Luis Gonzalo Segura / Exteniente
“El acoso laboral en el Ejército es una herramienta de trabajo”
Julio de la Fuente / Álex Moreno 23/03/2016
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En un momento en el que la regeneración democrática es una exigencia generalizada, no son muchas las personas que han alzado la voz para pedir lo propio en las Fuerzas Armadas españolas. Una de ellas es la del exteniente Luis Gonzalo Segura (Madrid, 19 de mayo de 1977), que fue expedientado primero y expulsado después del Ejército tras la publicación de su primer libro, Un paso al frente, y las denuncias de corrupción y sectarismo realizadas tanto en la novela como en los medios de comunicación.
Hasta su expulsión, comunicada en junio del año pasado, Segura había cumplido tres periodos de arresto de dos meses en centros disciplinarios del Ejército. Ahora acumula hasta diecisiete causas judiciales. Su segunda novela, Código rojo, publicada después de ser expulsado, profundiza a través de las historias de tres personajes en las denuncias de corrupción y aborda los suicidios en Ejército o el tráfico de drogas y armas. Aunque se considera progresista, afirma que la causa que defiende, la regeneración del Ejército y una mayor democratización del mismo, “es completamente apolítica”, y asume que si se retractara de todas las denuncias realizadas y las acusaciones de corrupción de la cúpula militar y abandonara, volvería a su puesto automáticamente. No piensa hacerlo. “El objetivo es entrar y seguir molestando. Los que sobran son ellos”.
Durante la última campaña varios partidos políticos han incorporado a personas procedentes del Ejército, como Julio Rodríguez en Podemos o Zaida Cantera en el PSOE. ¿Qué le parecen este tipo de movimientos? ¿Responden a un interés sincero de los partidos?
Creo que hay intereses diferentes y entiendo que se me pueda achacar que estoy haciendo cosas con Podemos, pero aunque no fuera así lo vería igual. Si Julio Rodríguez, al irse a Podemos, hubiese sido elegido diputado, ganaría mucho menos dinero, y la decisión que tomó de desvincularse de las Fuerzas Armadas le ha generado una enemistad… Es una gran traición. Es un ambiente muy cerrado. Objetivamente, la decisión que ha tomado es muy arriesgada y valiente. Podría estar trabajando como Carlos Villar o Sebastián Zaragoza, que fueron JEME (Jefe del Estado Mayor del Ejército) y AJEMA (Almirante Jefe de Estado Mayor de la Armada), en Santa Bárbara o Navantia, y ganar 10.000 euros al mes. Y Julio estuvo en la dirección de armamento... Independientemente de la ideología de la decisión, es una decisión comprometida.
“Tengo la sensación de que a Zaida Cantera y a Irene Lozano las han comprado para que se callen. Ojalá me equivoque. El PSOE me ofreció un puesto pero ellos hablaban de dinero y yo de cambiar las cosas”
¿Y desde Podemos le han ofrecido a usted algún puesto u ocupación?
No me han ofrecido nada, pero si me lo ofrecieran no tendría ningún problema. Si me preguntas si estaría dispuesto a ir al PSOE te diría que no. Ya me hicieron la propuesta. Por eso diferenciaba antes. Zaida pasa a ganar el doble y, siendo muy respetable irse a la política, te vas con el partido político que ha ascendido a tu acosador sexual y, lo que me parece más grave, te ha ignorado durante cuatro años. Conozco la dinámica porque conmigo se negoció en su momento, y pedí retrotraer el régimen disciplinario que acababan de firmar, la famosa “puñalada por la espalda” de la que hablaba Irene Lozano, y unas medidas. Ellos hablaban de dinero y yo de cambiar las cosas. Irme a un partido que me ofrezca un puesto… es que para eso me callo y vuelvo al Ejército.
¿Y en el pacto entre el PSOE y Ciudadanos ha visto alguna medida que indique que hay voluntad de cambio para el Ejército?
Hicieron una especie de compromiso de adaptar la justicia militar a la jurisdicción ordinaria. Pero decir eso y no decir nada es lo mismo. Me sorprende por Irene Lozano, que ha sido una gran batalladora, referente en el mundo militar… Tengo la sensación, igual que con Zaida, de que las han comprado para que se callen. Es una mala señal. Ojalá me equivoque, no les tengo ninguna inquina. Sería fundamental que un partido como el PSOE se posicionara. En su programa no hacen ninguna alusión a reformar la justicia militar.
“Tenemos un Ejército claramente autoritario y ultraconservador. No ha habido una ruptura con el franquismo a nivel militar”
¿Qué es lo que habría que cambiar para convertir la justicia militar en justicia civil?
Sería muy sencillo. Hay dos modelos fundamentales: el alemán y el británico. El primero prescinde directamente de la justicia militar. No se necesita. Cualquier suceso que pase en el ámbito militar es juzgado en la jurisdicción ordinaria. Los británicos son más tradicionales y prefieren seguir teniendo la corte penal militar, pero la adaptaron a lo que pide el Tribunal Europeo de Derechos Humanos y el Convenio Europeo de Derechos Humanos. Y para conseguir esos estándares de imparcialidad e independencia que se exigen a cualquier justicia se dotan de personal civil no contratado ni relacionado de ninguna forma ni con el Ejército ni con el Ministerio de Defensa, experto en derecho militar y completamente independiente.
Igual que hay un tribunal contencioso-administrativo, uno mercantil, pues sería otro para asuntos militares, ¿no?
Sobre todo es muy importante que ese personal no pueda ser removido y que no tenga ningún tipo de vínculo con el ministerio en cuestión porque si puedes ser ascendido con el ministerio, te pueden dar destinos o medallas… Esto no es una propuesta política, es de sentido común y adaptarnos a lo que hay en Europa. ¡No estoy pidiendo un Ejército asambleario! (Risas).
“La decisión que ha tomado Julio Rodríguez de irse a Podemos es muy arriesgada y valiente. Podría estar trabajando en Santa Bárbara o Navantia, y ganar 10.000 euros al mes”
Pero eso también es un asunto interesante porque cuando usted habla de que es necesaria una mayor democracia en el Ejército, imaginamos que se trata de un asunto complejo teniendo en cuenta el sentido tan estricto de la disciplina que existe.
Al contrario, no hay ninguna contradicción. Creo que, en general, hay una contradicción en este país. Hemos vivido demasiado tiempo bajo la autoridad y hay comportamientos que se heredan. Incluso los medios y periodistas especializados con los que hablo me dicen que democratizar las Fuerzas Armadas no es posible. Se ha hecho en muchos países. Lo hicieron los alemanes, que en el año 1976 estuvieron en la misma tesitura que nosotros. Habían pasado 31 años desde la derrota en la II Guerra Mundial y no habían tocado sus Fuerzas Armadas, las tenían igual que las nuestras: muy unidas a unas determinadas familias, muy ancladas a una serie de valores muy tradicionales como puede ser la religión, y se dieron cuenta de que eso no encajaba en la sociedad. ¿Qué hicieron? Un Ejército de técnicos y universitarios, que es lo que necesitas para cualquier trabajo. Señores que vayan a una determinada hora, cumplan su trabajo y se vayan a su casa. Punto. Nada de que el militar es un ser especial, que es el garante de la soberanía nacional, la integridad territorial y la independencia de España… Todo eso sobra. Ellos tienen un cuerpo con un funcionamiento muy parecido al nuestro pero no un estándar de disciplina decimonónico como tenemos nosotros, sino un estándar de disciplina del siglo XXI. Un ejemplo es la Policía Nacional. ¿Es necesario que la Policía tenga el concepto de disciplina del siglo XIX o que se pueda privar de libertad sin la actuación de un juez?
“No estoy pidiendo un Ejército asambleario, solo sentido común”
Un problema constante del Ejército español durante prácticamente toda su historia es la macrocefalia. El exceso de mandos respecto a soldados, y eso se ha perpetuado durante el bipartidismo. Ahora que este se rompe ¿cree que hay posibilidades de abordar este tema?
A día de hoy el bipartidismo sigue teniendo mayoría. Estamos en un momento muy parecido a 1977 y tenemos que decidir entre ruptura o cambio. En función de cómo sea el cambio se podrá realizar una verdadera transición, un verdadero cambio en el mundo militar, o simplemente matices. Un ejemplo de matiz ocurrió en el caso Zaida. El ministro (Pedro de Morenés) anunció la introducción del acoso sexual en el código penal militar. ¡Y todo el mundo se lo traga como si fuese positivo! El acoso sexual no es un delito militar. Lo que haces al introducirlo es dar facultades a los militares para que juzguen esos casos y que no salgan al orden civil. Y por el acoso mediático. Otro es el nombramiento de los jueces, que ahora no los nombraría el ministro, sino el CGPJ, del que eligen a la mitad, pero a propuesta del Juzgado Central Militar. Es que allí hay militares que se ponen y se quitan cuando quieran.
“El Ejército no tiene herramientas contra del acoso, sino que el acoso laboral es una herramienta de trabajo”
La imagen que se traslada en los medios y que permanece en la opinión pública es que el Ejército español es un ejército moderno y se destaca sobre todo la solidaridad de las causas en las que ha trabajado.
Ese es uno de los argumentos. España está en la OTAN. Pero algunos de nuestros grandes aliados son Arabia Saudí o Turquía. ¿Pensáis que sus militares tienen conceptos de democracia parecidos al nuestro? A los americanos lo que les importa es usar nuestras bases y que cuando nos pidan que vayamos a un sitio, vayamos. Las dos intervenciones más importantes que se han hecho en los últimos 15 años, que son Iraq y Afganistán, han sido un absoluto fracaso y hemos generado dos Estados fallidos. Hay gente que asume que por estar en la OTAN o participar en misiones internacionales ya somos un ejército moderno y democrático. Que el Ejército aprenda y mejore en tareas por la experiencia, que mejore su armamento --si es verdad que lo hemos mejorado, que eso habría que verlo-- o que vista más moderno no significa que en esencia nuestro ejército haya cambiado. En esencia sigue siendo el mismo. Hace unas semanas el Ministerio de Defensa ha auspiciado una charla de un historiador (Stanley G. Payne) en la que planteaban que Franco era más o menos el salvador del país y que la República casi pedía a gritos un golpe militar. A esa charla fueron muchos militares. En los últimos diez años si ves las manifestaciones de generales que han sacado los pies del tiesto es espectacular. Tenemos un ejército claramente autoritario y ultraconservador. No ha habido una ruptura con el franquismo a nivel militar.
¿Alguien que sea progresista en el Ejército puede tener problemas y no debe decirlo?
El acosador sexual de Zaida sigue en el Ejército. Un capitán que abusó sexualmente de 28 reclutas sigue también en el Ejército. Yo no sigo en el Ejército. Todo vestigio de persona progresista es eliminado en el Ejército.
“No hay tratamiento para militares que llegan de zona de conflicto porque el estrés postraumático no puede existir. ¿Por qué? Porque según Aguirre o Aznar no hemos estado en ninguna guerra”
¿Hay entonces una discriminación por cuestiones ideológicas?
No te quepa la menor duda. Además, existen las suficientes herramientas para hacer. El empleo de teniente coronel para arriba es completamente a dedo.
Pero esos cargos tiene que sancionarlos el ministro de Defensa.
El ministro, a día de hoy, y más no siendo militar, es una persona a la que ponen allí y le dicen qué firmar.
Entonces es necesaria una mayor supeditación del poder militar por parte del poder civil.
Hasta ahora, la figura del ministro ha sido un elemento muy bueno de unión para fomentar el negocio armamentístico. Eso es lo único que les ha preocupado, desde Narcís Serra hasta nuestros días. Al ministro lo que le importa, si os fijáis, en una gran mayoría, aunque este (Morenés) concretamente no, son sus aspiraciones políticas, ser presidente incluso en algún momento.
“La cultura militar que tenemos está basada en dos pilares: el soldado o es tonto o le hacemos tonto, y unas Fuerzas Armadas profundamente belicistas”
Una de las realidades de la que apenas se habla es la del elevado índice de suicidio entre los militares. ¿Hay alguna estadística que recoja estos datos?
Es una estadística oculta y es muy complicado que el Ministerio de Defensa la dé. Tenemos el de la Guardia Civil, con un ratio superior a la sociedad: desde 1982 hasta la actualidad se han suicidado más de 400 agentes, una salvajada. En el mundo militar no lo sabemos realmente. De la universidad, que conozco a mucha gente, no tengo compañeros que se hayan suicidado. En el Ejército conozco a varios, incluidos oficiales. Vivimos en una institución que no tiene herramientas contra del acoso, sino que el acoso laboral es una herramienta de trabajo. En el momento en el que no proteges a las víctimas y generas esa impunidad tienes una herramienta de trabajo. Es uno de los grandes problemas. El otro lo estamos investigando: son las consecuencias de la Mefloquina, una pastilla antimalárica más barata que les dieron a los militares que fueron a Iraq y que genera, en un porcentaje determinado, suicidios, depresiones y enfermedades psicológicas. En Estados Unidos se está estudiando y aunque no hay estudios concluyentes sí que se habla de una correlación. Lo que con toda seguridad no hay es un tratamiento para militares que llegan de zona de conflicto porque el estrés postraumático no puede existir. ¿Por qué? Porque según Aguirre o Aznar no hemos estado en ninguna guerra, cuando sí que han existido batallas muy crueles. Tenemos militares que hemos mandado para casa, muchos de ellos en una situación de precariedad laboral, y a los 45 años les dejamos en la calle con esa enfermedad. Estadísticamente sabemos que el estrés postraumático genera suicidios, depresiones y enfermedades mentales. Esas personas son bombas de relojería y nadie ha hecho nada para cuidarles.
“Las Fuerzas Armadas están completamente corruptas. En la sociedad existen una serie de controles, que igual no funcionan, pero existen. Eso no existe en el mundo militar porque todo está subordinado”
¿No existe un protocolo o un cuidado específico para el soldado? ¿Se cuida poco al soldado?
Nada. José Antonio Durán, cabo primero, estuvo en la Batalla del 4 de abril en Iraq y se suicidó el pasado verano, a los pocos días de hacer una entrevista. Después de mucho luchar tenía su pensión reconocida y una situación económica estable. Pero los fantasmas te acompañan. Es que hemos estado en guerras y eso hay que asumirlo. En EE.UU. tienen unos gabinetes de apoyo para detectar primero a esas personas con depresión y potencialmente suicidas. Aquí no se hace nada. Te vas a un sitio, vuelves y se acabó. Y si tienes síntomas de depresión, te expulsan.
Advertir de un problema, de que lo estás pasando mal en el Ejército es, más que una necesidad, un factor de riesgo.
Es que te expulsan. En las Fuerzas Armadas hay tribunales médicos, donde se decide si te echan a la calle o no, que duran 30 segundos. Además, todo se recrudece cuando en 2010, con la crisis, se empieza a recortar en partidas de personal. Y en lugar de reducir el número de oficiales, porque tenemos 19.000 oficiales para 41.000 soldados, se empieza a echar soldados. Desde entonces no se ha renovado o expulsado a 10.000 militares, casi todos de tropa. Ahora, ni siquiera uno de cada tres militares es soldado. Es un disparate. En la Guardia Civil el 85% es guardia civil raso. Ahora, los tribunales médicos son una picadora de carne de expulsar gente. ¿Cómo va a ir alguien con un problema mental a pedir ayuda?
“Democratizar las Fuerzas Armadas no es revolucionario sino normalizar una situación”
Otra de las cosas en las que usted incide, relacionada con el cuidado del soldado, es en la necesidad de una mayor formación. No solo en estrategia y aptitudes militares sino en el conocimiento de los conflictos y las realidades que se van a encontrar en el destino de la misión.
Hasta ahora la cultura militar que tenemos está basada en dos pilares: el primero es que el soldado o es tonto o le hacemos tonto, y el segundo, que tenemos unas FFAA profundamente belicistas. Necesitamos justamente lo contrario: que un soldado tenga profundos conocimientos en derecho internacional, geopolítica, en derechos humanos, en historia, geografía… Porque cuando tiene que tomar una decisión complicada tiene que saber qué está haciendo. Por ejemplo, esos seis soldados a los que mandaron pegar a una paliza a unos prisioneros iraquíes en Diwaniya y no sé si los mataron, porque yo vivos no los he visto, no tenían ninguna herramienta para saber si eso era lo correcto. La obediencia debida, que dice que tienes que cumplir una orden sea lo que sea esa orden y que se supone que ya no existe, es un concepto que se sigue manteniendo. Porque muchos soldados lo desconocen. Si no sabes que es una orden legal pues no te la planteas ni te rebelas. Volviendo a Iraq y a Afganistán, si hay soldados que entienden que lo que están haciendo no es lo que iban a hacer, es más fácil que se planten. Es algo que los ejércitos no quieren.
¿Y la cultura profundamente belicista que decía antes?
En el Ejército se prima ir a una misión. Ganas el doble o el triple. También que pegues tiros porque te dan un distintivo oficial. Sé que hay oficiales que en los últimos días están como locos porque si no entran en un tiroteo no te llevas una medalla. Entonces hay oficiales con el gatillo fácil y si alguien se lía a disparar cuando no tenía que hacerlo, ¿qué haces? ¿Reconoces que tienes un soldado que ha disparado cuando no tenía que hacerlo o lo ocultas diciendo que era una operación antiterrorista y que esa mujer muerta tenía un kalashnikov? Esto al final se da, es una guerra. Yo no puedo pagar a un bombero por los fuegos que apaga porque estarían ardiendo todos los montes. Pero es que no es solo el dinero: es además la condecoración, el ascenso, los destinos, el prestigio social dentro del cuerpo… Esto hay que cambiarlo. Hay que formar mejor y pagar bien para que ir a un conflicto sea un problema. Es muy importante cambiarlo.
La ley del silencio a la que alude también afecta a otro de los males que afectan al Ejército, los casos de corrupción, aunque recientemente hemos leído que las denuncias han aumentado.
Sí, pero ¿quién denuncia? En el caso de los dos tenientes coroneles intendentes lo denunciaron por una empresa en Canarias que se han cansado de la mordida. En el tema de las mudanzas, con más 2.000 implicados, salen por un fallo del sistema, no porque haya un órgano que lo controle. Las Fuerzas Armadas están completamente corruptas. En la sociedad existe una serie de controles, que igual no funcionan, pero existen. Y si te encuentras con un juez o un inspector de Hacienda exigente van hasta el final. Eso no existe en el mundo militar porque todo está subordinado. Su carrera militar, su sueldo, su vida están subordinados. Esto genera una impunidad y que todo se haga a la vista de todos. Hay una gran cantidad de cosas que te puede contar cualquier soldado. Las maniobras ficticias, por ejemplo, son lo más normal del mundo. Poner a 50-200 soldados firmando que han recibido 50 euros sin hacer nada. O cursos de formación del INEM que no se dan. También el fraude en la comida, que se lo llevan entre el general y la empresa. Defensa paga a la empresa y el general da el visto bueno. Todos los días comen en un cuartel 400 militares y cuando llega la primavera, con el buen tiempo, les dejan salir una hora antes de comer. No se queda a comer casi nadie pero ellos siguen facturando todos los días como si comieran 400. Eso crea una bolsa de dinero que se reparten entre empresa y general. Los controles no funcionan y la contabilidad es una basura.
¿No existen herramientas para controlar estos gastos y fiscalizarlos?
Sí, lo controlan los militares, como los dos tenientes coroneles que han detenido recientemente. Que los tienes que ver. En las cuatro unidades que yo he estado lo he visto. Llegan a las 10 de la mañana con sus cochazos, que cambian cada poco. Ni siquiera se esconden. Es obsceno, es feo, pero no necesitan esconderse porque tienen una justicia militar que les respalda. No lo necesitan.
“Hemos gastado dos rescates a Bankia en armamento que no necesitamos para escenarios que no se van a producir”
¿Qué es lo más extravagante que ha visto?
A un almirante que mandó un caza a por gambas a Huelva. O un día que el 'pater', el sacerdote militar, utilizó el helicóptero para ir a Ceuta dejando a todas las unidades sin él. El problema es quién se niega a eso. Más grave es el tema del Yak 42 (la aeronave en la que murieron 75 personas en 2003). Hubo 40 quejas escritas e incluso una pregunta parlamentaria. A los noruegos les bastó una queja para suspender ese servicio y aquí no. En ese contexto, hubo un teniente coronel que fue capaz de subirse a un avión antes de decir que no pese a estar poniendo en peligro la vida de sus hombres y la suya. Prefieren morir a decir que no, anteponer las vidas de los militares a su carrera militar. Por eso, cuando hablamos de democratizar las Fuerzas Armadas no es en un sentido revolucionario, sino de normalizar una situación.
¿Qué pasa luego con las investigaciones de esos accidentes?
Las investigaciones militares nunca llegan a ningún sitio. Ha habido también muertos militares porque los camiones, sobre todo los de la UME (Unidad Militar de Emergencias), no llevaban tacógrafo, llevan a la gente reventada a un incendio y luego la montan en un vehículo de vuelta y tienen un accidente. Y si no mueren en él, les arrestan. Yo estuve arrestado por un chaval que tuvo un accidente en un vehículo. Delirante.
¿Qué se puede hacer entonces para poder investigar los accidentes o la corrupción fuera de control militar?
Llevar la Ilustración, el siglo XVIII, a las Fuerzas Armadas. Se trata de independizar la justicia militar, de que el Ministerio de Hacienda haga auditorías y de que la Guardia Civil, que es el órgano que nos investiga, quede desmilitarizada. A partir de ahí, derechos y libertades para los soldados, incluso el de huelga, como lo tienen en otros países. En Portugal se manifiestan vestidos de militares y no pasa nada. Al final estamos hablando de cosas terriblemente obvias.
Siempre se habla de que los presupuestos de Defensa no reflejan el gasto real.
Es un auténtico fraude y debería existir un instrumento legal para juzgar al ministro por ello. El último presupuesto era de 5.750 millones de euros. Para empezar, es falso, porque se están escondiendo partidas en otros ministerios, como Interior o Industria. Los dos organismos independientes más importantes que auditan el gasto militar, como el Instituto para la Paz de Estocolmo y la Agencia Europea para la Defensa, cifran el gasto del Ministerio de Defensa español entre 9.000 y 11.000 millones de euros. La mitad del presupuesto está escondido. Luego, los militares en la reserva los paga Economía. También están los planes especiales de armamento, que es un dinero adelantado por Industria mediante créditos. Es un truco porque lo pagan unos pero lo recibe Defensa. También hay una serie de organismos autónomos que están fuera. Hay una auténtica estafa al respecto. Diversifican y al final el gasto real es más elevado que lo que dicen estas instituciones internacionales. Además, se esconde que en los últimos años nos hemos gastado 40.000 millones en armamento. Son como dos rescates a Bankia. Y como dijo el secretario de Estado para la Defensa en 2011, Constantino Méndez, en armamento que no necesitamos para escenarios que no se van a producir. La cuestión es que hay tres industrias que suministran a los tres ejércitos: Navantia, Santa Bárbara General Dynamics y EADS Casa y detrás de ellas 400 industrias subcontratadas. A Navantia le hemos contratado fragatas que no necesitamos, pero sus misiles los monta la empresa en la que estuvo trabajando el ministro Pedro Morenés. El submarino que no flota lo monta Abengoa. Al final, aquí el PP y PSOE están dentro de toda esta historia, además de la cúpula militar que salió de Defensa con puertas giratorias. Tenemos una serie de personajes que se están lucrando comprando armamento que no necesitamos.
En un momento en el que la regeneración democrática es una exigencia generalizada, no son muchas las personas que han alzado la voz para pedir lo propio en las Fuerzas Armadas españolas. Una de ellas es la del exteniente Luis Gonzalo Segura (Madrid, 19 de mayo de 1977),...
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Julio de la Fuente
Periodista, criminólogo y experto en márketing político. Trabaja en Europa Press y colabora en distintos medios de comunicación. Tras más de una década cubriendo Madrid, ha vivido varias campañas electorales y movimientos como el 15-M.
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