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A principios del mes pasado la OTAN lanzó una nueva misión de seguridad marítima con el pretexto de evitar el contrabando de personas en el mar Egeo. Esta misión, sin embargo, inicialmente no surgió como reacción a la catástrofe humanitaria en el mar. En realidad era la respuesta a la creciente ofensiva rusa.
La primera vez que se habló de una unidad de patrulla marítima en el Consejo del Atlántico Norte fue en diciembre de 2015, cuando la Alianza acordó proporcionar un “paquete de garantías específico” a Ankara en un periodo particularmente tenso después de que Turquía derribara un avión ruso. El paquete incluía medidas como aviones de reconocimiento precoz (AWACS), vigilancia policial aérea, presencia naval en el Mediterráneo oriental, recursos para Aviones de Patrulla Marítima (MPA) e Inteligencia, Vigilancia & Reconocimiento (ISR), y visitas a puertos. En aquel momento ninguno de los debates lo vinculó con la protección de refugiados. Ahora, al encuadrar esa decisión en dicho marco, se crea una nueva misión para el Comando Marítimo de la OTAN (MARCOM), una misión sin precedentes.
Ni los estatutos fundacionales de la OTAN ni el más reciente Concepto Estratégico de 2010 contemplan este tipo de misión, y las unidades de la OTAN no están entrenadas para llevar a cabo una misión real de rescate. Proteger activos y bienes estratégicos como barcos petroleros, escoltar buques militares para suministrar alimentos en zonas de conflicto, frenar la piratería y controlar el Mediterráneo para la detección de actividades terroristas han sido las principales prioridades del MARCOM en el periodo posterior a la Guerra Fría. Estas actividades y ejercicios marítimos estaban encaminados a la defensa contra entidades no gubernamentales.
El posicionamiento de la flota marítima de la OTAN en el mar Egeo para salvar refugiados, sin embargo, podría ser utilizado como factor disuasorio contra la capacidad Anti-acceso/Anti-negación de Rusia en el Mediterráneo oriental. Rusia, mientras tanto, ha aumentado su presencia naval en la base naval de Tartus en Siria, que ha empleado para apoyar sus campañas aéreas en Siria. Este nivel de intensificación de la presencia militar es difícil de mantener a largo plazo.
Las tensiones OTAN−Rusia
Durante los últimos años la política ofensiva de Rusia –sus múltiples operaciones militares, la continua modernización de su ejército y los “simulacros de ataque” como el que en 2013 puso a prueba los mecanismos de defensa antiaérea de Suecia− cada vez preocupan más a la Alianza y a sus socios. Los intereses encontrados sobre el futuro de Siria y los ataques de Rusia contra los grupos rebeldes apoyados por Occidente también han servido para aumentar las tensiones entre los estados miembros de la OTAN y Rusia. Análisis recientes registraron 60 incidentes peligrosos en la zona euroatlántica entre Rusia y los países de la OTAN en el periodo comprendido entre marzo de 2014 y marzo de 2015. Estos incidentes han puesto seriamente a prueba la preparación de la OTAN, y ha provocado que la Alianza refuerce su presencia en el flanco sur de Europa.
Este aumento de las tensiones podría provocar una situación en la que se produjera una escalada de accidentes y errores de cálculo. Las fuerzas de la OTAN y Rusia ya están inmersos en posturas de fuerza adicionales –la decisión de acelerar la entrada de Montenegro en la OTAN y el aumento de la realización de maniobras de guerra, como la búsqueda de submarinos en mar abierto de la OTAN (Dynamic Manta 2016), operaciones de reconocimiento (Cold Operation 16) o los simulacros de Rusia, por ejemplo– que podrían socavar la estabilidad global. Tres semanas después de que el avión ruso fuera derribado, una patrullera rusa efectuó disparos de advertencia a un buque turco para llamar su atención y evitar un accidente. Este suceso no se agravó pero, teniendo en cuenta el aumento de las tensiones, podrían producirse sucesos similares que generaran una espiral fuera de control.
El alto el fuego provisional en Siria es una medida para instaurar la confianza que podría normalizar y restablecer las relaciones. Sin embargo, se deberían adoptar medidas adicionales para establecer el diálogo político, abrir las vías a posibles reuniones en el Consejo OTAN−Rusia y aumentar la transparencia y la reducción de riesgos en maniobras y actividades. Cuanto más esperen ambas partes, más probable será el enfrentamiento.
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Beyza Unal es investigadora, especialista en política de armas nucleares. Pertenece al departamento de Seguridad Internacional de Chatham House.
La versión original de este artículo se publicó en Chatham House.
Traducción de Paloma Farré.
A principios del mes pasado la OTAN lanzó una nueva misión de seguridad marítima con el pretexto de evitar el contrabando de personas en el mar Egeo. Esta misión, sin embargo, inicialmente no surgió como reacción a la catástrofe humanitaria en el mar. En realidad era la respuesta a la creciente ofensiva rusa.
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Beyza Unal
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(Chatam House)
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