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Se me saltaron las lágrimas con el vídeo del cumpleaños de Amancio Ortega. Porque soy muy llorona y porque en esas imágenes no vi tanto llorar al hombre más rico del planeta, sino a un abuelo demasiado parecido a mi padre. Hasta en ese andar con dificultades y oscilando el cuerpo a cada paso. Con esa especie de teba azul marino que, llegada una edad, tienen todos los señores.
A mí esa fiesta me pareció, como a muchos de ustedes, el mejor spot de Inditex. Una fiesta en la que se aplaude al señor que empezó vendiendo batas (qué pesados somos los periodistas contándolo otra vez) y que hoy es el dueño y señor de nuestros armarios y el casero de medio mundo. Después de ese vídeo se ha recordado la situación laboral de sus empleados fuera de la sede de Arteixo. Desde los que cosen en Bangladesh hasta las que doblan camisetas con contrato precario y echando horas los festivos.
Decía Rosa Montero en un artículo acerca de la biografía de André Agassi que es la prueba de las muchas vidas que hay en una. Supongo que en un solo hombre llamado Amancio Ortega hay muchos Amancios. El hombre humilde y discreto pero multimillonario, el que regaña a sus subordinados, el que llora en los cumpleaños, el que sonríe con los nietos y el que ha creado su fortuna con algunos cadáveres en los armarios. El otro día me dijo un periodista que para saber contar las cosas con gracia no hay que olvidarse de lo serio. Por eso conviene recordar, entre memes y comparativas de un señor de Arteixo con Hitler, que su delfín Pablo Isla acaba de firmar un acuerdo con la Federación Global de Sindicatos IndustriALL para impulsar la calidad de sus proveedores mundiales.
Sí, admiro a Amancio Ortega aun con sus dobleces. Como a tantos otros señores y señoras sin necesidad de haber cumplido los 80 años.
Pero en ese anuncio viral se nos escapa la verdadera protagonista de la campaña. Esa chica rubia y delgada que lo recibe en el ascensor. Su hija Marta Ortega, ataviada con camisa-bata homenaje a los inicios de su progenitor, sin maquillaje, pelo recogido y vaqueros, y organizadora del cumpleaños. Un año parece que tardó la zarina en montar el sarao. Y mientras, trabajando, montando a caballo (es amazona) y conciliando. Un no parar, vamos.
Y de repente, sorpresa. Portada de ¡Hola! La llaman mujer fascinante y discreta, que come por 15 céntimos cada día en el comedor de la empresa. Magnífico. Vamos, que el menú de 10,90 euros que tomé el jueves es puro derroche. También dicen que está centrada en su carrera y en su hijo Amancio. “Marta no tiene despacho propio, sólo una mesa de trabajo, relativamente cerca de la de su padre y con muchas personas a su alrededor, compañeros que hacen su labor en la compañía. La suya se centra en el diseño de producto y en la comercialización del área de Zara Woman, ahí desarrolla su gran creatividad y su talento como cazadora de tendencias”. Esto me hace especial ilusión porque yo echaba una mano a mi padre tecleando facturas y también me sentaba al lado, y tengo toneladas de creatividad y mis amigos me piden que les lleve de compras. Es decir, que soy también un poco Marta Ortega a falta de buscar un sitio con el menú más barato.
De los creadores de “Amancio Ortega empezó vendiendo batas” llegaron hace tiempo los de “Marta Ortega empezó en la empresa de su padre desde abajo”. Y ¡Hola! no podía defraudarnos. “Servicios jurídicos, finanzas, diseño, análisis de ventas, responsabilidad social y corporativa y comunicación son algunas de las áreas de la empresa en las que ha trabajado Marta, para conocer de arriba abajo todos los departamentos de la que un día será su compañía. Esa en la que ahora es una más”.
Si tu padre sale en la lista Forbes, aunque sea en el puesto 57, no puedes ser una más. Es más, no deberías, ese puesto nos corresponde a las demás. Porque, Marta, comes por 15 céntimos pero cuando te casaste fuiste más lista que el hambre y te encargaste de que Narciso Rodríguez te hiciera el vestido, que imagino que costó el menú de Inditex de unas 30 décadas. Porque tienes caballos, viajas sin mirar cuánto cuesta el billete y de paso, en pleno paraíso, le pides al fotógrafo Mario Sorrenti que te saque favorecida. Ay, querida, qué poco nos parecemos en todo eso.
Hasta Boris Izaguirre, en un juego de palabras digno de mención, nos cuenta que has aprendido a domar tu timidez. “Está dispuesta a cabalgar en esta nueva hípica y convertir cada portada en un orgulloso trofeo. Zara ya tiene cara”. Marta es discreta pero tiene posibles para comprarle el armario de las Kardashian. Come siendo consciente de que jamás le echarán una bronca como al resto de compañeros, imagino que se toma vacaciones sin pensar en cuadrar los días y si ese día el menú no le gusta se puede ir al mejor restaurante de La Coruña. Zarina, ¿quieres ser mi amiga?
Se me saltaron las lágrimas con el vídeo del cumpleaños de Amancio Ortega. Porque soy muy llorona y porque en esas imágenes no vi tanto llorar al hombre más rico del planeta, sino a un abuelo demasiado parecido a mi padre. Hasta en ese andar con dificultades y oscilando el cuerpo a cada paso. Con esa...
Autor >
Ángeles Caballero
Es periodista, especializada en economía. Ha trabajado en Actualidad Económica, Qué y El Economista. Pertenece al Consejo Editorial de CTXT. Madre conciliadora de dos criaturas, en sus ratos libres, se suelta el pelo y se convierte en Norma Brutal.
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