Carmen Thyssen va camino de convertirse en la digna heredera de Ana Obregón en cuanto a necesidad imperiosa de salir en los medios, sólo que en vez de bikini y un cameo en Hollywood en forma de episodio del Equipo A, Tita tiene cuadros y joyas de infarto. Salió hace unas semanas en una entrevista con Cristina Caballero en Papel amagando con enfadarse, no respirar y llevarse sus cuadros. El lunes nos deleitaba con una charla con Paz Álvarez en Cinco Días en la que dice que ser rico es de un complicado supino. Al poco tiempo, en un giro previsible de los acontecimientos, ya era trending topic. Y si eres trending topic por salir en Cinco Días es que la has liado muy gorda. Bingo.

Yo creo que ser rico debe ser agotador (eliminen la ironía porque no la hay). Especialmente en el caso de Tita, a la que le ha caído en herencia semejante tarea: la de gestionar una de las colecciones pictóricas más importantes del mundo y sin parar de pensar en hacerle la cobra a Cristóbal Montoro para evitar ese porcentaje de IRPF que le va a caer en breve; cuando a ella la hemos conocido con la banda de Miss España y viviendo la Marbella loca con Espartaco Santoni, uno de sus maridos. A ver a quién le apetece estar todo el día en un ay, como si no tuvieras suficiente con los cambios de estilo y de peso de tu hijo mayor y esa nuera tan parecida a ti a la que has hecho pasar las de Caín. Y no sólo ha aguantado, sino que te ha dado cuatro nietos y te ha salido pintora. La vida puede ser maravillosa.

Carmen se ha encadenado, colgada con su canotier de Chanel y su traje blanco roto, por los árboles, por cualquier causa justa que se le precie, se tiñe el pelo y se lo corta por temor a la magia negra y tiene que custodiar tanto un Kandinsky como una esmeralda de Bvlgari del tamaño de un níspero. ¿Pero quién quiere eso? Aparten de mí ese cáliz (y ya de paso esa melena tan poco hidratada).

Mientras, la zarina Marta Ortega sigue haciendo de las suyas, pero, más allá de comer por 15 céntimos, conciliar y trabajar en Casa Amancio, nuestra joven heroína se ha vestido de amazona y se ha ido al Club de Campo (que sigue sin ser una granja escuela, otra promesa incumplida de Manuela Carmena) a alternar con Bruce Springsteen y Athina Onassis. Y luego se ha ido al cumpleaños de Jon Kortajarena, modelo y uno de los seres más bellos del planeta, con una panda de amigos ricos, guapos y flacos. Todo un poco Zoolander, en este caso Zaralander. El caso es que parece que Marta quiere ser zarina y Superwoman, como adelantamos en CTXT (siempre he querido decir esto).

Y mientras estas dos rubias luchan en el barro por robarnos la atención, una castaña más discreta se nos ha pasado desapercibida pero ocupa un lugar de honor en mi podio particular de historias fascinantes (como si a alguien le importara). Ana Bono, Bonita para los amigos (perdonen el chiste, no volverá a ocurrir), ha fichado por Iberdrola. Repasemos. Ana Bono es la guapa de los hijos del exministro otrora calvo y ahora pelazo de Nancy. Ana Bono hizo Derecho y comenzó a trabajar en Reyal Urbis, una empresa hoy en concurso de acreedores que presuntamente le regaló caballos a su padre, que debe ser una cosa típica de la gente con posibles. Luego dejó su trabajo y quiso emprender. Pero claro, te juntas con amigos para montar un bufete y dominar el mundo y eso debe ser muy cansado, así que Ignacio Sánchez Galán ha decidido reservarte un hueco en su morada. En Vanitatis, que es quien ha publicado esta historia, recuerdan que José Bono fue uno de los invitados a la boda de Sánchez Galán hijo. Pero estoy convencida de que tan sólo es fruto de mentes malpensadas. Ya saben cómo somos los periodistas. Siempre negativos, siempre retorcidos.