Tribuna
El Cholo, la hegemonía y la transversalidad
Pedro Vera Blanco 19/04/2016
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Dijo el locuaz Jorge Valdano que “el fútbol es la cosa más importante de las cosas menos importantes”, y probablemente el argentino llevaba razón. A pesar del desprecio elitista hacia el llamado deporte rey, por parte de algunos sectores de la intelectualidad política (especialmente de la izquierda), cada temporada observamos como el fútbol es mucho más que un deporte y probablemente mucho más que un negocio, se trata de un verdadero fenómeno social y como tal, supone un error despreciar desde un punto de vista político y sociológico la potencial capacidad emotiva y simbólica que ofrece el balompié. No hay discusiones más encendidas que las que se producen al calor del fútbol y la política.
Resulta fácil, quizás demasiado, establecer un paralelismo entre la situación política española y la situación futbolística. En escenarios polarizados y maniqueos, de vez en cuando surgen elementos, agentes, que reordenan el tablero de juego y rompen el statu quo, generando adhesiones y creando nuevas identidades colectivas. En ese sentido, las trayectorias de Podemos y el Atlético de Madrid discurren en paralelo.
De sobra es conocida la admiración de Pablo Iglesias por el Cholo Simeone, que tomando el testigo de Pep Guardiola, ha sabido generar a partir de algo a priori tan vacuo como el fútbol, toda una filosofía de vida,trascendiendo la esfera deportiva y convirtiéndose en mucho más que un entrenador, en un gurú. Acostumbrados a ruedas de prensa anodinas, a frases manidas y encorsetadas, no deja de sorprender escuchar al técnico argentino expresar alabanzas a la humildad, al trabajo duro, al juego colectivo. Simeone ha sabido hacerse un hueco en el imaginario colectivo con su famosa frase de “partido a partido”, una máxima que ya repiten políticos, profesores o psicólogos, como metáfora de la constancia y la superación personal.
Lo anterior, sumado a los buenos resultados del equipo rojiblanco en el campo, genera simpatía en aficionados del resto de equipos, incluso en hinchas de rivales directos. ¿Que es esto si no la transversalidad por la que tanto se aboga el política? Si el fútbol fuese un espacio institucional, el Atlético ha sabido romper el bloque hegemónico que conformaban el F.C. Barcelona y el Real Madrid, creando un nuevo sentido común que pasa más por valores como el compañerismo, el trabajo diario y el esfuerzo que por los dispendios millonarios, el pelotazo inmobiliario y el fútbol negocio encarnado por el ínclito Florentino Pérez. Es más, desde el cuerpo técnico colchonero se ha sabido construir con maestría un relato con tintes épicos, que los presenta como una suerte de David moderno en su lucha ya no contra uno, sino contra dos “Goliat”, como ese fútbol plebeyo capaz de desafiar las lógicas de poder y mirar a los ojos a los poderosos, un marco que indudablemente beneficia a la escuadra atlética, reforzándolos en lo interno y agregando aliados neutrales en lo externo. Ese “los de abajo contra los de arriba” recuerda de inmediato a los postulados de Laclau, y por lo tanto a los de la formacion morada, la creación de un “nosotros” mediante la designación de un enemigo común, un “ellos”.
Pero también resulta paradigmático, y útil para explicar fenómenos políticos, lo que supuso el Mundial de Sudáfrica de 2010. Resultó emocionante ver a un país unido en su diversidad, más allá de las diferencias políticas, económicas y culturales. El sentimiento de fraternidad que generó aquel bendito minuto 116 es clave para entender el concepto de plurinacionalidad: Un conjunto de personas de orígenes diversos, con distintas posturas políticas y maneras de pensar, unidos en pos de la consecución de un bien superior capaz de beneficiar a todos por igual, la coexistencia de distintas culturas en un mismo espacio físico sin limitarse las unas a las otras.
Aquel 11 de julio el pueblo se echó a la calle para celebrar un gol de Iniesta, instalado en las retinas de toda una generación, fotos de júbilo en Barcelona, Madrid o Sevilla, abrazos a lo largo y ancho del Estado, y por un momento dejamos las diferencias de lado para celebrar lo que nos unía. Sería maravilloso trasladar esa empatía en lo deportivo a una idea de patria basada en lo que nos une, respetando la diversidad y amparándonos en ella para construir un futuro común basado en la justicia social y el acceso a una sanidad y una educación gratuitas, públicas y universales.
Quizás el fútbol, como la política, no sea más que un reflejo de la sociedad en la que vivimos, y como tal, no deberíamos de tener miedo de mirarnos al espejo, reconocer nuestros errores y apreciar nuestras virtudes, mirar al futuro sabiendo lo que fuimos pero sobre todo lo que queremos llegar a ser.
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Pedro Blanco Vera es secretario general de Podemos Úbeda.
Dijo el locuaz Jorge Valdano que “el fútbol es la cosa más importante de las cosas menos importantes”, y probablemente el argentino llevaba razón. A pesar del desprecio elitista hacia el llamado deporte rey, por parte de algunos sectores de la intelectualidad política (especialmente de la izquierda),...
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Pedro Vera Blanco
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