LAS CIUDADES DEL CAMBIO
Cádiz: gobernar con el viento en contra
Kichi y su equipo de gobierno avanzan solos en el Ayuntamiento gaditano, uno de los símbolos de la política del cambio y laboratorio de la batalla por la hegemonía de la izquierda
Gerardo Tecé 24/05/2016
Fachada del Ayuntamiento de Cádiz.
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En la plaza de San Juan de Dios una pareja con aspecto de turistas nórdicos mira hacia arriba, señala y fotografía con el móvil el balcón del Ayuntamiento de Cádiz. Gobernado durante dos décadas por el PP de Teófila Martínez, hoy del balcón del consistorio cuelga una pancarta que dice “Por una Europa de puertas abiertas. Las fronteras matan”. “Estas son las cosas del Kichi, que le gusta lucirse, que se dedique a quitar el paro”, dice en voz alta una señora que pasa enfadada por la plaza cargando unas bolsas del supermercado. Hoy día, el turista que llegue a España sin saber nada de política nacional podría visitar las plazas de los ayuntamientos e ir identificando con el dedito y su cámara en el móvil cuáles son los del cambio. Ese sí. Ese no. Es sencillo: son los que tienen pancarta en el balcón. El simbolismo de las pequeñas cosas juega un papel importante en los municipios gobernados por propuestas políticas que, hace justo un año, tuvieron la fuerza suficiente para, recién nacidas, encabezar urnas que durante décadas fueron feudos inexpugnables de partidos tradicionales, pero que no tienen la fuerza necesaria para, con el bastón de mando ya en la mano, poder gobernar con estabilidad. Lo hacen solos, en minoría y con toda la oposición en frente. Gobiernan consistorios normalmente asfixiados por una deuda de décadas, que dificulta poner en marcha esas políticas para las que estos partidos municipales nacieron. El día a día viene condicionado por el reformado artículo 135 de la Constitución (el pago de la deuda tiene preferencia sobre otros gastos) que les aprieta el cuello. En casi todos los casos el único apoyo institucional externo que tuvieron estos nuevos equipos de gobierno fue aquel puntual que ya pasó, aquel que les dio el PSOE en la investidura para apartar gobiernos longevos del PP. Un año más tarde, el partido que los dejó, por activa o por pasiva, acceder a esas alcaldías, no es aliado, sino oposición.
Es el caso de la ciudad de Cádiz, símbolo de los autodenominados ayuntamientos del cambio en plena Andalucía de Susana Díaz, en el laboratorio de la batalla por la hegemonía de la izquierda. El de Cádiz fue el Ayuntamiento del cambio con un parto más complicado. En Sevilla, en el Parlamento andaluz, Teresa Rodríguez, pareja del ahora alcalde de Cádiz, se plantaba ante una Susana Díaz a la que no le salían las cuentas para ser investida presidenta de Andalucía. Pocos kilómetros más al sur, Por Cádiz Sí Se Puede necesitaba del PSOE de la lideresa para acceder a la alcaldía. 24 horas antes de la sesión de investidura, ni Kichi ni nadie sabía si Susana iba a cobrarse o no el feo. No se lo cobró. Al menos en aquel momento no lo hizo. Aquellos consistorios, que nacieron de las elecciones de hace un año, se mueven con facilidad en lo simbólico pero sudan tinta para sacar adelante la parte de números sobre el papel, para aprobar unos presupuestos que, en el caso de Cádiz, vienen prorrogados desde los últimos que aprobó la anterior alcaldesa, Teófila Martínez. Después de meses de negociación entre el gobierno municipal (Por Cádiz sí se puede-Ganar Cádiz) y el PSOE, el alcalde José María González, Kichi, se hace la foto que no quería hacerse: aprobando los nuevos y esperados presupuestos en solitario y mediante la fórmula de aprobación en Junta de Gobierno, con toda la oposición en contra (PP, PSOE y C’s) posando también en la instantánea. Cádiz es una ciudad pequeña y las batallas políticas, al contrario que pueda suceder en las grandes capitales como Madrid o Barcelona, se respiran en lo personal. David Navarro, concejal de Economía y Hacienda de Cádiz, se pone al teléfono y su tono es de resignación ante la soledad de la foto cuando se le pregunta por la vinculación con el PSOE: “La relación a día de hoy con el equipo del PSOE es nula, incluso a nivel personal, salvo alguna excepción. Cuando nos sentamos a negociar los presupuestos parecía que coincidíamos en las prioridades, pero a medida que fuimos reuniéndonos percibíamos que no tenían ninguna intención de que sacásemos esto adelante. Querían dejarnos solos. Te quedas con la sensación de que se han reído de nosotros durante todo el proceso”. Según Fran González, actual líder del PSOE gaditano, no es así. Su oposición a los presupuestos se debe a cuestiones técnicas: “No podemos apoyar unos presupuestos que están inflados, no son reales, están basados en partidas que no existen. Son los presupuestos de alguien que está más pendiente de viajar a Madrid, a Barcelona, a Zaragoza o La Coruña --da la lista de los ayuntamientos de color morado-- que de Cádiz y los gaditanos”.
El motivo de la soledad del equipo de gobierno de Cádiz, si nos vamos al papel sobre el que se negociaron los presupuestos, se reduce a que el nuevo consistorio no quiere limitarse a la gestión de los gastos del Ayuntamiento (sueldos, deuda y gastos corrientes). “Estamos gestionando el día a día y reduciendo la deuda, pero nosotros estamos aquí para hacer políticas sociales, como la de vivienda”, explica David Navarro. En los presupuestos recién aprobados en solitario, Kichi y los suyos aportan para políticas sociales partidas que de momento no están y quizá ni se las espere, si hacemos caso a esa teoría de la batalla en el barro entre PSOE y Podemos. Ocho millones y pico de euros dependen de que la Junta de Andalucía pague una deuda que el Ayuntamiento de Cádiz reclama. Otros tantos millones vendrían de la hipotética futura venta de un hotel junto al Estadio Carranza, que, de no meterse en el plan de presupuestos, iría directamente a pagar deuda por el dichoso artículo 135, explica el concejal. La última vez que el hotel se sacó a concurso, la oferta quedó desierta, explican desde el PSOE. Esta es la causa de la soledad y este es el dinero con el que el nuevo equipo espera contar para no limitarse al papel tecnócrata, sino para confirmar negro sobre blanco y desde las instituciones el lema de sí se puede. “Son castillos en el aire”, argumenta el líder local del PSOE. “Si se quedan en el aire es porque desde la Junta alguien se encargará de que así sea por motivos electorales”, responden del Ayuntamiento.
En la esquina de la calle que lleva de la Plaza de San Juan de Dios a la Catedral se concentra por la tarde una docena de hombres que rondan la cincuentena. Montaron una plataforma de desempleados en la ciudad con el récord nacional de paro y desde la época de Teófila Martínez exigen, en turnos de mañana y tarde, que las administraciones se pongan las pilas. Lo piden a los tres niveles, según la pancarta: Gobierno central, Junta y Ayuntamiento. El día que le tumbaron los presupuestos a Kichi, varios representantes de la plataforma estaban presentes como público en el salón de plenos, pancarta en mano. Política de gestos, el alcalde los señaló para abroncar a los partidos de la oposición: “Esta gente está en paro y pide que se lo solucionemos. Les da igual si es desde Madrid, Sevilla o Cádiz, pero es aquí, al Ayuntamiento de Cádiz, a donde vienen a pedir que les echemos una mano, porque este es su Ayuntamiento y es aquí donde tenemos que hacer algo”. La batalla por ser el que tenga la razón en una ciudad pequeña en la que todos se conocen es distinta a las batallas políticas a nivel nacional o en las grandes ciudades. En Cádiz, además de en la prensa, se disputa en plenos de puertas abiertas, ante los vecinos que se acercan a quejarse y ahí Kichi, aunque se ha llevado algún que otro revolcón, sabe defenderse bien. Se ha criado en el barrio de la Viña. La oposición, más sobria en apariencia, lo resume con el mismo reproche que le hacía la señora de las bolsas, “qué le gusta lucirse”. En la batalla de la prensa la cosa cambia. Uno de los gastos que el nuevo consistorio entendió como superfluo nada más llegar fue el de la publicidad institucional. Después del tijeretazo, los medios locales no tienen a Kichi en un altar. “Hemos reducido el 70% el gasto en publicidad. Esto nos da pistas de por qué tenemos a la prensa local en contra. Ese 70% de presupuesto era autobombo que durante años usó Teófila. Nosotros nos negamos a usar dinero público para decir que somos maravillosos”, explica el concejal de Hacienda.
Visto el ambiente institucional en Cádiz y la relación de fuerzas, uno se extraña de que mañana mismo no haya una moción de censura que devuelva a Kichi a sus clases como profesor de Geografía e Historia. “Esa sombra no nos asusta porque siempre ha estado sobrevolando desde que entramos en el Ayuntamiento. Siempre se ha barajado en los mentideros de la ciudad”, cuentan desde el entorno de Kichi. Y es precisamente esa relación de fuerzas que hace parecer inminente el desalojo la que de momento permite que la aventura de quienes acabaron con el Teofilato siga teniendo cuerda. “El PSOE critica mucho a Kichi, pero es quien lo sostiene, porque por aritmética la única alternativa somos nosotros y con nosotros no van a unirse”, dice un portavoz del PP local. ¿Hay posibilidad de que eso cambie? “Rotundamente no”, responde el representante del PP con la seguridad con la que se opina en los lugares donde todo el mundo se conoce. Iremos viendo.
En la plaza de San Juan de Dios una pareja con aspecto de turistas nórdicos mira hacia arriba, señala y fotografía con el móvil el balcón del Ayuntamiento de Cádiz. Gobernado durante dos décadas por el PP de Teófila Martínez, hoy del balcón del consistorio cuelga una pancarta que dice “Por una Europa...
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Gerardo Tecé
Soy Gerardo Tecé. Modelo y actriz. Escribo cosas en sitios desde que tengo uso de Internet. Ahora en CTXT, observando eso que llaman actualidad e intentando dibujarle un contexto. Es autor de 'España, óleo sobre lienzo'(Escritos Contextatarios).
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