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Comunicado ante la agresión de los hinchas del PSV a mendigas romaníes
Seguidores del Eindhoven se comportan como miserables racistas, humillando a desgraciadas mujeres gitanas que pedían limosna en la plaza Mayor de Madrid. Las hacían bailar, dar saltos, tirarse al suelo y correr, como si fueran perros
Unión Romaní 17/03/2016
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Tal vez nuestro comentario a propósito del espectáculo incalificable que protagonizaron ayer los niñatos del PSV Eindhoven contra las gitanas rumanas que mendigaban en la Plaza Mayor de Madrid pudiera parecer innecesario a la vista del aluvión de críticas, comentarios y repulsas de todo tipo que se han producido en la sociedad civil española, en la mayoría de los medios de comunicación y por parte de las organizaciones vinculadas a la defensa de los Derechos Humanos. A todos, en nombre de la Unión Romani, muchas gracias.
Por nuestra parte, y en el día de hoy hemos procedido a ejecutar las siguientes acciones:
1. Hemos presentado ante la Fiscalía de Delitos de Odio que tiene su sede en Madrid una denuncia contra los agresores de las gitanas mendigas. Nuestra denuncia, ampliamente fundada en las razones de Derecho que la sostiene, va acompañada de los testimonios fílmicos que deben permitir a la policía la fácil identificación de quienes actuaron de forma tan reprobable.
2. Hemos presentado ante el Parlamento Europeo diversas propuestas de Resolución con el fin de que los Grupos Parlamentarios que integran la Cámara condenen con contundencia el comportamiento de los seguidores del PSV Eindhoven.
3. Hemos solicitado al Congreso de los Diputados de España que igualmente adopte una resolución mediante la cual fije su posición con respecto a los hechos descritos y frente a posibles agresiones similares que pudieran cometerse en el futuro.
4. Hemos presentado un escrito al embajador de Holanda en España con el ruego de que dé curso a nuestra petición ante el Ministerio del Interior holandés con el fin de que ayude en la identificación de los agresores y los encause como ejecutores de un comportamiento delictivo realizado en contra de los principios defendidos por el Tratado de la Unión Europea.
5. Hemos emplazado a la Real Federación Española de Futbol para que avale nuestra petición ante el organismo equivalente en Holanda con el fin de que proceda como mejor convenga contra los aficionados racistas del PSV Eindhoven.
6. Finalmente, hemos instado al Consejo para la Eliminación de la Discriminación Racial o Étnica, organismo dependiente del Instituto de la Mujer y para la Igualdad de Oportunidades a que se reúna con urgencia con el fin de acordar las medidas que debería adoptar el Gobierno de la nación ante agresiones como las que denunciamos y que tanta repercusión han tenido en la ciudadanía española.
Una triste y continuada realidad
Contemplar el espectáculo que denunciamos nos produce una desoladora sensación de tristeza, de indignación y de impotencia.
De tristeza ante la constatación de ver hasta qué punto se puede degradar el ser humano. Y nos preguntamos ¿cómo es posible que un grupo numeroso de jóvenes de entre 18 y 25 años, fuertes, de buena planta, seguramente estudiosos y pertenecientes a familias normalmente establecidas en Holanda, puedan convertirse en sátrapas cobardes que se divierten comprobando el dolor y la tragedia de unas personas que tan solo pretenden conseguir unas monedas para llevar pan a sus casas?
Indignación contra todos y contra todo porque algo muy fundamental está fallando en nuestro sistema de convivencia. Se nos llena la boca hablando de valores morales, cívicos y hasta fraternales y no se nos rompe el alma al ver que el comportamiento de estos jóvenes tal vez sea el producto de la educación que están recibiendo. Tienen que suceder hechos como éste para darnos cuenta de que la sociedad en que nos ha tocado vivir hace mucho tiempo que empezó a hacer aguas. La dignidad es un bien intangible que no tiene precio. Y la dignidad se ha perdido por completo en la Plaza Mayor de Madrid convertida en circo romano, o en pista de payasos donde el populacho se divierte viendo como las fieras de una sociedad sin alma se comen a los más desgraciados.
E impotencia. Debemos señalar con rabia a la policía, especialmente a la Guardia Urbana de Madrid, por su inacción ante lo que era una autentica exhibición delictiva. Un agresor encandiló a una de las gitanas mostrándole ante sus narices un billete de cinco euros. ¡Cinco euros, cuando las desgraciadas corrían como enloquecidas buscando en el empedrado de la plaza las monedillas de céntimos que les arrojaban los provocadores! Y el malnacido prendió fuego al billete arrojándolo al cuerpo de la gitana. A medio consumir, y por supuesto inservible, llegó a los pies de la pobre mujer que nada pudo hacer para recuperarlo.
¿En qué mundo vivimos? ¿Qué patrimonio vamos a dejar a nuestros hijos? Prefiero que no vean las imágenes de los informativos de TV mientras comemos porque puede llegar el momento en que les parezca normal que nosotros nos alimentemos con normalidad mientras que miles de seres humanos estén lampando en Grecia, sepultados en barro y porquería, en la frontera con Macedonia, intentando pasar a un territorio nuevo donde puedan aprovecharse de las migajas que caen de nuestra mesa.
Tristeza, indignación e impotencia, aunque consuela ver en uno de los videos a un hombre, ―que por su edad podría ser el padre de cualquiera de aquellos fantoches―, increpándoles por su infame comportamiento. Y a la vista de que no le hacían el menor caso le salió del alma dirigirse a ellos diciéndoles, con perdón:
―¡¡Hijos de puta!!
___________________________
Juan de Dios Ramírez-Heredia
Abogado y periodista
Presidente de Unión Romaní
Nota: En cada uno de estos enlaces (1, 2, 3, 4 y 5) podrán ver diferentes vídeos de lo que sucedió en la plaza Mayor de Madrid.
Tal vez nuestro comentario a propósito del espectáculo incalificable que protagonizaron ayer los niñatos del PSV Eindhoven contra las gitanas rumanas que mendigaban en la Plaza Mayor de Madrid pudiera parecer innecesario a la vista del aluvión de críticas, comentarios y repulsas de todo tipo que se han producido...
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