta operación financiera los trabajadores y pensionistas vieron cómo desaparecían unos 10.000 millones de euros cuando el valor de algunos bonos griegos se redujo a la mitad. Esa cifra es igual a 4,6% del PIB de Grecia en 2011.
3. Los afectados exigen a Tsipras un paso atrás
"Las negociaciones no pueden empezar de cero”. Con estas palabras Olga Gerovasili, portavoz del Gobierno, dejó claro a los agricultores que sus movilizaciones no serían capaces de retirar la propuesta de ley. Este colectivo organizado en asambleas amenaza con intensificar su lucha si el Gobierno no da un paso atrás y elimina la reforma de las pensiones. Radicales en sus acciones y discursos, llevan los tractores a las principales carreteras del país para impedir el tráfico de vehículos y mercancías.
Lo hacen “para ser capaces de producir con nuestro trabajo, para vivir con dignidad, para nuestras familias”, según un comunicado de su Comité de Coordinación Panhelénico del 7 de febrero. Las imágenes del caos que generan en las carreteras son impactantes, pero aún lo serán más sus condiciones de vida si el Parlamento aprueba la reforma. Poco les quedaría para sobrevivir después de restar a sus ingresos un 38,5% de la Seguridad Social y un 26% en impuestos derivados de su actividad. Eso sin tener en cuenta otras cargas impositivas, como el IVA.
El lunes 22 de febrero 52 de sus representantes se reunieron con el primer ministro, quien les propuso, entre otras medidas, que nadie del sector agrícola que ganase menos de 20.000 euros al año entre ingresos y subvenciones pagaría más en impuestos y seguridad social. A muchos, sin embargo, la oferta lanzada por el Gobierno les pareció insuficiente y en diversas regiones del país decidieron continuar ocupando las carreteras.
La reforma asfixia asimismo a profesionales y autónomos que tendrían que hacer frente a las mismas cargas impositivas y pagos a la Seguridad Social. Por ello también han protagonizado grandes movilizaciones. Los abogados, por ejemplo, también están en huelga. Debido a la elegancia con la que inundan las calles, la prensa lo llama “el movimiento de las corbatas”.
4. Más pobreza en una economía en colapso
“Agrava la situación de crisis y aumenta la pobreza”. Esto declara Stavros Mavroudeas, economista y simpatizante de Antarsya, una formación política de extrema izquierda. Después de seis años de recesión y con tres rescates a sus espaldas, la economía griega sigue en recesión. Desde 2008 su PIB se ha reducido un 27%, la mayor contracción de una economía avanzada desde la década de 1950, y su deuda representa el 179% de su PIB, según estima la Comisión Europea.
Los acreedores de Grecia --la cuádriga compuesta por la Comisión Europea, el BCE, el Mecanismo de Estabilidad Europeo y el FMI-- exigen que el país avance en la liberalización de su economía. Para Mavroudeas, las medidas de ajuste estructural que proponen llevan a una “trampa” incluso para la propia dinámica del capitalismo, a una espiral de pobreza incapaz de reactivar la economía. Grecia necesita, según él, invertir esa tendencia, erradicar las crecientes desigualdades sociales y democratizar su funcionamiento. El primer paso sería, en su opinión, romper con la Unión Europea y la Eurozona con el fin de reestructurar la economía. Por ello, en relación con las pensiones, califica de error “aumentar la carga a los asalariados y pequeños-medianos empresarios”.
Estas capas sociales han estado enormemente golpeadas por la crisis. Tras cinco años de austeridad, un 36% de los griegos se encuentra en situación de pobreza y riesgo de exclusión social. Y la tasa de paro se halla en el 24,5% (un 48,6% para los jóvenes).
5. Los acreedores no están satisfechos con la propuesta de Tsipras
"Grecia hace grandes esfuerzos”, dijo Wolfgang Schäuble, ministro de Finanzas alemán, en una reunión de ministros de la zona euro en Bruselas en enero. En esa misma línea y coincidiendo con la pasada huelga general, Christine Lagarde, la directora gerente del FMI, afirmó en una conferencia que no querían “medidas draconianas” para Grecia. Pero la realidad parece alejarse de esas declaraciones ya que siguen presionando a Tsipras para cumplir con todos los términos del tercer memorándum. En la cuestión de las pensiones la gran desavenencia entre Syriza y los acreedores se centra en el “cómo” se debe proceder a reformar su sistema de pensiones para reducir su coste, que supone el 10% del PIB anual. Para este año, piden una reducción de 1%, es decir, unos 1.790 millones de euros.
Los acreedores exigen “recortes” horizontales --sin tener en cuenta la capacidad adquisitiva-- pero Tsipras quiere darle un aire “más progresivo” y no dañar a los más pobres. Por ello en su propuesta evita hablar de “recortes” severos y se centra en la reformulación de la forma de cálculo de las pensiones y en incrementar las contribuciones. Este método de ahorro no satisface a la cuádriga, que se muestra escéptica y exige más recortes adicionales en los importes de las prestaciones.
De momento, Syriza se niega a tensar aún más la cuerda con los ciudadanos. Sabe que las pensiones han sido históricamente una cuestión muy delicada y las últimas movilizaciones lo están demostrando. “Tsipras va a terminar como el exministro de Interior, Tassos Giannitsis, que fue expulsado de su ministerio en el año 2003 después de tratar de imponer una reforma del sistema de pensiones mucho más ligera”, advierte Antarsya (Frente Anticapitalista de Izquierda para el Derrocamiento) en un comunicado en su web.
6. Alianzas o urnas
“Los griegos darán su última palabra ante el problema”. Así lo comunicó el líder de ANEL y ministro de Defensa, Panos Kammenos, quien dejó entrever en una reciente entrevista en una radio local un posible escenario de elecciones si “los acreedores persisten en hacer demandas irracionales”. Las afirmaciones del socio de gobierno de Syriza no están, sin embargo, en la agenda del partido de Tsipras. Así lo ha confirmado Olga Gerovasili, la portavoz del Gobierno, varias veces. También, Yannis Dragaskis. El vicepresidente económico en una entrevista en una emisora de radio de Atenas no sólo rechazó la opción de poner las urnas, sino que reafirmó que el mandato democrático del Gobierno es “llevar a cabo las reformas”.
Hay algunas voces críticas dentro de Syriza. Para el partido de Tsipras, los problemas internos no se quedan en casa. Su fragilidad interna y los pocos apoyos que recibe de otras fuerzas parlamentarias la llevan a una difícil posición en la que podría estar obligada a la búsqueda de nuevas alianzas para lograr aprobar la reforma de las pensiones. Así las cosas, las puertas para llegar a un pacto con Nueva Democracia parecen cerradas. Lo ha recordado su nuevo líder, Kyriakos Mitsotakis, en varias ocasiones. Vassilis Lenvetis, de la Unión de Centristas (EK), que logró nueve escaños en las elecciones de septiembre, le da más juego a Syriza y podría convertirse en el nuevo colega de derechas de Tsipras. En declaraciones el martes 9 de febrero en la filial griega de la CNN, Leventis no lanzó, sin embargo, un mensaje de unidad a Tsipras. El Gobierno peligra por falta de apoyos internos y las pensiones podrían llevar a la dimisión de Tsipras, dijo.
7. Nueva Democracia toma fuerza
La última huelga general, la tercera bajo el Gobierno de Syriza en tres meses, ha sido un signo inequívoco de descontento. Las manifestaciones seducen a una amplia mayoría de la población y están en auge.
El 4 de febrero, el bloque de los abogados gritaba, entre otras consignas, “No pasarán”. Algo difícil de entender por el perfil neoliberal de una gran mayoría de los asistentes. Su consigna, vacía de contenido histórico, sólo se refería a la reforma de las pensiones, a la necesidad de bloquearla o de replantearla. La imagen era reveladora del momento: la oposición ligada a Nueva Democracia juega fuerte mientras el número de huelgas y movilizaciones crece.
Mitsotakis ha pedido a Tsipras que retire la propuesta de reforma. El número uno de los conservadores ha declarado que la propuesta “no tiene el apoyo necesario de la sociedad” y “es dolorosa para la economía y la supervivencia de muchos sectores profesionales”. No es aleatorio que el líder de Nueva Democracia se erija como el abogado defensor de los pequeños propietarios, autónomos o agricultores. Han sido parte de su electorado y son de los más dañados por la modificación legislativa.
Yanis Varoufakis publicaba en su blog el 17 de agosto de 2015 el texto del tercer memorándum que Grecia suscribió el pasado verano. Añadía sus propias anotaciones. Con un tono satírico hablaba de las...
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