Tribuna
La fuerza de Podemos
¿Qué hace al partido distinto de los demás? Es plural, dinámico, un proyecto en construcción que aún sufrirá grandes cambios y que ha iniciado un debate sobre modelos organizativos: más o menos federalismo, más o menos círculos
Ángel Ramírez Troyano 30/03/2016
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Ha habido en estos meses multitud de análisis intentando caracterizar a Podemos y las distintas tendencias o grupos que lo componen, por parte de autores como Ignacio Sánchez-Cuenca, Emmanuel Rodríguez o José Rosales. Parece claro que estamos ya en un periodo de reflexión sobre el futuro organizativo de Podemos y en ese objetivo se enmarca esta actividad caracterizadora. Socialdemocracia o ruptura, verticalismo u horizontalidad, centralismo o territorialidad son los pares en torno a los cuales se proponen los posicionamientos que articulan corrientes en plena ebullición y conflicto.
En este caso no voy a aumentar la nómina de taxonomías, haré más bien el ejercicio contrario, en lugar de buscar las diferencias que marcan los distintos campos de acción y la complejidad consecuente, atenderé a los elementos que explican la emergencia de Podemos, aquello que está en la base de su éxito y que por tanto debiera ser considerado en cualquier reflexión futura como elementos compartidos a mantener o potenciar. Buscaré el mínimo común denominador, identificar lo que hace posible la convivencia en un amplio espacio y con vocación de crecimiento de grupos de principios y valores distintos, los elementos cohesionadores más que los diferenciadores.
Lo haré siguiendo un método sencillo, a veces complejizamos análisis suponiendo más capacidad descriptiva, y terminamos en descripciones fenomenológicas quizás cercanas al territorio pero lejanas del mapa que necesitamos para tomar decisiones. ¿Qué elementos incorporó Podemos que no encontramos en los demás partidos en momentos anteriores de estabilidad del sistema político bipartidista? Siempre han existido en España uno o varios proyectos con el programa de representar la aspiración de cambio profundo del sistema político y social, pero no es hasta mayo de 2014 (desde la instauración del bipartidismo 32 años antes) cuando la ciudadanía empieza a confiar en uno de ellos, y lo hace de forma creciente hasta el pasado 20 de diciembre. Como es obvio, en el fenómeno habrán influido circunstancias del sistema económico y social, y otras propias del sistema político. En cuanto a las primeras parece claro que la profundidad y duración de la crisis económica, acompañada del rosario de casos de corrupción que se suceden en los dos partidos protagonistas del bipartidismo en España, son decisivas. Podríamos citar otras, pero no me extenderé en esta cuestión, para centrarme en las referidas al sistema político, y en particular a la propuesta de Podemos.
En el sistema político se dieron tres circunstancias nuevas que a mi entender explican el éxito de la organización morada: en primer lugar la incorporación al activismo, primero social y después político, de personas que no estaban “politizadas” hasta ese momento; en segundo lugar, la creación de una identidad y una estrategia discursiva que elude la tradicional organización de los espacios políticos en el continuo izquierda/derecha y propone una fórmula transversal de identificación de un nuevo sujeto político; y por último, la utilización de las redes para posibilitar la participación masiva de la ciudadanía en la toma de decisiones.
El 15M supuso un cambio fundamental en la política y la sociedad españolas, una activación de energías que mayormente se orientaban hasta entonces a enfrentar de forma individual las precariedades a que el régimen político condena a la mayoría
El 15M supuso un cambio fundamental en la política y la sociedad españolas, y respecto al tema que nos ocupa, una activación de energías que mayormente se orientaban hasta entonces a enfrentar de forma individual las precariedades a que el régimen político condena a la mayoría. De pronto entendieron que las humillaciones y escaseces eran compartidas con otros y encontraron un espacio de reivindicación conjunta. Podemos supo después atraer a parte de ellos al activismo político, configurando una formación cargada de análisis y propuestas provenientes directamente de la experiencia social, que se sumaban a las propuestas ideológicas que solían y suelen poblar los debates de la izquierda tradicional. De pronto, una formación contaba en su interior con sectores sociales inaccesibles para los demás partidos, una nueva generación que asume los valores del cambio pero alejada de autodefinirse exclusivamente por las etiquetas habituales en los sectores progresistas. Gente con un claro impulso ético, pragmática y que se negaba a renunciar a su futuro. Gente normal y excelente. Nada que ver, a mi entender, con la definición de “normópatas” que el otro día utilizaba en este medio Emmanuel Rodríguez para referirse a Manuela Carmena y otros.
Y esa gente vino, y aquí está la segunda circunstancia, porque se invitó a todas y todos los que compartieran unas cuantas premisas: la necesidad de un cambio profundo y virar hacia políticas sociales, luchar contra la corrupción y devolver la ética al sistema político, defender la soberanía del sistema político español frente a los poderes de la troika, y algunas pocas cosas más. Por primera vez se hacía una propuesta de apertura de un espacio para la construcción de un nuevo sujeto político a partir de unos cuantos retos, en lugar de apelar a la unidad de acción de colectivos con identidades de cambio preexistentes (socialistas, ecologistas, comunistas, pacifistas, feministas, altermundistas…). Se trataba de elaborar nuevas formulaciones partiendo de los problemas reales, y no de realizar una negociación programática y simbólica entre propuestas ya elaboradas. Como escribiera Santiago Alba Rico, no se trataba de unir a la izquierda sino de sustituirla, en un espacio de límites difusos pero con un corazón cargado de sentido y proyección.
Podemos impulsó la asamblea virtual, de forma que se facilitaba la participación de todo tipo de ciudadanos tanto por métodos presenciales como telemáticos
Y la tercera circunstancia fue la puesta en marcha de mecanismos de decisión a través de la Red. Si algo ha pasado en el mundo en los últimos años es el desarrollo de las tecnologías de comunicación y los cambios sociales y económicos que está favoreciendo. Sin ese desarrollo y la densidad conseguida por las redes sociales probablemente hubiera sido imposible Podemos. El nuevo estado de cosas permitía la participación directa de miles de ciudadanas y ciudadanos, superando las limitaciones históricas que negaron la participación directa en favor de la representativa. Hacía mucho que los partidos tradicionales bombardeaban a allegados y militantes a través de la Red con la misma insistencia con que se negaban a que fueran los propios ciudadanos las que las utilizaran en sentido contrario, o sea, para decidir en los partidos. Las élites se negaban y se niegan a perder poder, y Podemos impulsó la asamblea virtual, de forma que se facilitaba la participación de todo tipo de ciudadanos tanto por métodos presenciales como telemáticos. La tecnología aparecía como una puerta para la gente con menos recursos, o con menos disponibilidad, o con menor interés, y un contrapeso a un riesgo claro de cualquier organización, el control de la misma por los activistas del aparato. Cualquier organización que no facilite la participación de los que tienen más dificultades para hablar repetirá esquemas de dominación interna ya conocidos.
Podemos es plural, dinámico, un proyecto en construcción que aún sufrirá grandes cambios, pero sabemos por qué somos distintos a otras fuerzas que también han buscado el cambio político, qué es lo que nos ha hecho singular, qué explica una irrupción que ha sorprendido a Europa. Podemos triunfó porque no se definió como el enésimo intento de unir a las identidades alternativas, sino como una herramienta para que la gente, activista o no, tomara las riendas de su futuro, y al servicio de eso puso la tecnología y su enorme potencial. Lo otro, a pesar de contar con una épica sugerente, ha mostrado sus límites en los últimos 20 años, ser una fuerza subalterna con una funcionalidad más expresiva que pragmática.
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Ángel Ramírez Troyano, sociólogo y miembro del CCM de Podemos Córdoba.
Ha habido en estos meses multitud de análisis intentando caracterizar a Podemos y las distintas tendencias o grupos que lo componen, por parte de autores como Ignacio Sánchez-Cuenca, Emmanuel Rodríguez o José Rosales. Parece claro que estamos ya en un periodo de reflexión sobre el futuro organizativo...
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Ángel Ramírez Troyano
Es sociólogo del Instituto de Estudios Sociales Avanzados (IESA) del CSIC.
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