Austria tiembla con el fantasma de la ultraderecha
La derrota de socialdemócratas y conservadores en la primera vuelta de las elecciones presidenciales evidencia la falta de alternativas y la debilidad del proyecto europeo
Laura Alzola Kirschgens Hamburgo , 27/04/2016
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Cuando los austriacos eligen a su presidente, escogen el símbolo personificado de su república para los próximos seis años. El pasado domingo 24 de abril, sin embargo, la votación fue más allá de lo formal y representativo. En esta ocasión, ninguno de los candidatos de los grandes partidos establecidos tenía posibilidades de vencer y las encuestas apuntaban lo que las urnas confirmaron: que los ciudadanos austriacos sólo confían en los dos extremos ideológicos, en el partido de la Libertad de Austria (FPÖ) y en Los Verdes. No se vaticinaba, sin embargo, que el candidato ultraderechista de la FPÖ, Norbert Hofer se posicionara en la primera vuelta con el 35% de los votos por delante del favorito. Éste, el aspirante de Los Verdes, Alexander van der Bellen, recibió el 21%, imponiéndose sólo por dos puntos a la independiente y expresidenta del Tribunal Supremo Irmgard Griss. El próximo 22 de mayo, Hofer y Van der Bellen concurrirán a una segunda vuelta que podría determinar el futuro político del país. Porque en Austria, el presidente tiene el poder de disolver el Gobierno y el candidato de la extrema derecha Hofer ha declarado que consideraría esta posibilidad “si no hay avances en la reactivación de la economía”.
Terror, guerra, inmigración... La FPÖ se alimenta de los mismos fantasmas que sus formaciones hermanas europeas de extrema derecha. En el caso de Austria, a Norbert Hofer le beneficia además ser percibido como la cara amable de su partido, sin que esto le impida defender las tesis más duras del mismo, formuladas, eso sí, con cuidado: “El futuro de Austria está únicamente en manos de los niños de aquí, hijos de padres y madres que también nacieron aquí”, repite, por ejemplo, en sus discursos.
Los temores de los partidos del gobierno de coalición eran fundados. La derrota de los socialdemócratas (SPÖ) y los conservadores (ÖVP) fue estrepitosa: entre ambos, reunieron apenas un 22% de votos. Esto significa que, por primera vez desde la Segunda Guerra Mundial, el presidente no será socialdemócrata ni democristiano.Y que estos podrían temer ser despedidos del Ejecutivo por el futuro presidente.
Como ya lo hizo en la primera vuelta, el candidato de Los Verdes, Alexander van der Bellen, tratará de aunar los votos de los descontentos con las políticas del gobierno actual que no deseen apoyar a la ultraderecha y prefieran posiciones como las que él defiende en su discurso político: “La FPÖ dice que la patria es algo para aquellos que siempre estuvieron aquí, yo digo que la patria, la pertenencia y el hogar también pueden regalarse, por ejemplo a quienes, por las razones que sea, quieran venir y unirse a nosotros”.
En febrero, en un abierto desafío a la UE, el Gobierno austríaco limitó la entrada al país de migrantes a 3.200 por día y restringió a 80 las peticiones de asilo. La medida fue justificada argumentando la incapacidad de la Unión Europea “para controlar la situación”. Pero las restrictivas políticas de inmigración no están sirviendo tampoco para salvar el desgaste. El declive de los partidos establecidos viene de lejos también en Austria y ha estado acompañado por el crecimiento constante de la derecha populista.
Esta vez, el propio canciller austriaco, el socialdemócrata Werner Faymann, ha asumido que el resultado de la primera vuelta "es un claro aviso al Gobierno". Queda por ver si, como él dice, “trabajar conjuntamente con más fuerza” en el seno de la coalición bastará para paliar en Austria la falta de confianza generalizada en el sistema que recorre Europa desde hace años. De nuevo, la derrota de los partidos establecidos evidencia la inutilidad de perseguir el populismo de derecha sin alternativas consistentes. Es necesario plantear otras maneras de ofrecer seguridad a los ciudadanos. Diseñando políticas coherentes y efectivas de recepción e integración, por ejemplo, en lugar de construir muros que subrayen el fracaso del modelo europeo.
Cuando los austriacos eligen a su presidente, escogen el símbolo personificado de su república para los próximos seis años. El pasado domingo 24 de abril, sin embargo, la votación fue más allá de lo formal y representativo. En esta ocasión, ninguno de los candidatos de los grandes partidos establecidos tenía...
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Laura Alzola Kirschgens
Reportera e investigadora. Migración, educación, discurso y cambio social. Múnich, Hamburgo y ahora, Barcelona. Periodista. Máster en Inmigración por la Pompeu Fabra. Extranjera, como lo son todos en algún lugar
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