TRIBUNA
Sólo queda el Rey
Dámaso Riaño 25/04/2016
Felipe VI
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Según parece, nuestros cuatro líderes políticos principales se han dado mus, con la esperanza de que unas nuevas elecciones repartan mejores cartas. Esto hace que sólo quede una incógnita: ¿dejará correr el Rey estos minutos de la basura o jugará un papel activo al proponer un último candidato a presidente? Lo segundo parece poco probable pero quizás encaje con una de las hipótesis que mejor ha intentado explicar lo sucedido desde el 20 de diciembre.
Imaginemos que Miguel Pasquau tenía razón cuando sugería aquí que la gran coalición PP-PSOE-Ciudadanos viene gestándose desde hace meses entre bambalinas, y que el Pacto del Abrazo fue sólo una pieza de ese proceso, llamado a convencernos de que el gobierno a tres es la única solución. Imaginemos también que ese plan responde a un intento de pilotar, desde el corazón del sistema, un recambio que se considera ya inevitable.
Si ese proyecto realmente existiera es difícil imaginar un escenario más indicado para su puesta de largo que el Palacio de la Zarzuela. Los acontecimientos de las últimas semanas habrían formado un ambiente propicio para el movimiento decisivo: la presentación de un candidato distinto de Rajoy, Sánchez o Rivera para dirigir un gobierno tripartito con amplísimo apoyo parlamentario, que tenga como hoja de ruta alguna versión del acuerdo PSOE-Ciudadanos. Incluso parecería que Podemos está contribuyendo a este proceso, seducido por la narrativa del “cierre oligárquico” y la posibilidad de ser su única oposición. Hagamos repaso.
Primero, Podemos queda fuera del ring (se van, les echan, las dos) porque sólo acepta gobernar y es imposible hacerlo con Ciudadanos, que tenía ya la posición ganada. Segundo, el PP reacciona con inesperada agilidad al momento Soria, como si de repente su imagen pública fuera necesaria para algo. Luego el proceso se ralentiza porque el siguiente paso no se produce –ni Rajoy se apea ni Sánchez se arrima–, pero justo cuando las elecciones parecen inevitables se filtra que en ellas Podemos compartiría papeleta con IU. El riesgo de sorpasso alarma al PSOE y aumenta sus incentivos para evitar elecciones inmediatas, pero todavía falta desplazar al perpetuo Rajoy. ¿Cómo? Buscando al único jugador desmarcado: el Rey. Aquí entra Ciudadanos y su sugerencia de un presidente “independiente”. Pase en profundidad y pausa dramática. Sólo falta saber si el Rey (y todo lo que significa) quiere el balón.
La operación tendría mucha potencia simbólica porque situaría a Felipe VI ante la posibilidad de emular a su padre y reeditar el mito fundacional de la Transición: la elección desde arriba de un piloto improbable, producto del sistema anterior pero con la voluntad de desbordarlo; y ese piloto, acompañado de lo mejor del sistema que agoniza, dirigiendo temporalmente el país para poner los cimientos de un nuevo modelo. La figura del Rey quedaría así perfeccionada como herramienta orgánica de reforma, un Batman al que llamamos cuando los malos –antes el búnker, hoy los partidos– capturan el sistema hasta tal punto que el Comisario Gordon no basta.
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Dámaso Riaño es abogado y profesor de Derecho Mercantil.
Según parece, nuestros cuatro líderes políticos principales se han dado mus, con la esperanza de que unas nuevas elecciones repartan mejores cartas. Esto hace que sólo quede una incógnita: ¿dejará correr el Rey estos minutos de la basura o jugará un papel activo al proponer un último candidato a...
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