“Si fuera jugadora me arrodillaría cada noche para agradecer que Federer y Nadal existan. Son ellos los que han empujado este deporte”. Estas fueron las palabras del director del torneo de Indian Wells de tenis, Raymond Moore, que también calificó de “afortunada” a la organización del circuito femenino pues, a su juicio, “se benefician del éxito” de sus compañeros del circuito masculino.

Estas palabras, por las que el extenista sudafricano se disculpó posteriormente, reabrieron un debate en el mundo del tenis, el de la igualdad salarial entre hombres y mujeres, siempre en permanente cuestión por ser este deporte de los pocos que garantizan en los grandes torneos el mismo reconocimiento económico a hombres y mujeres.

Preguntado al respecto tras ganar el torneo de Indian Wells que se disputó la semana pasada, Djokovic, afirmó que las mujeres le merecían su respeto y admiración y que aplaudía su lucha por lograr ese reconocimiento, pero apuntó que los hombres, por su parte, deberían ser más combativos. “Tenemos muchos más espectadores y esa es una de las razones por las que quizás deberíamos ganar más. Las mujeres deben pelear por lo que creen que merecen y nosotros por lo que creemos que merecemos”, dijo el tenista serbio.

Intentando enfatizar su respeto por las mujeres, el actual número uno lió aún más sus palabras. “Tengo un enorme respeto por lo que las mujeres están consiguiendo en el deporte en general. Sus cuerpos son muy diferentes a los de los hombres y tienen que pasar por cosas muy diferentes por las que nosotros no. Las hormonas y cosas así”, dijo Djokovic, que habló de que muchas de ellas tenían que “sacrificar” tiempo dedicado a la familia. La familia, ya saben, es cosa de mujeres.

Desde que Wimbledon se sumara en 2007 al resto de grandes torneos y decidiera retribuir de igual forma a mujeres y hombres, las declaraciones de una cierta injusticia por parte de los hombres han sido habituales. Preguntado por esta cuestión, Nadal consideró en 2007 que si las mujeres querían ganar el mismo dinero debían jugar cinco sets igual que los hombres. Esta diferencia únicamente tiene lugar en Grand Slams, donde los hombres disputan sus partidos al mejor de cinco sets y las mujeres a tres.

Precisamente, la edición irlandesa de The Independent, publica una entrevista con Cecelia Joyce, jugadora irlandesa de críquet que pedía no comparar los partidos de hombres con las mujeres y pedía un trato justo hacia ellas. “No somos lo mismo. Es como una manzana y una naranja. Podría tomarme una y al día siguiente la otra y que me gustaran las dos. Pero no esperaría que fuesen lo mismo”. Joyce denunciaba las generalidades y prejuicios a los que, por el hecho de ser mujer, debían enfrentarse y pedía a sus colegas una mayor comprensión: “Intentad ser mujer por un día”.

La humillación fascista de aficionados

Dos reflexiones tras la humillación por parte de aficionados de fútbol holandeses en Madrid a un grupo de mendigas gitanas en la Plaza Mayor de Madrid (un artículo y su posterior respuesta). Días después también conocimos una nueva humillación de aficionados checos en Roma. Después de que los vídeos se publicaran, la Fiscalía inició una investigación. En el momento de producirse los hechos en Madrid la única actuación de la Policía que permanecía en la plaza fue trasladar de lugar a las mujeres.

La trascendencia de los hechos fue tal que mereció un comentario del presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, que tildó de “repugnante” y “asqueroso” los actos de los aficionados, que coreaban al tiempo que lanzaban a las mendigas dinero, quemaron billetes o llegaron a pedir a gritos que no cruzaran las fronteras.

Sorprende la sorpresa, valga la redundancia, por este desprecio por el extranjero pobre, cuya situación se aprovecha para jugar y divertirse. Cuando se advierte del crecimiento de la ultraderecha en Europa y los síntomas que vienen con ella --el racismo, la xenofobia, el clasismo, la homofobia-- y de la necesidad de ponerle freno, ¿a qué riesgos creían que se enfrentaban los europeos? Cuando en los órganos de gobierno de la UE los intereses económicos han primado por encima de la emergencia social y humanitaria, tanto en la crisis del euro como en los refugiados, la sorpresa sorprende, ciertamente. 

“Creíamos que las pintas de cerveza eran lo mejor para recuperar fuerzas”

Fútbol de otro tiempo. Son palabras de Frank Clark, defensa del Nottingham Forest, que logró durante cuatro años consecutivos, entre 1977 y 1980, ascender, ganar la Liga inglesa y conquistar la Copa de Europa. El diario El Mundo le hace esta entrevista con motivo de la proyección de un documental sobre esta historia, I believe in miracles. El entrenador del Forest durante esos años era Brian Clough, protagonista de una de las mejores películas sobre fútbol jamás realizadas, Damned United.

Salud mental y éxito en la NBA 

Hace varias semanas se publicó que una antigua estrella de la NBA, Delonte West, había sido hallado descalzo y sin zapatillas en un aparcamiento de Houston (Texas, Estados Unidos). Preguntado por un aficionado que creyó reconocerle, West, al que diagnosticaron un trastarno bipolar, contestó: “Solía serlo, ya no tengo esa vida”.

A raíz de esa historia, The Nation contactó con Royce White, exjugador de la NBA, que escribió una carta a los directivos de la NBA para que reflexionaran sobre la ausencia de protocolos de actuación y sensibilidad respecto a la salud mental de los jugadores de la liga. La carta es una profunda reflexión sobre todo ello, pero también sobre la idea de éxito en un mundo tan elitista y competitivo como la NBA y la falta de humanidad que subyace de ella.

Paul Shirley, cuyas columnas en El País cada lunes son una de las mejores maneras para informarse sobre la NBA, escribió en enero de 2013 un artículo sobre White.

Deporte amateur y doping

The Conversation publicaba también hace unas semanas este interesante artículo sobre el extensivo uso del dopaje en pruebas amateur. Los controles son costosos y acceder a tratamientos dopantes está al alcance de cualquiera. En el texto encontramos referencias a positivos tanto de jóvenes promesas como de aficionados alejados por completo de la alta competición y que habían recurrido al dopaje sin ningún ánimo de lucro o presión por parte de terceros, simple y llanamente por mejorar el rendimiento. Muy recomendable para aquellos que piensen que el dopaje se combate únicamente con más controles.