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Probablemente, este es el tema más polémico relacionado con el mundo del deporte universitario en Estados Unidos. Miles de atletas que generan millones de dólares al año, debido a su marca personal y sus actuaciones en distintas competiciones, pero que no se ven recompensados económicamente, debido a que estos deportistas están considerados amateurs y por ello no pueden cobrar en función de sus logros deportivos.
Algunos atletas, tan importantes como LeBron James, han tenido que aceptar sanciones y/o expulsiones de competición por aceptar ‘regalos’ de diferentes marcas a una edad prematura. La NCAA, organización que dirige las distintas competiciones de deporte universitario, y las diferentes organizaciones de ligas de instituto en cada Estado del país son muy severas con estas acciones.
El problema es que en Estados Unidos todo el deporte es vivido de una manera muy diferente al panorama español. En el país americano, los jugadores de los institutos pueden llegar a ser ídolos de ciudades enteras, y los jugadores universitarios son ídolos nacionales e incluso internacionales. Debido a esto, las marcas se interesan en estos atletas desde muy jóvenes, pero la normativa les impide recibir recompensas de más de 100 dólares por una actuación deportiva en el nivel ‘amateur’ al que compiten.
Hace dos semanas, la final nacional de baloncesto americano cerraba el mes de más ganancias del deporte universitario, conocido por los amantes de los deportes como March Madness, ya que es el mes donde las 64 mejores universidades del deporte de la canasta compiten por lograr el título nacional. Este torneo, que dura desde mediados de marzo hasta el primer fin de semana de abril, ha contado con unas ganancias durante este año de más de 700 millones de dólares, a lo que hay que sumar toda la temporada regular, que hacen que el baloncesto universitario estadounidense tenga unos beneficios que se acercan a los mil millones de dólares. Dinero a repartir entre diferentes organizaciones que coordinan todo este espectáculo de baloncesto universitario, y las universidades en cuestión.
El problema llega cuando los principales generadores de esos mil millones de dólares, los jugadores, no reciben ni uno de los dólares, debido a su reconocimiento de jugadores ‘amateurs’, aunque tengan a millones de personas enganchadas al televisor cada partido. Este problema hace que los jugadores estén un breve tiempo en la universidad para mejorar su imagen personal y demostrar su calidad contra gente de su nivel, y que tras este rápido paso den el salto al deporte profesional. El mayor ejemplo está en casa: Ángela Salvadores, el futuro del baloncesto español, recibió una beca de la prestigiosa Universidad de Duke, que abandonó tras solo una temporada, después de tener buenos resultados individuales pero no colectivos. El baloncesto profesional, en Europa o Estados Unidos, será el futuro de esta jugadora que esperemos que nos dé muchas alegrías con la camiseta de España en un futuro cercano.
Otro asunto que entra en la polémica son las becas a estos deportistas. La universidad americana es muy cara, y está reservada para un pequeño porcentaje de la población con recursos económicos elevados, además de necesitar unas calificaciones altas para acceder. A algunos de los deportistas, la universidad les proporciona una gran cantidad de dinero mediante becas para poder atender esta en caso de no tener el capital suficiente, y en algunos casos los atletas no pagan ni un dólar por los años cursando una carrera en la universidad. Para algunas personas importantes del mundo del deporte esta es la ‘recompensa’ por generar los millones de dólares que generan, y no deberían cobrar nada por los derechos televisivos y de imagen.
Un riesgo se esconde detrás del furor por el deporte en el ámbito universitario; que al buscar un mayor nivel competitivo que en el instituto se acabe descuidando el factor principal por el que los estudiantes van a la universidad: cursar una carrera y conseguir un título universitario que les abra más puertas en su futuro laboral. Teniendo en cuenta la magnitud de los ingresos recibidos por los eventos deportivos y las dificultades que tiene todo aquel que quiere estudiar una carrera en EEUU, la pregunta es obvia: ¿por qué no fijar unas nuevas normas para derivar esas ganancias (o una mayor cuota de las mismas) en aumentar el número de estudiantes en las universidades?
Probablemente, este es el tema más polémico relacionado con el mundo del deporte universitario en Estados Unidos. Miles de atletas que generan millones de dólares al año, debido a su marca personal y sus actuaciones en distintas competiciones, pero que no se ven recompensados económicamente, debido a que estos...
Autor >
Jorge Campo Teruel
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