La reforma laboral de Valls acaba en moción de censura
El futuro de la ley y del propio Gobierno socialista queda en manos de una treintena de diputados díscolos
Miguel Egea París , 11/05/2016
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Desde que el Gobierno socialista francés anunciara el pasado febrero su proyecto de reforma laboral la tensión no ha dejado de crecer: huelgas, manifestaciones semanales, ocupaciones de teatros y universidades, continuas imágenes de guerrilla urbana y hasta su propia versión del 15M, la Nuit Debout. Para sacar adelante la nueva ley, la ministra de Trabajo, Myriam El Khomri, tiene que hacer frente tanto al fragor de la calle y las redes sociales --1,3 millones de firmas en Change.org-- como a una treintena de diputados socialistas, que se niegan a votar a favor. El proyecto comenzó a debatirse en la Asamblea Nacional el 3 de mayo y debía ser votado el 17, a pesar de las 4.983 enmiendas presentadas --casi un tercio de ellas, por diputados socialistas. Cuando se presentó la ley, la oposición conservadora apoyó el proyecto, mientras la izquierda y las voces discordantes del Partido Socialista se oponían. Esta situación, sumada a las fricciones en la calle, no dejaba al gobierno demasiadas opciones.
La solución no ha tardado en llegar: el martes 10 de mayo, el primer ministro, Manuel Valls, anunció que el Ejecutivo hará uso del artículo 49.3 de la Constitución. Es decir, que el gobierno se saltará a la torera a la Asamblea Nacional y continuará el trámite de la ley sin necesidad de que ésta sea votada en ella. El 49.3 anula el debate parlamentario y permite que el Gobierno apruebe de manera unilateral una ley. Para evitarlo, al menos una décima parte de la Asamblea debe promover una moción de censura. Si ésta se pierde, la ley pasa al siguiente paso del trámite legislativo, es decir, a su revisión por el Senado. Si por el contrario la moción triunfa, para lo que se necesita mayoría absoluta, la ley es rechazada y el Gobierno se vería obligado a dimitir.
El gobierno se saltará a la torera a la Asamblea Nacional y continuará el trámite de la ley sin necesidad de que ésta sea votada en ella
El artículo 49.3 de la Constitución tiene un objetivo: reforzar el poder del gobierno frente al Parlamento. Es una muestra de la relación de desequilibrio entre el ejecutivo y el legislativo que define el sistema político de la V República. Estos poderes gubernamentales extraordinarios no son de extrañar si se tiene en cuenta que la Constitución fue aprobada siendo presidente Charles De Gaulle, en 1958, durante la guerra de independencia de Argelia. La nueva República necesitaba, a ojos del general, unos líderes fuertes y capaces de actuar frente a la lentitud y el bloqueo parlamentario. El resultado es un texto que garantiza la primacía del presidente de la República y el primer ministro, otorgándoles algunos poderes que podrían ser catalogados de excepcionales.
El artículo 49.3 es sólo un ejemplo. El artículo 16 la Constitución prevé la potestad del presidente de la República para tomar “las medidas exigidas por las circunstancias” cuando las instituciones de la República, la independencia de la Nación o el funcionamiento de los poderes constitucionales se vea interrumpido. También puede devolver leyes al Parlamento para una segunda deliberación, a pesar de haber sido aprobadas, y siempre guarda la potestad de disolver la Asamblea Nacional.
El 49.3 es la más utilizada de estas medidas excepcionales. Desde 1958 ha sido aplicada 84 veces. La última vez fue hace poco más de un año, cuando este mismo Gobierno recurrió a este procedimiento para aprobar la ley Macron de liberalización de la economía. Sin embargo los socialistas no siempre se han mostrado tan partidarios de obviar al Parlamento. El actual presidente de la República, François Hollande, dijo en 2006 que “el 49.3 es una brutalidad, una negación de la democracia, es la manera de frenar e impedir el debate parlamentario”. Esa vez era Dominique de Villepin, primer ministro de la época, el que utilizó este arma política para forzar al Parlamento a adoptar su proyecto de ley sobre el empleo, mientras los sindicatos y las universidades tomaban la calle en su contra.
El artículo 49.3 de la Constitución es una muestra de la relación de desequilibrio entre el ejecutivo y el legislativo que define el sistema político de la V República
Nunca, al menos hasta ahora, ha prosperado ninguna moción de censura tras el uso de este artículo. La derecha parlamentaria, que cuenta con 226 diputados, ya ha presentado su moción, de manos de Les Républicains, el partido liderado por Sarkozy, y la Union des Démocrates et Indépendants. Para los conservadores, la propuesta final que ha llegado al Parlamento no tiene "ninguna ambición real de reforma", después de las concesiones hechas a los sindicatos. Además, señalan que el recurso al 49.3 muestra el "callejón sin salida" al que Hollande ha llevado a Francia. La moción será debatida y votada el jueves 12 de mayo. Para que triunfe deberá contar con el apoyo de al menos sesenta diputados de la izquierda parlamentaria. Los diputados del Front de Gauche, coalición compuesta entre otras formaciones por el Partido Comunista y el Parti de Gauche, han intentado presentar una moción desde la izquierda, pero sólo han conseguido 56 firmas de las 58 necesarias. Entre ellas, las de 30 socialistas, incluidos exministros como Benoît Hamon, Aurélie Filippetti et Thomas Thévenoud. Los diputados del partido de Melenchon ya han anunciado que votarán favorablemente a la ya depositada por la derecha. La patata caliente está ahora en las manos de los frondeurs, los diputados socialistas rebeldes, que con su voto podrían tumbar tanto la ley como a su propio gobierno.
La Asamblea Nacional francesa cuenta con 577 diputados, de los cuales 286 pertenecen al grupo socialista. La mayoría absoluta necesaria para hacer pasar la moción es de 289 votos positivos. Además, la Asamblea tiene tres sillas vacantes, de modo que la única manera de que la moción de censura prospere es contar con el apoyo de los frondeurs. Valls declaró el martes 10 a la cadena de televisión TF1 que no tenía miedo de que sus compañeros de partido apoyen su censura. Horas después, Bruno Le Roux, líder del grupo socialista en la Asamblea, anunciaba a la misma cadena que todo diputado de su bancada que vote a favor de la moción será suspendido de militancia.
Los sindicatos ya han anunciado dos nuevas jornadas de huelga, el 17 y 19 de mayo, contra la “aprobación inaceptable de la ley a la fuerza”. La Nuit Debout, por su parte, abandonó por unas horas la plaza de République para concentrarse frente a la Asamblea, donde un enorme despliegue policial les cortaba el paso.
Camille, músico e intermittent del espectáculo, uno de los colectivos más movilizados, venía unos días a París desde Lille y aprovechó para acudir a la cita. Le preocupa que la moción para tumbar la ley haya sido lanzada por la derecha: “Si los frondeurs se alían con la derecha se tumbará la ley, pero no creo que eso haga avanzar a la izquierda”. En su opinión, pase lo que pase con la ley la movilización continuará en la calle: “A mí me da igual la reforma laboral, el cambio que quiero va mucho más allá”. No es el único. Sandrine tiene 47 años y hasta hace poco estaba en paro. Participante activa en la Nuit Debout de París, es muy optimista respecto al movimiento, y sus razones para participar también van más allá de la ley, para ella lo importante es “la democratización de la sociedad y la convergencia de luchas”.
Mientras la calle sigue ardiendo, dos escenarios diferentes se plantean.
En el primero de ellos, el más probable, la moción no triunfará. En ese caso no parece que las movilizaciones vayan a cesar, y podrían ser cada vez más multitudinarias en respuesta a la deriva autoritaria del gobierno. Ya pasó en 2006. Villepin usó el 49.3 y un par de meses después se vió obligado a retirar la ley tras una serie de manifestaciones y huelgas multitudinarias.
En el otro escenario, los frondeurs deciden sumarse a la moción de censura. Esto supondría el fin político de Manuel Valls y su gobierno, y probablemente arrastraría tras de sí a François Hollande. Si algo es seguro es que Francia está viviendo unas jornadas decisivas para su futuro. Aquí en París cada día da la sensación de que todo podría cambiar de golpe, y aunque por ahora las cosas parecen seguir igual, esperemos a mañana...
Desde que el Gobierno socialista francés anunciara el pasado febrero su proyecto de reforma laboral la tensión no ha dejado de crecer: huelgas, manifestaciones semanales, ocupaciones de teatros y universidades, continuas imágenes de guerrilla urbana y hasta su propia versión del 15M, la Nuit...
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Miguel Egea
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