Cameron, solo frente al Brexit
Al primer ministro británico no le ha quedado otra opción que convertirse en el portavoz de la campaña por la permanencia en la UE ante la pasividad del líder laborista, Jeremy Corbyn, la ausencia de otras voces de peso y la división de los conservadores
Celia Maza Londres , 8/06/2016
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El próximo 23 de junio los británicos votarán su futuro dentro de la Unión Europea y el temido Brexit comienza a valorarse como una posibilidad real. Las últimas encuestas dan una ventaja de entre dos a cuatro puntos a los euroescépticos, que han tomado impulso tras publicarse los últimos datos de la migración neta. El año pasado alcanzó la cifra récord de 333.000.
El control de la inmigración es, sin lugar a dudas, el protagonista absoluto de la campaña. El premier David Cameron acordó en la cumbre europea de febrero una serie de reformas para que, en caso de que finalmente Reino Unido abogue por la permanencia, Londres pueda restringir el acceso a los subsidios sociales tanto para extracomunitarios como comunitarios. Pero son sus propias filas las que consideran que las medidas son insuficientes: 141 de los 330 diputados conservadores abogan por la salida del bloque.
En este sentido, el escenario recuerda a la situación que se vivió con el plesbiscito de 1975, cuando los británicos ratificaron su entrada en la entonces Comunidad Económica Europea. Los acuerdos de adhesión negociados por el primer ministro Harold Wilson no satisficieron a los suyos y al líder laborista no le quedó más remedio que dar libertad a los miembros del gabinete para evitar la revuelta interna, como ha tenido que hacer ahora Cameron.
La gran diferencia, sin embargo, es que mientras Wilson pudo mantener una posición más neutral e incluso de segundo plano, a Cameron no le ha quedado otra opción que convertirse en el portavoz de la campaña por la permanencia ante la ausencia de otras voces de peso.
El escenario recuerda a la situación vivida con el plesbiscito de 1975, cuando los británicos ratificaron su entrada en la entonces Comunidad Económica Europa
La pasividad del actual líder laborista, Jeremy Corbyn, ha provocado toda serie de críticas, tanto por parte de sus diputados como de los sindicatos, con un gran peso en la formación.
Tim Roache, líder de GMB, le ha acusado de “apoyar a la Unión solo con medio corazón” y le ha recordado que “puede hacer un poco más”. Así que, acorralado contra las cuerdas, al apodado como Pablo Iglesias británico no le ha quedado más remedio que salir de su autoimpuesto ostracismo.
La semana pasada, el veterano político, que acaba de cumplir 67 años, pronunció un discurso en el Instituto de Ingenieros Tecnológicos de Londres y aunque se suponía que aquello sería un alegato por la Unión en el bloque, volvió a acaparar titulares al lamentar la forma en la que, a su parecer, el Ejecutivo trata de atraer votantes mediante “profecías de fatalidad” y afirmaciones “histriónicas” en materia económica. “Gran parte del debate hasta la fecha ha estado dominado por la fabricación de mitos”, recalcó.
Aunque oficialmente Corbyn apuesta por la Unión, no es ningún secreto su larga trayectoria de desavenencias con Bruselas. Es más, votó en contra de la CEE en 1975. Quizá por eso sus intervenciones públicas dan lugar a todo tipo de interpretaciones.
El problema es que, ante la guerra civil en el Partido Conservador y el auge del UKIP --que en los comicios regionales de mayo logró también entrar por primera vez en la Asamblea de Gales--, los expertos advierten de que la movilización del electorado laborista resulta clave. Pero, según una encuesta publicada por The Times, casi la mitad no sabe qué postura defiende la oposición.
El voto joven también es determinante. Según las encuestas, el 75% de los menores de 24 años y el 68% de aquellos entre 25 y 35 apoya la permanencia del Reino Unido en el club. Sin embargo, la baja participación prevista en este sector podría desembocar en el temido divorcio.
Según las encuestas, el 75% de los menores de 24 años y el 68% de aquellos entre 25 y 35 apoya la permanencia del Reino Unido en el club
El plazo para registrarse y votar en el histórico plesbiscito terminó ayer y el domingo cerca de seis millones de personas todavía no habían hecho el trámite necesario, entre ellos más de un millón de votantes menores de 25 años.
En la consulta sobre la independencia escocesa de 2014, la movilización de los jóvenes durante la campaña acaparó titulares y aunque la participación del electorado fue de un 85%, solo uno de cada dos escoceses de 18 a 24 años acabó depositando su papeleta.
En Escocia, la gran mayoría se sentía escocés y no británico, pero finalmente se dejaron guiar por la cuestión pragmática y el “no” a la independencia ganó por un 55% frente un 45%. El factor económico y el miedo paralizaron a muchos a la hora de la verdad y los expertos vaticinan que el próximo 23 de junio ocurrirá lo mismo.
Con todo, si la permanencia gana con un resultado tan ajustado hay varias voces dentro del Partido Conservador que pedirán la dimisión de su líder. La diputada tory Nadine Doréis ha dicho que Cameron tendría que abandonar su puesto a menos que no gane por una ventaja de 20 puntos, resultado que a día de hoy se antoja imposible. La rebelde asegura además que al menos 50 compañeros opinan lo mismo, un número suficiente para plantear moción de confianza.
Lo cierto es que la situación del primer ministro es compleja. Según Ben Harris-Quinney, presidente de Bow Group, el think-tank conservador más antiguo del Reino Unido, “gane o pierda, no le va a quedar otra opción que irse”. “Durante décadas, la cuestión europea ha creado una guerra fría en el Partido Conservador y ahora con el referéndum la guerra está más caliente que nunca. Estamos ante una situación sin precedentes. Hay más división entre los tories euroescépticos y pro-UE que entre los tories y los laboristas”, señala. “Tras una consulta, las diferencias y las tensiones no terminarán. Ya quedó demostrado en Escocia, por lo que tendrá que ser alguien de fuera quien intente unificar de nuevo a las filas. No podrá ser Cameron”, matiza.
De alguna manera, la guerra por el liderazgo ya ha empezado. Y en este sentido, el que fuera alcalde de Londres Boris Johnson no ha perdido el tiempo. Pese a las súplicas del premier, el polifacético político se ha convertido en el portavoz de la campaña por el Brexit, más que por convicción, por ganarse el apoyo de los conservadores euroescépticos llegado el momento.
Su discurso irreverente, sus salidas de tono y su indomable melena albina enganchan al electorado. Pero mientras que recorre el país con un autobús rojo con un gran letrero que reza la supuesta contribución británica al bloque --“350 millones de libras semanales”--, el Fondo Monetario Internacional señala que, en caso de que finalmente el país abandone el bloque, podría haber un impacto negativo de hasta el 9,5% del PIB británico.
Christine Lagarde, directora del FMI, ya ha advertido de que la consulta “no es una cuestión de economía doméstica sino un asunto con repercusión global”. Lo cierto es que sólo el plantearla y la perspectiva de una retirada ya han provocado una volatilidad en los mercados. Tras los sondeos del fin de semana, la libra cayó el lunes en picado. En el último año, la moneda británica se ha depreciado un 7,05%. Sólo en la última semana ha perdido un 3,29%.
En su último informe, la agencia de calificación Fitch advirtió de que el Brexit tendría efectos negativos para las economías periféricas, entre ellas la española, donde el sector bancario no sería el más perjudicado, pero sí se vería afectado debido a los “estrechos vínculos” que mantienen con las entidades financieras de la City. La agencia aseguró que la salida británica del club podría “precipitar la independencia de Escocia” y, a su vez, “intensificar las demandas secesionistas” en otras partes de Europa, como Cataluña.
El próximo 23 de junio los británicos votarán su futuro dentro de la Unión Europea y el temido Brexit comienza a valorarse como una posibilidad real. Las últimas encuestas dan una ventaja de entre dos a cuatro puntos a los euroescépticos, que han tomado impulso tras publicarse los últimos datos de la...
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